Por Juan Bolívar Díaz
El presidente LF salió de la elección primaria de su partido como líder indiscutible, pero el 28 % de Danilo Medina tiene un peso cualitativo que obliga al entendimiento
El presidente Leonel Fernández quedó investido por el Congreso elector del domingo no sólo como candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), sino también como su líder indiscutible que ha subordinado los espacios de dirigentes como Jaime David Fernández y José Tomás Pérez.
Mientras Danilo Medina sufre un serio tropiezo, aunque el 28 por ciento que obtuvo en la elección primaria tiene un peso cualitativo alto en el partido, el Congreso Nacional y los ayuntamientos, lo que le deja espacio para negociar su supervivencia.
Los dos líderes afrontan dilemas para preservar la unidad del partido y la presente gestión de gobierno, de lo que podría depender su permanencia en el poder en los comicios del próximo año, aunque la debilidad de la oposición deja al mandatario un amplio marco de acción.
El triunfo de Leonel
Aunque quedó lejos del 85-90 por ciento de los votos que persiguió afanosamente durante las últimas semanas, el doctor Leonel Fernández obtuvo un resonante triunfo político al superar el desafío que le impuso el licenciado Danilo Medina, quien quedó más distante de su vaticinio del 60 por ciento.
El PLD se ratificó como partido dominante al conseguir que 574 mil 279 electores concurrieran a las urnas, equivalentes a un 49 por ciento del millón 170 mil que había declarado en su padrón de miembros. El 71.55 por ciento votó por Fernández y el 28.45 por Medina.
Fue significativo que los militantes participaron en las elecciones en forma ordenada y con evidenciado interés en preservar la disciplina y la unidad, independientemente de las confrontaciones que caracterizaron la campaña interna.
La mancha del proceso fue el desmesurado gasto, ascendente a cientos de millones de pesos, y el uso evidente de recursos del Estado, denunciado sistemáticamente por los retadores del continuismo presidencial que movilizó a su favor el aparato administrativo del gobierno.
El resultado de la votación ratificó la historia nacional, en la que todos los presidentes continuistas han logrado imponerse como candidatos de sus partidos, y está por verse si también se repite que el retador se pliegue al reeleccionismo o quede fuera de la estructura partidista.
Con el respaldo de la mayoría de los legisladores y síndicos del partido gobernante, Medina evidenció una gran fortaleza orgánica, pero no pudo superar las ventajas del presidencialismo repartidor de cargos y favores, especialmente en la masa de miembros que han llegado al PLD a partir de su masificación tras su primer período de gobierno, en buena proporción proveniente del balaguerismo profesante de la reelección. “El discurso de Danilo no le llegó a la herencia reformista”, sostiene uno de sus asesores.
Jugó a favor del presidente Fernández la amplia preferencia que le confiere la generalidad de las encuestas en el electorado nacional y la ausencia de un fuerte liderazgo en la oposición y el deterioro con que salió del poder hace menos de tres años el Partido Revolucionario Dominicano.
Riesgos para el PLD
Aparte de los riesgos de fraccionamiento, que aún persisten como consecuencia de los enconos de la campaña, el amplio triunfo del presidente
Fernández y el probable debilitamiento del sector alineado con Medina se traduciría en fortalecimiento de la marcada tendencia al protagonismo presidencialista en desmedro de los organismos del partido.
Desde el retorno al poder los organismos del PLD no operan como estaban concebidos. La Comisión Política, como entidad ejecutiva del Comité Central dejó de reunirse semanalmente. Ninguno de los dos estamentos es consultado para las decisiones del gobierno, incluyendo reformas fundamentales como las tributarias o la constitucional proyectada. La treintena de secretarías del partido han pasado a ser inoperantes y la mayoría tienen años que no reúnen a sus miembros.
El predominio del partido, los principios que ha enarbolado y el programa de gobierno, así como la tradición antireeleccionista de los fundadores figuraron en el discurso con que se erigió precandidato presidencial y líder sectorial el licenciado Medina.
A favor del leonelismo juega el hecho de que tanto Jaime David Fernández como José Tomás Pérez terminaron apoyando incondicionalmente el proyecto continuista. Aunque el primero ha estado marginado del gobierno en los casi tres años del período y el segundo comenzó formulando fuertes reparos a sus políticas.
Fernández Mirabal había dicho que se mantendría al margen de la lucha grupal, dando a entender que seguiría como una alternativa institucional.
Su apoyo al presidente podría marcar la continuidad del debilitamiento de su liderazgo que se inició cuando perdió la nominación presidencial a manos de Danilo Medina para los comicios del 2000.
En el congreso elector del 27 de junio del 1999, Jaime David, entonces vicepresidente de la nación, obtuvo el 39 por ciento de los votos de los organismos, sobre un padrón de apenas 12 mil 500 miembros. Medina consiguió el 52 por ciento y el 8 por ciento se abstuvo. Fernández tenía mayores preferencias en el electorado, según las encuestas de la época. La proclamación del candidato se realizó casi un mes después, el 24 de Julio, tras superar serias tensiones, pues los seguidores de Fernández Mirabal acusaban a Medina de usar recursos del Estado en el proceso de elección con apoyo de los seguidores del presidente Leonel Fernández.
Los dilemas de Danilo
Tras proclamar que había sido víctima del poder del Estado, al reconocer su derrota horas después de la votación, Danilo Medina ha estado analizando el resultado con sus seguidores y asesores. El martes y miércoles se reunió con senadores y diputados y el jueves con síndicos y regidores, y mañana domingo tiene una asamblea de dirigentes nacionales.
Se afirma que no ha formulado graves denuncias porque algunos de sus asesores lo han contenido para evitar una confrontación definitiva. Se le describe como “indignado por la embestida de dinero que corrió en los últimos días para comprarle cuadros y militantes, incluyendo hasta delegados a las mesas electorales”.
Dicen tener pruebas de que se repartieron miles de tarjetas solidaridad y millones de pesos para llevar miembros de los barrios populares a votar. En algunos centros de votación de los barrios capitalinos se observó ofertas de dinero y hasta personas que lo pedían a cambio del sufragio.
Pese a la convicción de que se impuso el poder del Estado, en el entorno de Medina tienden a predominar los que plantean posiciones que eviten el fraccionamiento y preserven su liderazgo para mantenerse como alternativa. Conscientes de que “ya nada será igual” algunos consideran operar como una tendencia, rescatando principios y programas.
La asamblea de cuadros de este domingo marcaría el rumbo. Algunos conceden que habría que decir lo que pasó, pero en términos moderados para evadir la confrontación. Parten de la necesidad de preservar la fuerza legislativa y municipal del sector.
Dirigentes del partido, como los integrantes de la Comisión Electoral que visitaron a Medina el miércoles despliegan un esfuerzo de moderación, pero de inmediato no han encontrado ambiente para un encuentro de este con el candidato presidencial.
Hay quienes dan por seguro que Danilo Medina terminará aceptando los hechos, aunque advierten que le resultará difícil hacer campaña por una reelección que tantas veces calificó como lesiva para el partido y la nación. Pero no descartan una fórmula híbrida: que se le permita guardar una posición de bajo perfil, a cambio de la integración de sus seguidores que lo deseen a la campaña.
Los dilemas de Leonel
El presidente y candidato presidencial también tiene sus dilemas, el primero de los cuales es determinar si quiere cobrar definitivamente el atrevimiento de Medina exigiéndole un rendimiento total y poniendo a sus seguidores en la disyuntiva de con él o conmigo. Podría tener la convicción de que el presidencialismo y el no quedar fuera del poder llevaría a la mayoría a optar por él. El riesgo es que no le siga una parte significativa de los diputados y senadores danilistas, dificultando la gestión legislativa.
No faltan quienes hacen depender la unidad del partido de que tras la reafirmación de su liderazgo, al presidente Fernández no ceda a la tentación, que algunos le atribuyen, de buscar el restablecimiento de la reelección presidencial sin limitación en la proyectada reforma constitucional, para lo cual el mantenimiento de la tendencia de Medina sería un obstáculo.
Por el momento el hecho de que no haya habido una celebración del triunfo del presidente hace pensar que predominaría el interés por la unidad y la conciencia de que el tiempo juega a favor del líder y candidato a quien seguirían por lo menos una parte de los que deseen permanecer en el poder dentro de un partido con perspectiva de reelegirse.
Si el objetivo del presidente es buscar tan solo otro período, lo que le conviene es una posición condescendiente con los perdedores, en aras de la unidad del partido y de transitar el camino a la reelección sin mayores confrontaciones internas que pudieran repercutir en el electorado y en su actual gestión gubernamental.