Por Juan Bolívar Díaz
El Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) atraviesa por una transición del liderazgo caudillista y único a otro más democrático y colectivo, en un proceso que se caracteriza por intensas luchas internas que afloraron públicamente en torno a la reunión de su Directorio Central Ejecutivo del sábado pasado.
Durante ese encuentro se pretendió un golpe de mano contra las principales figuras de la comisión ejecutiva del partido, responsables del proceso de transición en marcha desde los comicios del año pasado cuando se dio por concluida la carrera electoral del doctor Joaquín Balaguer, lo que resulta casi imposible en las actuales circunstancias.
El líder reformista apeló a 7 de sus seguidores más incondicionales para que preparen una reforma estatutaria y una asamblea nacional que elegirá nuevos dirigentes, ambas convocadas precipitadamente para el próximo domingo primero de julio, pero sin poder prescindir de los actuales ejecutivos.
De sorpresa en sorpresa
Los reformistas han andado en los últimos días de sorpresa en sorpresa. Primero cuando Luis Toral anunció la convocatoria del Directorio Central apenas con tres días de anticipación, y esta semana cuando apareció en diarios del miércoles 20 la doble convocatoria para las asambleas estatutaria y electiva.
La primera, de carácter extraordinario será a las 10 de la mañana del domingo primero, con dos puntos de agenda: Aprobación de modificaciones estatutarias, y cualquier otro asunto que someta el presidente del partido.
La segunda asamblea está convocada para una hora y media después, en el mismo local del Club San Carlos. También con agenda doble: “Elección de los nuevos miembros del Directorio Central Ejecutivo y los Funcionarios del Partido”, y “Cualquier otro asunto de la competencia de la Asamblea Ordinaria que someta el Presidente del Partido”.
Sorprendió la celeridad con que los siete comisionados del sábado se reunieron y convocaron ambas asambleas con sólo diez días de anticipación. Aunque la convocatoria la firman los dirigentes correspondientes, el presidente del partido, Joaquín Balaguer, el secretario político, Federico Antún Batlle, y el secretario de organización, Johnny Jones.
Los siete designados a propuesta de Balaguer son: Ney Arias Lora, Licelot Marte de Barrios, Joaquín Ricardo, Eduardo Estrella, Zoila Martínez, Johnny Jones y Víctor Gómez Bergés. Llamó la atención que no fueran propuestos ni el presidente en funciones Donald Reid Cabral, ni el secretario político Quique Antún.
Este último maniobró con extraordinarias habilidades políticas, procediendo a respaldar la propuesta, conteniendo las protestas que se iniciaban y que hubiesen creado una enojosa situación para el líder en su propia residencia y para el partido. Aunque quedaron como telón de fondo para todo el que quisiera advertir la realidad de un partido que trata de aprender a caminar sin el paso ya pesadamente lento de su gran líder histórico.
Desde que trascendió la convocatoria a la reunión celebrada en la marquesina de la residencia de Balaguer, se comenzó a hablar de que volarían cabezas. Incluso se publicó que algunos querían la presencia de delegados de la Junta Central Electoral para que certificaran las decisiones.
Las mismas especulaciones persisten de cara a las asambleas del día primero, pero ninguno de los dirigentes consultados creen posible tal ocurrencia.
Dos grupos enfrentados
Lo que quedó en indiscutible evidencia una vez más son las extremas limitaciones físicas del extraordinario político. A la vista y consciencia de todos los reformistas está la certidumbre de que Joaquín Balaguer no da para más, que está agotando sus últimos hálitos de vida en lo único que le ha apasionado en los 95 años que cumplirá el primero de septiembre.
Está haciendo “sus últimos y supremos esfuerzos”, reconoció impresionado uno de sus seguidores, que como otro advirtió que el desafío del PRSC es sobrevivirle, lo que comienza con una participación en los próximos comicios que dependa de la fuerza de cada candidato. Ni hablar de otro “vuelve y vuelve”. En todos los sectores se descarta.
Es que ya casi no puede moverse. Es cargado que lo movilizan de un lado a otro, aunque con la enorme voluntad que lo caracteriza, intenta caminar delante de sus seguidores, algunos de los cuales se retirarán de la política cuando él se extinga definitivamente. Pero la mayoría proseguirán la carrera política en la que han cosechado posiciones, éxitos, nombradía y fortunas.
Varios, como Jacinto Peynado, Carlos Morales Troncoso, Quique Antún, Reid Cabral y Guillermo Caram, se han estado preparando para el final del balaguerismo, por lo que son impugnados por los más ortodoxos y tradicionales seguidores del caudillo, por sus parientes y por aquellos que él más ha distinguido personalmente.
Entre estos últimos se cuentan Ney Arias, Víctor Gómez Bergés, Liselotte Marte, Luis Toral, Joaquín Ricardo, Alexis Joaquín Castillo, Eduardo Estrella, Leopoldo Pérez Sánchez y Ramón Pérez Martínez.
En este grupo se acusa a Antún, Reid, Leonardo Matos Berrido, Héctor Rodríguez Pimentel y Angel Lockward de colaboracionistas del gobierno de Hipólito Mejía. Los tres últimos son funcionarios.
Los cuestionamientos a estos comenzaron desde la campaña electoral, cuando varios de ellos se inclinaron hacia Hipólito Mejía ante la eventualidad de una segunda votación definitoria. Ahora a Lockward se le acusa de actuar “con desparpajo” y reunir reformistas en la secretaría de Industria y Comercio. “Su posición es irresistible, no puede seguir esa actitud dual y ese protagonismo que hiere al partido”, expresó uno de los consultados.
A Antún se le impugna haber cenado con el presidente Mejía la semana pasada, aun cuando el principal colaborador reformista del actual mandatario es el propio Balaguer, con quien se ha reunido ya unas diez veces desde su triunfo electoral hace trece meses.
Ni Balaguer podría
A pesar de que algunos no ocultan su deseo de ver volar cabezas en la dirección del partido colorado, se reconoce que tal cosa es más que improbable, y que podría poner en peligro la unidad del partido en la delicada transición en que se encuentra.
Más aún, no se recuerda un solo caso en que Balaguer hubiese realizado una limpieza de dirigentes. Más bien, jugaba con ellos en “su gracia o desgracia”, pero son sacrificarlos. Ahora ya no podría. Y es que el caudillo ya no se vale por sí mismo para nada y carece de las fuerzas necesarias para embarcarse en una aventura que no ejecutó no cuanto estaba en plenitud de poder.
Pero además, entre los cuestionados muchos suman a Jacinto Peynado y Carlos Morales Troncoso, primero y segundo, mientras Antún es el tercero, en las preferencias registradas en las encuestas de los últimos años, tanto dentro del partido como en el universo de los electores.
Tanto Peynado como Morales han hecho esfuerzos por situarse por encima de las luchas grupales y casi son terceristas como Caram, pero en una hora de decisiones se inclinarían por el lado de los actuales ejecutivos del partido.
De manera que hay consenso entre los reformistas en cuanto a que la asamblea del día primero no traerá mayores sorpresas. “La asamblea es soberana, pero no esperen sorpresa. Balaguer está obligado a mantener una dirección colegiada”, expresó uno de los dirigentes consultados.
Las energías tendrán que ser canalizadas a la colocación de seguidores entre los 250 nuevos miembros del Directorio Central que serán escogidos. Los actuales no serán tocados. La asamblea podría concluir dando poderes a Balaguer para que él solo duplique los actuales dirigentes hasta completar 500.
Lo mismo podría hacer con los que serán adicionados a la Comisión Ejecutiva de 11, informalmente ampliada a 25 y que ahora tendrá que ser llevada a 30.
La acumulación de fuerza en la comisión y el directorio, abre perspectivas para la colocación de candidatos congresionales y municipales el año próximo y del triunfo de éstos se afirman las posibilidades de obtener la nominación presidencial para el 2004, cuando el PRSC tendrá que debutar definitivamente sin Balaguer.
Aunque hay pugnas internas y contradicciones, los reformistas se han manejado con bastante habilidad política, sin asumir posiciones extremas, reafirmándose como centristas entre los dos polos que configuran perredeistas y peledeistas. Sus diferencias no son aireadas al estilo del PRD y no llegan a posiciones dogmáticas como en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Entre sus dirigentes existe clara conciencia de que ellos tendrán que deslindarse pronto del gobierno, pero manteniendo distancia del PLD con el que compiten por la importante segunda posición partidista a partir de una oposición constructiva y propositiva, como la que implican los encuentros semanales con la prensa.
El PRSC se empeña en mejorar su imagen como partido de la democracia. Sus dirigentes son de los más presentes en las actividades de instituciones de la sociedad civil con la que se llevaban mal, como Participación Ciudadana.
En la misma dirección se inscriben los encuentros en su local con dirigentes de otros partidos y de instituciones sociales y comunicadores a los que han invitado para abiertos intercambios de ideas y posiciones.
Y los resultados obtenidos han sido positivos, hasta el punto de que ya muy pocos discuten si el partido colorado sobrevivirá a su caudillo fundador. Ahora la atención pública se centra en quiénes quedarían con el poder partidario y con qué perspectivas de reafirmar una organización democrática con vocación de poder.
Las próximas asambleas ordinaria y extraordinaria marcarán la pauta. Pero se puede apostar a que seguirán el curso de la reunión en la casa misma de Balaguer: se reafirmaría el nuevo poder de los 7, que tendrán también la misión de dirigir el proceso de selección de los candidatos para los comicios congresionales y municipales, para lo cual tendrán que contar con los Peynado, Morales y Antún, depositarios del poder popular después de Joaquín Balaguer.-