Disyuntiva del PRD: negociación o división

Por Juan Bolívar Díaz

Cifran posible salida en la realización de una o varias encuestas para establecer la aceptación de la reelección presidencial entre los perredeístas y electorado                                             

            Los predios del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) son un mar de conjeturas sobre los senderos que puedan conducirlo a superar su crisis actual, que tendrán que pasar como siempre por las negociaciones y reparticiones que en el pasado no solo salvaron la unidad de la organización, sino que le preservaron su poder.

El perredeísmo luce más expuesto que nunca a la división y la derrota al no contar esta vez con el abarcador liderazgo de José Francisco Peña Gómez, un malabarista de los arreglos políticos, con capacidad para inclinar la dirección media y las bases del partido en la dirección que estimaba unificadora.

Entre las opciones que se barajan entre dirigentes y mediadores la que parece más racional y aplicable en las actuales circunstancias es la de una o más encuestas para establecer si las mayorías perredeístas y nacionales están de acuerdo con la repostulación del presidente Hipólito Mejía.

Un juego trancado

            El camino hacia la elección del candidato presidencial del PRD parecía esta semana más trancado que nunca, con el endurecimiento de las posiciones que encarnan los reeleccionistas del presidente Hipolito Mejía y Hatuey de Camps, presidente de la organización, quien parece determinado a jugarse su carrera política en la actual coyuntura.

            El masivo acto político con que de Camps formalizó el domingo 6 su precandidatura presidencial y la radicalidad antireeleccionista con que ha revestido su discurso muestran una determinación llamada a forzar una negociación o provocar un desgarramiento interno que agravaría aún más las precarias posibilidades del continuismo en el poder.

            Curtido en los enfrentamientos políticos desde su liderazgo estudiantil del principio de los setenta, el presidente del partido blanco luce determinado hasta a echar su última batalla política dentro de la organización, convencido de que de lo contrario le pasarían un rodillo.

            Pero esta vez Hatuey de Camps no quiere poco: reclama pura y simplemente que el presidente Hipólito Mejía rescate el principio antireeleccionista del PRD y abandone su propósito de buscar la repostulación. En esa posición lo acompañan, aunque con diferentes matices, la mayoría de los que aspiran a la candidatura presidencial del partido blanco.

            La posición radical es compartida particularmente por otros tres aspirantes: Ramón Alburquerque, Enmanuel Esquea y Rafael Flores Estrella. La vicepresidenta Milagros Ortiz Bosch y Rafael Suberví Bonilla también están convencidos de las escasas posibilidades del reeleccionismo en las actuales perspectivas nacionales, pero se expresan más conservadoramente, esperando convertirse en alternativa de negociación.

            La ofensiva gubernamental se expresó esta semana en el calificativo de traidor que el consultor jurídico de la presidencia y dirigente del Proyecto Presidencial Hipólito (PPH), Guido Gómez Mazara, endilgó el miércoles a Hatuey de Camps, a quien acusó de reunirse con el candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Leonel Fernández, para tratar de impedir el continuismo.

            Consultado sobre el particular, de Camps negó que tal reunión se haya producido, “ni siquiera por accidente”. Aseguró que la última vez que vió al doctor Fernández fue hace 6 meses cuando se encontraron en una reunión internacional en América Central.

El tiempo apremia

            Después que los otros dos grandes partidos eligieran candidato presidencial, especialmente tras la exitosa votación primaria del PLD, el tiempo corre contra las posibilidades del PRD mantenerse en el poder en los comicios de mayo próximo.

            Detonada la confrontación interna, los perredeístas asisten a un progresivo desgaste y a un descrédito mayor, ya que en la opinión pública se manifiestan sistemáticas quejas sobre su incapacidad para entenderse en el ejercicio del poder, habida cuenta de las experiencias del período 1978-86.

            Entre analistas políticos se estima que cada día que agoten en la confrontación, los perredeístas estarán construyendo la trampa en que quedarían atrapados en mayo del 2004. Sobre todo por el deterioro de la economía nacional, manifiesto en la devaluación del ciento por ciento del último año y en la inflación y el desempleo de la primera mitad del 2003.

            Los que estiman que las perspectivas económicas, aún contando con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, no apuntan a una mejoría significativa que pueda incidir sobre los electores dentro de 10 meses, concluyen en que ya cualquiera que sea el candidato perredeísta tendrá pocas posibilidades de éxito.

            Cada día son más los que dentro y fuera del PRD consideran que el presidente Mejía se encamina a un suicidio político propio y de su partido, de conseguir la repostulación, aún entre quienes atribuyen la mayor parte del malestar económico a factores fuera del control gubernamental, como los de origen externos que afectaron la economía en los últimos dos años y la costosa quiebra del Banco Intercontinental.

            Esos criterios se expresan cada vez más abiertamente en artículos en los periódicos y revistas y en los comentarios de radio y televisión. Abarcan incluso a importantes funcionarios gubernamentales, incluyendo a algunos que desearían la reelección del presidente Mejía. También a respetables dirigentes del partido que no quieren tomar parte en los enfrentamientos.

            Hasta entre abiertos promotores de la reelección se manifiestan las dudas en las últimas semanas, sin faltar quienes entienden que el presidente debe retirar su aspiración continuista y erigirse como líder del partido. Parte de estos favorecen que la candidatura recaiga en la vicepresidenta Ortiz Bosch, otros en Rafael Suberví.

Suma de debilidades

            Como expresión política de la sociedad dominicana, el PRD adolece de una serie de debilidades que le han impedido fortalecerse institucionalmente. A lo largo de su vida, desde su fundación misma, ha tenido que vivir de negociación en negociación para mantener la unidad, especialmente cuando ha tenido que escoger candidatos.

            Los perredeístas se habituaron a la repartición. Lo hicieron hasta en 1999 cuando el agrónomo Hipólito Mejía fue electo con el 74 por ciento de los votos en unas primarias nacionales. Esta vez no hay quien pueda garantizarse ni siquiera la mitad de los votos de las bases. Al menos eso aseguran casi todos los precandidatos, varios de los cuales dicen estar amparados en encuestas que no dan a luz pública.

            Por hábito de esas negociaciones de repartición, los organismos perredeístas no han funcionado eficientemente y muy pocos creen que puedan hacerlo ahora por primera vez, sin un gran árbitro como lo fue durante más de dos décadas el doctor Peña Gómez. Nadie puede asegurar cuándo fue la última vez que se eligió formalmente la dirigencia nacional del perredeísmo.

            A consecuencia de tal orfandad institucional, la convicción general es que el partido blanco está atrapado y forzado una vez más a la negociación si no quiere dividirse, pues una convocatoria del Comité Ejecutivo Nacional tropieza con el problema de que ni siquiera hay consenso de cuántos y quiénes son sus miembros. Su convocatoria devendría en un enfrentamiento que abriría de par en par las puertas a la división.

            Los estatutos partidarios hablan de la incompatibilidad entre los cargos gubernamentales y los del partido, pero nunca se ha aplicado y ahora resultaría más que imposible.

            Entre las sugerencias de los últimos días está la posibilidad de convocar el presidium del partido, pero hay quienes argumentan que no es el organismo con facultad para dirimir las diferencias.

La vía de la encuesta

            El doctor Enmanuel Esquea propuso la semana pasada la realización de un plebiscito para que los militantes del PRD decidan si procede la precandidatura presidencial del agrónomo Mejía.

            Rafael Suberví Bonilla, Milagros Ortiz Bosch y Hatuey de Camps favorecerían la realización de una o varias encuestas, encargadas a firmas internacionales para determinar si los militantes y el electorado en general favorecen la reelección presidencial.

            Esta fórmula parece tener amplia aceptación en los estamentos dirigenciales, pero no ha sido aceptada por el PPH. Fuentes bien informadas indican que se ha barajado en las reuniones que propicia un grupo de dirigentes que se han erigido en mediadores, a la cabeza de los cuales estuvo el expresidente Salvador Jorge Blanco, quien la abandonó el jueves, después de ser objetado públicamente por el senador Ramón Alburquerque, quien lo descalificó acusándolo de haberse pronunciado a favor de la reelección.

            La profesora Ivelisse Prats Ramírez, el doctor Tirso Mejía Ricart, el licenciado Tony Raful y la viuda de Peña Gómez, Peggy Cabral, también forman parte de la comisión, que se ha reunido dos veces con el presidente Mejía. Después de varias dificultades lograron conversar con Hatuey de Camps el jueves 10.

            En diversos ámbitos perredeístas se cree que el presidente Hipólito Mejía podría renunciar al continuismo, para lo cual abogan porque se le ofrezca una escalera. Se baraja la posibildiad de ofrecerle la presidencia del partido a él o alguno de los dirigentes de su grupo, el PPH. En cualquier caso la negociación conllevaría un acuerdo de respeto y protección del Presidente de la República y su familia.

            Por el momento nadie en los predios perredeístas cree que la solución de la crisis esté al doblar de la esquina y se teme que pasarán semanas antes de que del deterioro los obligue a negociar.

            La posición del PPH sigue siendo que unas elecciones primarias determinen si el agrónomo Mejía se repostula o no. Para Hatuey de Camps y los suyos los principios del PRD no permiten ni siquiera inscribir la precandidatura presidencial. Afirman que no habrá elección primaria hasta que el antireeleccionismo sea reivindicado.-