Por Juan Bolívar Díaz
Las denuncias de injerencia gubernamental en el proceso electoral colorado tienden a segmentar a los reformsitas
A dos semanas de la elección primaria para escoger el candidato presidencial del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), las tensiones crecen entre dirigentes y militantes al punto que podrían poner en peligro la unidad de la organización que se enfrenta al primer desafío electoral tras la desaparición de su caudillo Joaquín Balaguer.
La aparición de lo que ya se denomina como el “fenómeno Eduardo Estrella”, disputándole sorpresivamente la candidatura presidencial al empresario Jacinto Peynado, quien hasta hace poco parecía invencible, ha agitado las aguas coloradas multiplicando las denuncias de injerencia gubernamental a favor del ingeniero santiagués.
En los ámbitos reformistas se siente una tendencia a la segmentación en dos grandes bloques, aunque la comisión electoral, presidida por esa dama de la política que es la doctora Licelot Marte de Barrios realiza un ponderable esfuerzo por organizar un proceso de elección transparente y pulcro.
La estrella de Eduardo
Antes que las encuestas lo confirmaran ya circulaba el rumor de que el ingeniero santiagués Eduardo Estrella estaba acumulando una fuerza insospechada en las preferencias de los reformistas de cara a la elección de su candidato presidencial programada para el 30 del mes en curso.
Las encuestas Hamilton para HOY y Gallup para Rumbo y hasta la de Cies Internacional por encargo de Jacinto Peynado, aunque en menor medida, han confirmado el auge del cibaeño en las preferencias de los militantes del partido colorado.
La primera en confirmar la sorpresa fue la encuesta Hamilton & Beattie publicada por HOY en la tercera semana de febrero pasado. Aunque Peynado seguía encabezando las preferencias, Estrella aparecía bastante cerca y muy por encima del resto de los aspirantes a la nominación presidencial.
En el universo de los encuestados el exvicepresidente registraba 35 por ciento y el exsecretario de Obras Públicas en los últimos años de gobierno de Balaguer ya aparecía con 28 por ciento, casi duplicando a Quique Antún que acumulaba el 15 y cuadruplicando a José Hazim favorecido por el 7 por ciento.
Entre quienes se manifestaban reformistas, Peynado mantenía un punto más de ventaja, con registro de 39 a 31 por ciento y Antún se elevaba 3 puntos para un 18 por ciento.
Los círculos políticos hirvieron en especulaciones. Se trataba de una fuerte sorpresa, ya que Estrella fue el último de los precandidatos en lanzarse al ruedo y había sido un militante discreto del partido. Lo mismo fue un secretario de Obras Públicas sin mayores pretensiones políticas, de escasas apariciones en las tertulias y los medios de comunicación.
El 6 de marzo se conocieron los resultados de la encuesta de la firma Cies Internacional que ratificó el auge de Estrella. Tanto en el electorado en general como entre los reformistas se le atribuyó un 29.4 por ciento de las preferencias, encabezando Peynado con un 40 por ciento.
Pero la tapa al pomo la puso el sondeo de Gallup para la revista Rumbo, publicado esta semana, donde el santiagués encabeza las preferencias de los reformistas con 38.7 por ciento, más de 10 puntos sobre Peynado, quien sólo registra 28.2 por ciento. Entre todos los encuestados están empatados con 29.1 y 29.4 por ciento, respectivamente.
Largo dominio de Peynado
El empresario capitalino había encabezado las preferencias en todas las encuestas en que no apareció Joaquín Balaguer como potencial candidato, desde la reforma constitucional de 1994 que prohibió la reelección presidencial.
Siendo vicepresidente de la República ganó holgadamente la nominación presidencial para los comicios de 1996, viendo frustradas sus expectativas debido a que el caudillo nunca le dio su respaldo y ni siquiera fue a votar en la primera ronda de 1996, cuando ya era secreto a voces que favorecía la alianza con el Partido de la Liberación Dominicana, en su empeño de cerrarle el paso al doctor José Francisco Peña Gómez.
Sin ningún rubor, Balaguer sí votó en la segunda vuelta, cuando ya el candidato de su partido había quedado descartado, tras la firma con el peledeísmo de lo que se denominó como “Frente Patriótico”.
Entre el 1996 y el 2000, el empresario capitalino encabezó las preferencias si se descartaba a Joaquín balaguer, quien finalmente volvió a ser candidato presidencial para fracasar ante Hipólito Mejía, ya tan cansado que a duras penas pudo salir de su casa a hacer campaña.
Desde entonces Jacinto Peynado ejerció pleno dominio de las preferencias en las más diversas encuestas, tanto en la generalidad de los cuidadanos y ciudadanas, como entre los que se confiesan reformistas y casi siempre duplicando a Carlos Morales Troncoso que aparecía en segundo lugar.
En la serie de encuestas Hamilton siempre apareció en primer lugar a partir de noviembre del 2000 en las preferencias generales, con un 44 por ciento. En las tres del 2001 registró 47, 53 y 49 por ciento. En marzo y agosto del 2002 se le atribuyó el 48 y 44 ciento.
Entre los reformistas las ventajas de Peynado eran mayores: 60 por ciento en abril del 2001, 59 en agosto y 54 por ciento en noviembre del mismo año. Para marzo del 2002 la encuesta Hamilton le atribuyó la mayor puntuación, con 62 por ciento, y en agosto siguiente el 54 por ciento.
Buscando explicaciones
Asumiendo lo mostrado por las últimas tres encuestas publicadas, en el mundo político dominicano se anda a la búsqueda de explicaciones sobre el fenómeno Estrella y la declinación de Peynado entre los reformsitas.
En primer lugar, todavía no se puede dar por definitiva esa tendencia, porque el ex vicepresidente había hecho una campaña discreta, probablemente asumiendo que tenía asegurada la nominación y reservando recursos para la lucha por la presidencia misma.
Luego del trabajo de campo de esas encuestas Peynado ha recibido el respaldo de Carlos Morales Troncoso y de Héctor Rodríguez Pimentel, dos de los precandidatos retirados. Y los resultados lo han impulsado a remover sus matas.
Se piensa que podría ser fundamental el rumbo que puedan tomar las precandidaturas de Antún y Hazim, que según las encuestas han ido quedando rezagados y de aceptar el hecho pudieran inclinar sus seguidores en aras de la bipolarización en marcha. Se da por hecho que Peynado contaría con Hazim, pero no tan seguro con Antún, a quien sus seguidores han vinculado con el gobierno del presidente Hipólito Mejía.
El fenómeno Eduardo Estrella puede ser un éxito de la mercadotecnia. Ha superado con creces a todos los demás precandidatos reformistas en la promoción a través de la diversidad de medios de comunicación, desde la radio y la televisión hasta las vallas y los afiches.
Se le atribuye un gran patrocinio al interior del partido, el de “La Casa”, que es decir los herederos políticos de Balaguer, que persisten en mantener la residencia del difunto caudillo como sede de las reuniones de los organismos.
Por La Casa se entiende los principales dirigentes del partido, encabezados por su presidente, Rafael Bello Andino, el secretario político Johnny Jones, y el secretario de organización Ramón Rogelio Genao. Junto a ellos, sino por encima, se sitúa una eminencia gris del reformismo, Guaroa Liranzo, a quien se atribuye una fortuna suficiente para financiar muchas campañas como la de Estrella.
Conexión con el gobierno
Al través de Liranzo y de Bello Andino, principalmente, muchos reformistas señalan una conexión de Eduardo Estrella con el gobierno, directamente con el presidente Hipólito Mejía y con su grupo, el denominado PPH.
Es de general conocimiento que “La Casa” ha tenido numerosas conexiones con el gobierno de Mejía, las que comenzaron en vida de Balaguer. Ya entonces algunos reformistas murmuraban que el caudillo no estaba en posesión de todas sus facultades y que era víctima de los intereses de su círculo íntimo, que a la vez había quedado en control de la comisión Ejecutiva a raíz de su última reorganización, meses antes de la muerte del caudillo.
A la cabeza de las denuncias sobre injerencia del Presidente y PPH en la promoción de precandidatos reformistas se situaron hace meses los ingenieros Carlos Motrales Troncoso y José Osvaldo Leger. Pero en los últimos días, en la medida en que se ha apretado el juego, la han enarbolado el mismo Peynado y numerosos de sus cuadros políticos y técnicos, incluyendo a algunos tan ponderados como Guillermo Caram.
Algunos llegan tan lejos como atribuir el auge de Estrella al patrocinio gubernamental en todas sus expresiones. Morales Troncoso motivó el domingo pasado su apoyo a Peynado entre otras razones, a que el PPH no se imponga dentro del partido.
Hay quienes temen que se estén conformando dos bloques irreconciliables al interior del PRSC, lo que desde ya genera tensiones y ensombrece el camino hasta la elección del candidato presidencial colorado.
Esta semana allegados a Peynado llegaron a proponer que en vez de votación, la elección del candidato se haga “por consenso”, sembrando algunas dudas. Y se comienza a cuestionar el número de militantes que aparecen en el padrón del PRSC, cifrados ahora en un millón 454 mil
Por parte del presidente Mejía ha habido expresiones injerencistas, como cuando abogó porque dieran ingreso a la Comisión Ejecutiva del partido colorado a los 27 que quedaron en suspenso a raíz de la última reorganización del organismo. Son frecuentes sus reuniones con dirigentes reformistas, la última de las cuales fue apenas el fin de semana pasado, con don Guaroa Liranzo. Y a algunos allegados de “La Casa” se le atribuye gran protagonismo en contrataciones gubernamentales.
La comisión organizadora de las votaciones primarias ha realizado un intenso trabajo y tiene todos los elementos logísticos preparados para instalar 2 mil centros de votación, con avanzados recursos tecnológicos para el cómputo. Incluso han gestionado y obtenido la observación del movimiento cívico Participación Ciudadana.
Le toca ahora comenzar a prevenir desbordamientos para tratar de preservar la undiad partidaria. Para la suerte del PRSC y de la democracia nacional puede ser importante que el resultado de la votación del día 30 arroje un partido unido y en capacidad de competir.-