Encuentro domínico-haitiano

Por Juan Bolívar Díaz
17_05_2015 HOY_DOMINGO_170515_ Opinión9 A

Fue bien fructífero y reconfortante el encuentro sostenido el pasado fin de semana en Puerto Príncipe por dos docenas de periodistas de las dos naciones que comparten la isla, demostrativo de que es posible abonar el terreno del entendimiento, la fraternidad y la solidaridad que deben caracterizar las relaciones de dos pueblos vecinos, hermanados para siempre por la geografía insular y por orígenes, procesos y destinos comunes.

La iniciativa fue de una docena de dominicanos y dominicanas, que quisimos comprobar si en Haití había también comunicadores en capacidad de superar los prejuicios y los resentimientos para poner en primer plano las cosas que nos unen y rechazar el discurso del odio. Tuvimos el estímulo de diplomáticos y empresarios dominicanos que comparten la necesidad de mejorar el clima de la comunicación entre los dos pueblos.

Se trataba de proseguir ensayos periodísticos bilaterales, a nivel gremial y académico, el último hace apenas un par de años cuando la Unesco y la Universidad Católica Madre y Maestra auspiciaron un programa con periodistas de los dos países para promover la cobertura de temas de interés común.

Quisimos iniciar con un pequeño núcleo, sin crear muchas expectativas, sin anuncios previos, en parte porque no sabíamos con certeza cómo sería acogida la iniciativa. Desde el primer contacto comprobamos que los colegas haitianos a quienes invitamos nos recibieron con calidez y alegría, como si hace tiempo hubiesen estado esperándonos.

La diversidad de lenguas que nos impusieron los colonizadores de la isla implicaba limitaciones pero no fue un obstáculo. Dos de los nuestros y tres de ellos hicieron el papel de traductores. Comprobamos que los periodistas haitianos nos llevan una ventaja, muchos de ellos entienden bastante nuestra lengua, y entre nosotros pocos dominamos la de ellos. Leen nuestros periódicos digitales, escuchan emisoras y se interesan por nuestros asuntos.

No costó mucho esfuerzo ponernos de acuerdo para una declaración conjunta enteramente positiva y constructiva que se escribió en español y francés. Nadie objetó nada ni intentó colar el mínimo prejuicio o resentimiento. Se recogieron numerosas propuestas de intercambio, incluyendo de pasantías, de colaboración en el trabajo periodístico, de promoción de corresponsalías y aprendizaje de los dos idiomas. Nos constituimos en comisión bilateral para incorporar a muchos otros colegas a este empeño solidario, y acordamos un próximo encuentro en Santo Domingo.

La declaración conjunta proclama que “Los medios de comunicación y los periodistas deben jugar un papel fundamental en la promoción de una cultura de respeto, de tolerancia y de entendimiento entre los dos países de la isla, en la promoción de la verdad y la objetividad en las informaciones”. Indica que “como pueblos y como naciones tenemos particularidades, pero también raíces y expectativas comunes que debemos reconocer y reivindicar”.

Advierten “la sensibilidad del tema de las migraciones, de la necesidad de su ordenamiento y limitaciones, pero también de que se reconozca el aporte de los inmigrantes a la producción y se les brinde en toda circunstancia el trato que corresponde a su dignidad humana en el marco de los derechos universalmente reconocidos y de los convenios internacionales”.

Ponderan las iniciativas gubernamentales, de grupos empresariales y de la sociedad civil de ambos países que promueven el entendimiento y proyectos de desarrollo, pero también piden que se asuma con mayor voluntad la misión encomendada a la Comisión Mixta Bilateral para concretar acuerdos y cooperación en los ámbitos de la migración, el comercio, inversiones, protección del medio ambiente, seguridad, educación y salud.

Fue alentadora la presencia en algunas de la sesiones de Suzy Castor y Evelyn Margrón, viudas de dos ilustres haitianos que persistieron hasta su temprana muerte en sembrar la semilla del entendimiento entre haitianos y dominicanos, Gerard Pierre Charles y Guy Alexandre. Sus espíritus indomables inspiraron el encuentro.