Aconsejan pactar con rivales internos

Por Juan Bolívar Díaz
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Estiman urgente que los líderes perredeístas cambien la imagen de “caos organizado” que las luchas internas han conferido al partido blanco.

Ahora que el ingeniero Miguel Vargas Maldonado ha fortalecido su liderazgo en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), apareciendo como virtual candidato presidencial para los comicios presidenciales del 2012, le convendría dar un giro táctico y negociar al interior de ese partido como hizo con el presidente Leonel Fernández, aunque sin sacrificar la institucionalidad democrática.

Más que nunca antes a los líderes perredeístas les urge cambiar la imagen de caos organizado que sus luchas internas le han conferido a su partido y dejar de perder tiempo y energías como ha ocurrido en los últimos 8 meses para poder recuperar la confianza de las clases medias y los sectores más conscientes de la sociedad.

Vargas se fortalece.    Su persistente activismo político, empujado con los amplios recursos económicos de que otros carecen, tras un relativo éxito en la candidatura presidencial del 2008, le ha permitido a Vargas Maldonado fortalecerse como principal opción partidaria para la contienda presidencial del 2012.

El apoyo de los seis senadores y del 90 por ciento de los diputados y síndicos, así como de los dirigentes de las principales seccionales del exterior, expresado en comunicados de las últimas semanas, ha abonado la imagen del empresario y constructor como principal líder del perredeísmo.

Aunque su reciente pacto con el presidente Leonel Fernández  socava la de por sí débil institucionalidad democrática del PRD, que a pocos parece preocupar, le rentó el beneficio de aparecer escogido como interlocutor por el primer mandatario y líder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Al mismo tiempo ese acuerdo le ha permitido revertir uno de los mayores errores políticos de su principal contrincante interno, el expresidente Hipólito Mejía, como fue el haber realizado una mezquina reforma constitucional para restablecer una reelección presidencial en contradicción con la historia programática del partido.

Haber pactado términos constitucionales que permitirían a Mejía volver a postularse a la presidencia no deja de ser un golpe táctico de Vargas en momentos en que el ex mandatario aparece cada vez más solo, abandonado por  legisladores y dirigentes que formaron parte de su Proyecto Presidencial Hipólito, mejor conocido por PPH, como los senadores Andrés Bautista, Jesús Vásquez y Roberto Rodríguez.

No hay que ser clarividente para advertir que Vargas Maldonado corre ahora mismo cómodamente entre los perredeístas, hasta el punto de que está dejando muy poco espacio para que Mejía se lance a la competencia abierta, aún cuando se materialice la reforma constitucional que le permita optar nuevamente por la presidencia.

Llama la atención que Vargas haya podido concentrar en torno suyo a más del 90 por ciento de los legisladores y síndicos y proclamando el apoyo de más de un 80 por ciento de los militantes, no tenga confianza en los organismos superiores del partido, lo que indicaría que los integrantes de estos no viven en la realidad o que él no ha podido aplicar políticas correctas. En muchos casos no le ha ayudado el planteamiento de que siendo presidente del partido y candidato presidencial a la vez se garantiza el triunfo, lo que es una abierta subestimación de la alta dirigencia y una prematura tentación caudillista.

Una encuesta de la empresa Alfonso, Cabrera y Asociados, publicada esta semana en los diarios, realizada entre miembros del PRD de todo el país, otorga a Vargas el 85.8 por ciento de las preferencias entre los candidatos a la presidencia del partido y un 91.6 por ciento de preferencias para la candidatura presidencial del 2012. La investigación cuyo financiamiento se atribuye al mismo Vargas fue realizada entre el 8 y el 10 de mayo.

Pactar por necesidad.    Ahora que la convención para escoger dirigentes ha sido aplazada para el 5 de julio y recortados sus alcances a sólo el presidente, secretario general y secretario de organización nacional y de los municipios,  Vargas tendrá más tiempo para evaluar la conveniencia de buscar acuerdos con sus contradictores internos. No deja de contrastar que haya podido pactar a la carrera con el líder del PLD y que no pueda hacerlo al interior de su propio partido, como si fuera luz de la calle y apagón de su casa.

Si Vargas Maldonado tiene los niveles de apoyo que sugieren los comunicados y la encuesta citada, también registrados hace algunas semanas en otra encuesta, del Centro Económico del Cibao, es más difícil entender que no desarrolle tácticas más exitosas para lograr la unificación y compactación del partido blanco y permita que las luchas internas sigan dispersando su atención de sus responsabilidades como principal fuerza opositora y reafirmando la imagen de garata que proyectan los perredeístas.

La confrontación interna por la presidencia del partido lleva ya más de ocho meses y todavía podría tomarse otros dos. Y nadie garantiza que de la misma salga un partido compactado. Extenderla por más tiempo lesionaría no sólo las posibilidades de éxito en los comicios legislativos y municipales programados para dentro de 11 meses, sino también las proyecciones para el 2012.

Cuando por fin escojan los dirigentes del partido, tendrán que abocarse a la elección de los candidatos provinciales y municipales que siempre conllevan traumas internos, mucho más por los compromisos que  obviamente está contrayendo Vargas Maldonado con los legisladores y síndicos que lo apoyan y con los reformistas que se está atrayendo. A menos que de golpe el PRD se convierta en el único partido nacional donde no haya diversidad de aspirantes a candidaturas.

Riesgos de  imposición.  Claro que Vargas Maldonado y sus asesores políticos podrían estar buscando la presidencia del partido para  imponer su voluntad en las postulaciones de legisladores, síndicos y regidores, pero eso mismo les genera resistencias suficientes para echarle jabón al sancocho y mantener la caldera ardiendo. Otra tentación podría ser tratar de irradiar a los que resistan, lo que también conlleva riesgos.

Todo lo que prolongue las confrontaciones entre los perredeístas y lo que proyecte imagen de degeneración democrática resultará perjudicial para sus posibilidades electorales del año próximo, por la urgencia de descontar la desventaja legislativa y municipal que tienen frente al PLD y sus aliados, entre los cuales se situará lo que queda del Partido Reformista. Especialmente si los perredeístas pretenden recuperar el apoyo perdido entre los sectores de más conciencia política y de las clases medias que han sido su sostén.

Eso es vital para el escenario presidencial del 2012 aún asumiendo el optimismo que cuenta para esos comicios con el desgaste del PLD. Porque ir a la presidencia con un congreso en contra que durará todo el próximo período gubernamental, hasta el 2016 de acuerdo a las reformas electorales pactadas, sería muy limitativo para un presidente que sólo contará con cuatro años de ejercicio.

Si Vargas Maldonado tiene todo el camino abierto para alzarse con la candidatura presidencial, debería desarrollar un proyecto abarcador, que parta de transacciones internas y se extienda a todo el cuerpo social dominicano. A él y sus asesores les convendría echar un vistazo a las tácticas y estrategias que desarrolló José Francisco Peña Gómez para recomponer el PRD tras los traumas y divisiones del período 1986-90, que le permitieron disputar el poder entre 1994 y el 2000.

Abiertas contradicciones.

El avance logrado por Vargas entre legisladores, funcionarios municipales y hasta en las bases perredeístas contrasta notablemente con las dificultades que afronta entre los cientos de dirigentes de la Comisión Política y el Comité Ejecutivo, los organismos superiores del partido donde se refugia la mayor parte del liderazgo tradicional.

En base a ello es que sus parciales tratan de justificar que pactara con el presidente Fernández al margen de esos organismos. De hecho a principios de febrero recibió una derrota en la Comisión Política cuando insistió en llevar una plancha propia para integrar la Comisión Organizadora de la Convención. Perdió la votación  y luego tuvo que pactar para  que le incorporaran cinco representantes entre los comisionados.

La contradicción mayor la tiene al parecer con el presidente del partido, ingeniero Ramón Alburquerque y sus seguidores, con capacidad para colocar muchas piedras en el camino. Por ejemplo, Alburquerque ha advertido a la Comisión Organizadora que tiene que atenerse a los estatutos en relación con la elección de los dirigentes de todos los organismos para evitar que él apele ante la Junta Central Electoral, lo que llevaría los conflictos al exterior del partido, como ha ocurrido con el deteriorado Partido Reformista.