Por Juan Bolívar Díaz
Consumada la exclusión del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), queda de manifiesto un nuevo entendimiento entre el gobierno y su Partido Revolucionario Dominicano (PRD) con el ex-presidente de la República Joaquín Balaguer.
Una vez más el inmenso caudillo reformista, que este fin de semana celebra su nonagésimo quinto aniversario, juega a las contradicciones y enconos entre las fuerzas liberales encarnadas en los dos partidos que fundara el profesor Juan Bosch, quien ya inconsciente se debate entre la vida y la muerte.
Como consecuencia del nuevo pacto balaguerista, que otorga al PRD la mayoría en el Consejo de la Magistratura, cabe esperarse una repartición de los tres puestos a ser ocupados en la matrícula de 16 de la Suprema Corte de Justicia, a menos que al doctor Balaguer se le haya metido un repentino golpe de filantropía política.
Política del ojo por ojo
Con un entusiasmo digno de mejor suerte, desestimando todos los pronunciamientos ciudadanos, y apelando al apoyo de su otrora enconado adversario, Joaquín Balaguer, los perredeístas consumaron el anunciado golpe al PLD.
Primero escogieron a Alfredo Pacheco, su vocero entre los diputados, como el segundo representante de la cámara baja ante el CNM, y luego al senador José González Espinosa por el Senado, además de los respectivos presidentes de las dos cámaras.
González Espinosa es el presidente del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), quien fuera aliado perredeísta en los comicios congresionales y municipales de 1998, aunque no así en las últimas presidenciales.
La elección de un aliado no viola la letra del párrafo I del artículo 64 de la Constitución de la República, que condiciona la elección de los dos representantes adicionales ante el CNM a que sean “de un partido diferente al partido del presidente”.
El argumento valdría en caso de una fusión, donde los concurrentes se asimilan en una misma institución. El artículo 64 de la ley electoral no deja dudas cuando plantea que “La alianza o coalición de partidos tendrá siempre un carácter transitorio y, dentro de ella, cada uno de los partidos aliados o coaligados conserva su personería jurídica, limitada por el pacto de alianza o coalición a su régimen interior, a la conservación de sus cuadros directivos y a la cohesión de afiliados”.
Lo que viola la decisión perredeísta es la ética política-democrática que pregona el respeto y el reconocimiento de las mayorías y minorías, dentro de la cual está concebido el mandato constitucional de que sean de “partidos diferentes”, insuficientemente expresado, porque debería ser más específico para evitar abusos como el de estos días.
Más que por disponer de la mayoría en el CNM, la decisión perredeísta parece revestida de la revancha y el odio que caracteriza las relaciones entre el PRD y el PLD. Porque si habría de buscarse un acuerdo con el PRSC, como anunciara Hatuey de Camps, un voto del PLD no le impedía hacer mayoría. Y Balaguer ya había dado su visto bueno, y adelantado su criterio de que era al PRD que le correspondía la preponderancia.
En público y en privado, dirigentes del partido en el gobierno citaron una larga lista de agravios, reales y supuestos, por parte del PLD cuando ejerció el poder y aún antes. Como se le recordara que en 1997, la alianza peledeísta-reformista permitió que la senadora Milagros Ortiz Bosch representara al perredeísmo en el CNM, ripostaron que durante meses se trató de impedirlo aunque ellos habían ganado 16 senadurías. Ya el gobierno balaguerista le había “conquistado” al de Peravia, y las dificultades se dieron aunque ellos tenían exactamente la mitad.
Viene la otra ronda
Lo que se ha visto en la primera ronda ha sido la “generosidad” de Balaguer con el PRD. Se dice que fue él quien pidió la reunión sostenida con el presidente perredeísta Hatuey de Camps en vísperas de la elección. El político gobiernista reveló que habían barajado posibles candidatos y que el caudillo había prometido respaldar que los dos representantes congresionales en disputa fueran del partido blanco.
Lo que no dijo fue qué recibiría a cambio el reformismo. Y ahí es que está el detalle. Seguro que por lo menos uno de los tres jueces a ser escogidos, y nadie se deberá dar por sorprendido si en esta nueva ronda le toca una mayoría, es decir, dos.
Es de público conocimiento que desde 1997 cuando se eligieron los actuales jueces supremos, Joaquín Balaguer tiene candidatos a integrar el máximo tribunal judicial, en primer lugar el doctor Pedro Confesor Romero, quien fuera su último consultor jurídico y hasta hace poco miembro del Directorio Central del PRSC.
Que haya alguna concertación para elegir en un organismo integrado por políticos para nada debería sorprender. Lo grave sería que no la hubiese y se impusiera una mayoría mecánica. La hubo en la elección de hace 4 años. Pero no para colocar a incondicionales o dirigentes de partido. Tampoco se puede esperar que los políticos escojan contradictores o enemigos.
Desde luego, una repartición bipartidista tendrá de frente al PLD y de lado de éste a una gran parte de las instituciones y dirigentes sociales que desde hace años abogan por la despartidarización de la justicia, por su independencia y fortalecimiento, y que quedaron satisfechos de la elección de 1997, bajo la presidencia del doctor Leonel Fernández Reyna.
Lo ideal sería que predominara la elección de jueces de las cortes de apelación con prestigio e independencia, o de juristas con categoría para imponer su autonomía frente a los intereses partidistas. El mismo Jorge Subero Isa, actual presidente de la Suprema Corte, fue propuesto hace 4 años por el PRSC y apoyado por el PRD. Pero no tenía militancia partidista y sí suficiente personalidad, capacidad e integridad para buscar distancia de los intereses partidarios, como ha hecho.
Pero el arrebato con que el PRD y su gobierno han manejado el proceso deja incertidumbres en el ambiente, radicaliza la oposición del PLD y cuestiona la capacidad de concertación de los gobernantes en momentos de crisis económica. Todo ello se traduciría en dificultades de gobernabilidad, con proyecciones en las elecciones dentro de 8 meses.
¿ Un solo ganador?
Por de pronto, la actuación perredeista ha revaluado una vez más el pragmatismo balaguerista del uso del poder en desprecio de la concertación democrática, como también lo hizo el gobierno del PLD sin cosechar buenos frutos.
Y ese paradigma de político y gobernante en que ha sido convertido Joaquín Balaguer por la ceguera y la ambición de los liberales, sigue pautando la política nacional, ciego, casi paralítico y a 5 años de cumplir el centenario.
No se le pueden regatear las habilidades al caudillo reformista, aunque hay quienes creen que ha sido mayor la falta de visión de sus competidores políticos, que se han dejado dividir sistemáticamente para que aquel pueda mantener su reinado hasta el cansancio y el último aliento.
En efecto, desde la división del PRD y la fundación del PLD en 1973, Joaquín Balaguer ha logrado manipular a unos y otros para mantenerlos separados y obtener beneficios. Y ambos han ido gustosos al ara del sacrificio, siempre en busca de alguna ventaja coyuntural y de satisfacer la sed de venganza.-
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Balaguer ha pescado sistemáticamente en el mar de las confrontaciones perredeístas-peledeístas. Se cita en forma restrospectiva:
1.- En los comicios del 2000, aunque no hubo alianza, fue notoria la inclinación reformista hacia el PRD. Balaguer le cortó el aliento a los morados cuando pretendían una segunda ronda.
2.- En 1999 la alianza gobierno PLD-PRSC impone a un reformista al frente de la Liga Municipal, aunque el PRD había ganado en 95 de 115 municipios
3.- En la campaña de 1998 perredeístas y reformistas se dieron la mano contra el PLD, aunque tampoco hubo alianza electoral. Pero entre julio y agosto el frente se invirtió y PLD-PRSC “conquistaron” 8 diputados de la mayoría perredeísta para quitarle el control de la cámara. En agosto de ese año estos dos partidos imponen contra el PRD una ley de carrera judicial que eliminaba la inamovilidad de los jueces y volvía a su elección cada 4 años, luego declarada inconstitucional por la Suprema Corte.
4.- En 1996 fue la gran alianza, el Frente Patriótico PRSC-PLD, con el que Balaguer cortó el paso presidencial de José Francisco Peña Gómez y el PRD, aunque para ello tuviera que sacrificar al propio candidato de su partido, Jacinto Peynado.
5.- En 1994, cuando Peña Gómez era la opción de oposición, el gobierno de Balaguer contribuyó generosamente a la campaña electoral del PLD. Frente al comprobado fraude electoral, los morados prefirieron a Balaguer que le había hecho lo mismo a ellos 4 años antes. Balaguer pedía año y medio más, en la fórmula de transición para salir de la crisis, el PLD le consiguió 2, violentando el consenso con el PRD, al igual que en lo relativo a la elección presidencial, al llevar el porcentaje del 40 al 50. Fracasaron todos los intentos de negociación PRD-PLD.
6.-Con respaldo reformista, dirigentes del PLD presidieron la Cámara de Diputados entre 1994 y 1996, cuando apenas tenían 14 curules, pese a que el PRD tenía la mitad.
7.- En las elecciones de 1990, los perredeistas se lavaron las manos frente al fraude electoral que impidió el retorno al poder del profesor Juan Bosch. Durante la campaña la JCE y el PRSC favorecieron abiertamente al PRD que por primera vez llevaba a Peña Gómez de candidato presidencial.
8.- En los comicios de 1986 el PLD prefirió abiertamente el retorno de Balaguer a la continuidad del perredeismo.
9.- Durante los dos períodos de gobierno del PRD, la oposición peledeísta fue más virulenta que la reformista, demandando sistemáticamente la renuncia a la Presidencia de Antonio Guzmán y de Salvador Jorge Blanco.
10.- En 1978, cuando las fuerzas armadas y el gobierno de Balaguer intentaban desconocer la victoria del PRD, Bosch y el PLD proponen un gobierno de “unidad”, intentando desconocer que Antonio Guzmán tenía más del 50 por ciento de los votos.-