¿Dos PRD y dos PLD en campaña electoral?

Por Juan Bolívar Díaz

Cobra fuerza el planteamiento de que en la campaña electoral en marcha podría haber dos proyectos políticos diferentes, para el 2012 y el 2016, en cada uno de los dos partidos mayoritarios, los cuales no han podido compactarse después de sus largas campañas para elegir candidatos.

El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) vuelve a ser el más afectado por tensiones internas aún 5 meses después que escogiera candidato presidencial, a lo que estaría contribuyendo un nocivo triunfalismo derivado de las acentuadas ventajas que le otorgan las encuestas y el consenso de la opinión pública.

Un panorama incierto.  Faltan nueve meses para las elecciones presidenciales, pero por ahora el panorama luce incierto al interior de los partidos mayoritarios. El tercero, el Partido Reformista Social Cristiano, amenazado de nuevas escisiones no logra ponerse de acuerdo ni en el método para escoger su candidato presidencial. Los dos mayores luchan por cohesionarse en torno a sus respectivas candidaturas, mientras Julián Serulle, Guillermo Moreno y Max Puig han sido proclamados candidatos alternativos.

En los partidos Revolucionario Dominicano (PRD) y de la Liberación Dominicana (PLD) sus candidatos luchan por lograr el pleno apoyo de sus  respectivos presidentes Miguel Vargas Maldonado y Leonel Fernández Reyna, éste último más relevante por tratarse del presidente de la República y líder principal de la organización.

La incoherencia es más crónica en el PRD, por su historial de luchas grupales y porque ya hace más de 5 meses (el 6 de marzo) que escogió al agrónomo Hipólito Mejía como candidato presidencial, y más de tres meses (el 8 de mayo) que lo proclamó. Lo circunstancial de su éxito viniendo del ostracismo político, con un contrincante que obtuvo 47% del sufragio le han empedrado el camino de la compactación.

En cambio Danilo Medina todavía no llega a los dos meses de haber emergido con la candidatura presidencial del PLD (el 26 de junio) y espera ser proclamado formalmente el 28 de este mes. El haber logrado el 87% de los votos con el restante 13% repartido entre tres, le abre una senda menos empinada, aunque las resistencias provienen de un líder y grupo que no quieren renunciar al protagonismo.

Campañas diferentes.  Hasta el momento, tanto en el PRD como en el PLD se desarrollan campañas paralelas: los candidatos presidenciales lanzan su propio juego enfilados hacia el 2012, pero desde “el bullpen” los managers parecen diseñar estrategias para la temporada del 2016, sin importarles mucho el compromiso inminente, sin que falten quienes persistan en creer que el individualismo político y la crisis de los proyectos colectivos los lleva a preferir la derrota de su propio equipo.

Un acucioso técnico perredeísta y veterano teórico de la política,  más cercano a Vargas Maldonado que a Hipólito Mejía, confiaba esta semana su convencimiento de que los juegos paralelos se mantendrán hasta el final, con más o menos disimulo, porque tanto Leonel como Vargas temen ser desplazados definitivamente del control de sus maquinarias políticas si ganan sus respectivos candidatos.

Son muchos los que comparten la hipótesis de que al interés del presidente Fernández y sus grandes beneficiarios del poder no les conviene el triunfo de un Medina que tendría que cimentar su propio espacio de gobernante reduciendo el de ellos. Y porque para el 2016 el PLD tendría que buscar un difícil cuarto período consecutivo.

Si quien gana en  2012 es Mejía, Medina no quedaría en condiciones de hacer ni sombra al liderazgo de Fernández y el perredeísta estaría amarrado durante el cuatrienio, dependiendo del líder del PLD, quien tendría el control del Congreso Nacional, de la Suprema Corte de Justicia y la Cámara de Cuentas, así como de la Junta Central Electoral y de los nuevos tribunales Constitucional y Superior Electoral, y con su Fundación Global. En ese escenario le sería más fácil volver a la presidencia.

Por su parte, Vargas estaría convencido de que si Mejía gana tratará de minarle la presidencia del PRD y cerrarle el paso a la próxima candidatura, auspiciando a alguien como su candidato vicepresidencial Luis Abinader. Si Mejía pierde se hundiría para siempre y él tendría mayores posibilidades de reivindicarse con la candidatura presidencial que se le escapó este año. Cuando se advierten los riesgos, el analista responde que es muy posible que Vargas no conspire abiertamente contra la candidatura de su partido, pero nada hará para que salga adelante.

Triunfalismo en el PRD. La falta de compactación en el PRD es derivada de los resquemores dejados por la prolongada lucha interna y la derrota de quienes controlan la maquinaria del partido, que estaría siendo incentivada por un sentimiento triunfalista producido por las amplias ventajas que le atribuyen las encuestas a la candidatura de Hipólito Mejía.

Es público que Vargas y Mejía hasta evaden juntarse en el mismo escenario, aunque sea tan importante como la reciente celebración del 50 aniversario de la instalación del PRD en el país, a la que no asistió el candidato. Hace menos de un mes que todavía algunos diputados se atrevieron a proponer que Mejía sustituya a su candidato vicepresidencial para dejarle ese espacio a Vargas y éste tardó varios días en desautorizarlos. El 1 de agosto Aníbal García Duvergé se quejó de que aún no se materializa la unidad y recordó que Vargas obtuvo casi la mitad de los votos en la elección primaria.

Esta semana el mismo presidente del PRD dijo a los periodistas que el proceso de integración de su equipo a la campaña de Mejía ha tenido dificultades “pero yo quiero recordar que ni soy candidato presidencial ni vicepresidencial, ni soy director de campaña. Yo asumo mi rol institucional como presidente del PRD”.

Al día siguiente, en lo que pareció una respuesta a Vargas, se  informó que el recién designado Consejo Asesor Presidencial de Hipólito Mejía fue concebido como  “el órgano consultor de mayor jerarquía dentro de la estructura que sustenta la candidatura presidencial, al que se le ha encomendado recomendar las acciones que consideren convenientes para la conquista del poder”.

Los seguidores de Vargas se sienten relegados en el Consejo Asesor y resienten que lo coordine Enmanuel Esquea Guerrero, a quien ellos llegaron al extremo de expulsar del partido, como chivo expiatorio de su derrota en la elección primaria. Y tiene como subcoordinadores a Milagros Ortiz Bosch y Hugo Tolentino, que completaban la cabeza ejecutiva de la comisión que organizó la primaria de marzo.

 El buen posicionamiento con que aparece Mejía, en encuestas que le dan ventajas que oscilan entre 7 y 20 puntos, podría estar contribuyendo al triunfalismo que se denuncia en parte de sus seguidores, que llegan a proclamar que quien no se suba al carro de la victoria se quedará fuera del poder. Aunque se asegura que la integración se ha logrado en 95%, quedan resabios e insatisfacciones que, al decir del teórico  citado, podrían generar hasta transfuguismo y que por ahora alientan el juego paralelo de Vargas Maldonado.

Protagonismo de Leonel

La ofensiva a que se ha lanzado el presidente Fernández, disputando el espacio político del candidato del PLD, fortalece la hipótesis de que desarrolla su propio juego aún a riesgo de la derrota de su partido. Comenzó el 24 de julio con el mitin que reunió a los dirigentes nacionales y al candidato Medina para dictarles la esencia y hasta las consignas de la campaña electoral. Y dos semanas después, el pasado lunes 8, inició un ciclo de encuentros barriales.

Reunió en Gualey a cientos de activistas del programa oficial “Barrio Seguro” que aclamaron “los rugidos del león”, sin la menor referencia al candidato, ni una foto, ni los símbolos de su partido, “creando por momentos la sensación de que el mandatario iniciaba en Gualey la campaña por una tercera reelección”, como describió la excelente crónica de Rafael Alonzo Rijo en El Caribe del martes 9. Los días siguientes Leonel revocó el reciente aumento de la tarifa del agua en la Capital, adelantó una rebaja del precio de los combustibles, entregó 109 vehículos y 500 radios a la Policía para combatir la inseguridad ciudadana y hasta se reunió con los alcaldes del Gran Santo Domingo interesado en que disminuya la basura.

No hay dudas de que esas disposiciones pueden allanar el camino para que Danilo Medina comience a descontar la ventaja que las encuestas apuntan a favor de Hipólito Mejía, pero la generalidad de los análisis apuntan a que refuerzan el protagonismo del Presidente y la percepción de que su liderazgo y ambiciones políticas están por encima de toda consideración.

Sin embargo, cuando Danilo sea proclamado candidato el 28 de agosto, el sentimiento de cuerpo y el instinto de conservación del PLD remitirán al escenario fundamental del 2012 y vencerán resistencias. Serán muy contados, si quedan, los que preferirían perder los privilegios del poder, en aras de un liderazgo que podría ser minado por la mezquindad. Los que pregonan que Leonel prefiere un opositor señalan los casos de los presidentes Salvador Jorge Blanco y Joaquín Balaguer, que desde el poder habrían conspirado contra las candidaturas de su partido.

Si fue cierto, lo que amerita un análisis aparte, no debe olvidarse que ambos salieron del poder para siempre.