Eclipse democrático al interior del PLD

Por Juan Bolívar Díaz

Aunque sujeta a  un plebiscito aprobatorio, la decisión de los integrantes del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) de auto prolongarse por cinco años su estatus de dirigentes y por dos a la dirección media constituye un paso más en el eclipse de la democracia  interna en esa organización política.

 En lo inmediato acentúa el poder de la cúpula gobernante, especialmente de su líder el presidente Leonel Fernández, y obedece al temor de someterse al veredicto de las bases, pero también busca evitar luchas internas que pudieran debilitar el partido de cara al desafío electoral del 2012 que conlleva elección de candidato en pocos meses.

Sorpresiva decisión.  La auto prolongación del período  de los  integrantes del Comité Central (CC) del PLD, en la reunión efectuada el sábado 9 de octubre, sujeto a la aprobación de  un plebiscito no estatutario, sorprendió a la militancia partidista y  a la opinión pública. La prórroga implica también al Comité Político (CP) que “es el organismo ejecutivo del Comité Central”, integrado por el presidente, el secretario general y 23 miembros electos por  el CC. Decidieron también prolongar, pero sólo hasta después de las elecciones del 2012 el mandato de los dirigentes provinciales, municipales e intermedios.

La forma de elección de los integrantes del CC “por un período de cinco años”, según el artículo 13 de los Estatutos del PLD, está señalada en el artículo 16 que establece “el voto secreto y universal de la mayoría simple y no menor del 33 por ciento de los votos”. Se consagra la elección de 382 miembros, a los cuales se suman “de pleno derecho” los integrantes salientes del CP y los ex miembros del mismo con militancia ininterrumpida en el partido. 100 deben ser electos por todos los militantes del partido, 235 por los militantes que sufraguen “en cada lugar”. Otros 17  por los miembros de las seccionales del exterior y 30 más por el Comité Político que cesa en sus funciones.

Se estima que el CC actual tiene 400 miembros, de los cuales el 75.55 por ciento asistió a la reunión del sábado 9 que escogió la Comisión Organizadora del Congreso que debe reunirse cada cinco años, señalado como “el más alto organismo de dirección del partido” y que integran los miembros del CC, y los presidentes de los comités provinciales, municipales, intermedios, de las circunscripciones electorales y de las seccionales.

Minimización del partido.  La prolongación del período de la alta dirección es considerada  un paso adicional en el “proceso de minimización” a que viene sometido el PLD en aras del liderazgo cuasi  caudillista del presidente Fernández, quien concentra la dirección del partido en el Comité Político de 25 miembros, casi todos altos   funcionarios de su gobierno y por tanto subordinados a él.

 Hace tiempo que en el PLD se considera que el CP es el único  organismo operante. Los miles de comités de base e intermedios, como los provinciales y municipales ya no se reúnen  ni son consultados ni elaboran planes ni propuestas como en los orígenes. El CP tampoco ofrece los informes que eran costumbre en la organización. El CC se reúne más o menos cada año pero no delibera ni traza políticas y muy pocos de sus integrantes se muestran dispuestos a “romper el consenso grupal” que favorece al doctor Fernández.

La desestructuración es tan grande que ya nadie sabe cuántos son los comités de base ni los intermedios, aunque se supone que suman decenas de miles. Sus dirigentes han quedado atrapados en redes clientelares aceitadas por la acumulación de dinero en los altos dirigentes que reparten favores gubernamentales, instrumentándolo todo, al decir de uno de los dirigentes que todavía reivindican los orígenes del partido.

La corrupción al interior del PLD quedó al desnudo y fue denunciada por dirigentes medios que acudieron a la televisión quejándose del predominio del dinero y el poder de los funcionarios gubernamentales y municipales  en la elección de los candidatos para las elecciones congresuales  y municipales de mayo pasado.

El miedo a las bases.  Aunque hay mucha disensión en el PLD por la auto prolongación del período,  pocos  se han atrevido a  expresarlo públicamente, incluyendo a un puñado de miembros del CC, como los senadores Charles Mariotti y Euclides Sánchez, y especialmente Luis Incháusti, quien la considera “una violación y traición a las ideas y principios democráticos que  encarnó el profesor Juan Bosch”. Este combativo dirigente que se proclama defensor de las bases llegó a sostener esta semana que de los 25 miembros del CP sólo José Joaquín Bidó Medina, Lidio Cadet  y  José  Tomás Pérez han escapado a la corrupción.

Para un talentoso cuadro político peledeísta la extensión del mandato obedece al temor de muchos dirigentes de someterse al veredicto de las bases. Otro cree que la decisión forma parte de un proceso para preservar el liderazgo político del doctor Fernández ante el hecho cada vez más evidente de que tendrá que dejar la presidencia de la nación en el 2012. El presidente del Comité Provincial del PLD en Santiago, Monchy Rodríguez, fue citado por HOY diciendo que la decisión expresa una “posición unitaria alrededor del liderazgo nacional que preside Leonel Fernández”.

La prolongación fue aceptada o por lo menos no  objetada por  los aspirantes a la candidatura presidencial del PLD, incluyendo al principal Danilo Medina, atendiendo al criterio expresado por el secretario general Reinaldo Pared Pérez de que obedece al interés de que el partido acuda unido a las elecciones del 2012. Pero la evidencia de que favorece el liderazgo de Fernández, es que el Comité Central es prolongado por cinco años y los dirigentes de los organismos medios sólo hasta después de las elecciones. Eso quiere  decir que de ganar la elección presidencial otro peledeísta tendrá que manejarse más de tres cuartas partes del período con el mismo comité central de Leonel Fernández.

No quieren riesgos

Seguidores de Danilo Medina explican que aceptaron la prolongación convencidos de que hay que evitar  las posibilidades de que una competencia por los cargos provoque enfrentamientos entre danilistas y leonelistas que se traduzcan en mayores segmentaciones y debiliten la unidad del partido.

Se puso de ejemplo que había una decena de dirigentes con aspiraciones de ser electos para secretario general, citándose entre ellos a Aristipo Vidal, Manuel Crespo, Luis de León, Radhamés Jiménez, Rubén Bichara, Simón Lizardo y Carlos Amarante Baret.

Por igual temían que el partido entrara en una etapa de ebullición interna fruto de las ambiciones de muchos militantes de acceder a los cargos de presidentes de los comités de base e intermedios, sobre todo de estos últimos que están incorporados a las nóminas estatales con sueldos más elevados.

En el 2008 en esta página se publicó  que 42 mil 434 presidentes de comités de base estaban en las nóminas de dos secretarías de Estado y otros 6 organismos estatales cobrando 143 millones 120 mil pesos mensuales.

También se aireó otra “Nómina Pago Inspectores” de 1,209 personas que cobraban a través del Instituto Agrario Dominicano entre 15 y 25 mil pesos al mes, que según fuentes eran presidentes de comités intermedios. Esta totalizaba 18 millones 355 mil pesos mensuales.

Cualesquiera que sean las justificaciones para auto prolongarse mandatos, inventando un plebiscito no contemplado en los Estatutos del PLD, ello revela el progresivo debilitamiento de la institucionalidad democrática del sistema partidista dominicano, con mayores repercusiones cuando afecta al partido que gobierna y controla el Poder Legislativo.

Ello explica por qué sigue engavetado el proyecto de ley de partidos políticos objeto de numerosos consensos en los últimos trece años para pautar la democracia interna de las organizaciones políticas, incluyendo la elección de sus dirigentes y candidatos.

Si el principal partido teme a la elección democrática de sus dirigentes, es difícil que ese proyecto sea convertido en ley.

Asombrosamente ni el principal partido opositor está insistiendo en reclamar su aprobación aunque fue parte de los acuerdos pactados entre el presidente Leonel Fernández y el ahora presidente del Partido Revolucionario Dominicano, Miguel Vargas Maldonado.-

 

Congreso del PRD: renovarse o morir

Por Juan Bolívar Díaz

El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) podría tener una oportunidad de renovación ideológica-programática, de reestructuración orgánica y de reposicionamiento frente a la sociedad dominicana en el Congreso que finalmente ha programado para el segundo fin de semana de octubre próximo, tras meses de discusiones.

Pero el esfuerzo podría naufragar en el mar de canibalismo interno que consume las energías de sus dirigentes, les impide elaborar políticas de oposición  y los descalifica para dirigir la nave de una nación desesperanzada de su liderazgo político y harta de contemplar el predominio de las ambiciones grupales sobre los intereses partidarios y nacionales.

Por fin habrá congreso.   Con la presencia de las dos terceras partes de sus miembros y pese a la ausencia de tres de sus precandidatos presidenciales, la Comisión Política del PRD logró el jueves aprobar el reglamento que regirá su Congreso Nacional, al tiempo que fijó sus sesiones finales para los días 9 y 10 de octubre próximo.

El evento, que llevará el nombre del desaparecido líder perredeísta José Francisco Peña Gómez, está concebido como culminación de un proceso de análisis y elaboración de propuestas para la actualización doctrinaria, la renovación programática, la reestructuración orgánica y la reconexión con los sectores sociales que la degeneración política dejó atrás, especialmente con las expectativas de los sectores populares y la clase media.

Pasaron más de dos años para que tomara cuerpo el congreso perredeísta propuesto en junio del 2008 por sectores clarividentes vinculados a las raíces de ese partido, tras la derrota en los comicios presidenciales del 2008, pero fue preciso pasar por la de mayo pasado, la cuarta caída consecutiva del partido blanco a manos del Partido de la Liberación Dominicana y una docena de grupos políticos aliados.

La idea del congreso ganó apoyo entre los sectores más identificados con los planteamientos social demócratas que bajo el liderazgo de Juan Bosch y Peña Gómez configuraron al perredeísmo como el partido de más prolongada vigencia en la historia nacional.

Fue impulsado determinantemente por el “Foro Renovador del PRD” constituido en  marzo del 2009. Dos de sus principales figuras, el dirigente de la vieja guardia Tirso Mejía Ricart, y Alejandro Abreu, de las nuevas generaciones, aparecen como presidente y secretario ejecutivo de la Comisión Organizadora del Congreso. Ha tenido el respaldo de Hugo Tolentino, Milagros Ortiz Bosch, Ivelisse Prats, Amaury Justo Duarte, Fausto Herrera, Jesús Feris Iglesias,  Regina Buret, Fafa Taveras y muchos otros

Objetivos planteados.  El congreso fue concebido a partir del documento “Relanzar al PRD para conquistar el poder, construir un nuevo país y devolverle la esperanza al pueblo”, elaborado por Luis Felipe Rosa, Ernesto Zabala y Julio Peña, del Foro Renovador, pasó por un seminario y la presentación de 68 propuestas.

Una serie de documentos han sido elaborados y propuestos a consideración de miles de dirigentes medios del PRD en todo el país, que han venido celebrando asambleas regionales y sectoriales, tras la convocatoria del Congreso en junio pasado por el presidente del partido, Miguel Vargas Maldonado, y la elección de la Comisión organizadora el 25 de julio, para fundamentar los objetivos generales contenidos en el Reglamento aprobado por la Comisión Política el pasado jueves.

El primer objetivo es redefinir la plataforma doctrinaria, a partir de la declaración de principios, destacando las reformas institucionales y políticas públicas para enfrentar los principales problemas nacionales.

El segundo es renovar el compromiso histórico con partidos de  objetivos similares y con las instituciones y asociaciones que conforman  la red social de la nación; tercero, fortalecer el espíritu de compañerismo para fomentar la unidad  partidaria, y cuarto, analizar la coyuntura nacional e internacional para recomendar estrategias para ejercer con firmeza y talento la función opositora.

Aparentemente el Reglamento dejó fuera de los objetivos la evaluación de los resultados de los comicios de este año, que se venía realizando en las asambleas regionales y de los frentes de masas. Tampoco señala el objetivo de revisión de la estructura del partido, incluido entre los fundamentales por los promotores del congreso.

De haber sido el partido con mejor organización nacional, tras la muerte de Peña Gómez, el PRD ha devenido en una estructura infuncional.  Una Convención del 28 de noviembre del 2004, aprobó nuevos estatutos, modificados posteriormente por otra en julio del 2005. Establecieron los Comités de Colegios Electorales, que a su vez incorporarían sus tradicionales comités de base, pero estos han desaparecido sin que se constituyeran los nuevos. También son infuncionales su Comité Ejecutivo Nacional, que tiene unos 1,800 miembros, y no se renuevan los directivos de los comités provinciales, municipales y zonales. La Comisión Política, con 240 miembros, que debe sesionar cada semana, apenas lo logra tres o cuatro veces por año.

Terrible canibalismo.  El principal mal que afecta al partido blanco es la lucha interna sin tregua ni consideraciones. Uno de los documentos de reflexión que circulan entre los perredeístas sostiene que “En el PRD actual no hay afectos, sólo competencias caníbales. Si no reconstruimos los afectos, será imposible avanzar, salir del hoyo, superar la crisis”.

La lucha grupal se alimenta actualmente en los tempranos ajetreos por asegurar la candidatura presidencial para los comicios del 2012, para los que aún faltan 20 meses, protagonizada principalmente entre los grupos que favorecen a Vargas Maldonado y al ex presidente Hipólito Mejía. Este último luce en crecimiento en las encuestas, lo que tiende a agudizar la confrontación. También intervienen los grupos que promueven a Luis Abinader, a Guido Gómez Mazara y a Eligio Jáquez.

Representantes grupales llevan semanas tratando de consensuar una comisión organizadora de la Convención que elegirá el candidato presidencial, sin haberlo logrado. En la reunión del jueves se dijo que están en “un punto muerto”.

Esta semana trascendió que los de Mejía, Abinader y Gómez  proponen que la presida Enmanuel Esquea  y los de Vargas plantean a Milagros Ortiz. Ambos son considerados personas invulnerables, incapaces de prestarse a manipulaciones y dijeron el viernes que a ellos no les han propuesto nada. Hay quienes creen que las diferencias están en el resto de los integrantes.

Aunque uno de los objetivos del Congreso, aceptado por algunos a regañadientes, es fortalecer la unidad partidaria, las luchas internas, podrían hacerlo naufragar o convertir sus resoluciones en letra muerta. Tras la reunión de la Comisión Política el jueves se anunció una sesión para la próxima semana para dejar integrada la Comisión Organizadora de la Convención que elegirá el candidato.

Los más sensatos entienden que esa elección procede después del Congreso para evitar que la lucha por la candidatura lo haga naufragar. En un documento del 9 de julio, Fafa Taveras, uno de los mejores analistas del partido, sostenía que “una competencia interna sin la restauración de la institucionalidad partidaria y sin una plataforma común que recupere la esencia socialdemócrata que nos defina, es una locura y sólo servirá para atomizarnos”. Taveras proclamó esta semana por Teleantillas que al PRD sólo le queda renovarse o desaparecer como opción política real, y que no aguanta más fuera del poder.

De lo sublime a lo ridículo

Desde su fundación en Cuba, en 1939, durante el exilio antitrujillista, el PRD ha sido un partido de liderazgo múltiple, con organismos en los que  se discute y se expresan disensiones, aún bajo las fortalezas de Juan Bosch y Peña Gómez. En sus orígenes, además de Bosch, tuvo a Juan Isidro Jiménes Grullón, Virgilio Mainardi Reyna, Angel Miolán, Nicolás Silfa, Leovigildo Cuello, Cotubanamá Henríquez, Luis F. Mejía y Juancito Díaz, repartidos entre La Habana, Caracas, Nueva York y México.

Desde su primera convención para elegir los candidatos a los comicios de 1962 hubo conflicto. Bosch no aceptó el candidato a la vicepresidencia escogido, Buenaventura Sánchez Félix y pocos días después hubo que repetir la elección, recayendo en Segundo Armando González Tamayo. Los conflictos han matizado todas sus elecciones posteriores.

Los tres comisionados que lo instalaron en el país en de julio de 1961 (Angel Miolán, Nicolás Silfa  y Ramón Castillo), salieron poco después de la organización, aunque el primero retornó años después.

Aunque tiene 71 años de fundado, y va para 50 de establecido en el país, el PRD sólo ha gobernado 12 años y 7 meses, con cuatro presidentes diferentes Bosch, Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía. Sus partidos competidores en medio siglo sólo han tenido un presidente cada uno: Joaquín Balaguer con 6 períodos, y Leonel Fernández que ya agota el tercero.

Hay quienes creen que el PRD ha sido el más democrático internamente de los partidos dominicanos. Pero dentro de una cultura poco democrática, pasa sistemáticamente la raya que separa lo sublime de lo ridículo para caer en la anarquía.-

 

El continuismo es endémico en RD

Juan Bolívar Díaz

La República Dominicana registra el 36 por ciento de las 14 reelecciones presidenciales ocurridas en América Latina en los últimos 40 años, duplicando a los otros siete países donde se han producido, y Joaquín Balaguer es el líder indiscutible con cuatro, con un intervalo de ocho años, seguido del peruano Alberto Fujimori, quien logró dos.

Más de un centenar de presidentes latinoamericanos se han retirado definitivamente tras cumplir sus períodos de gobierno, mientras apenas una decena logró retornar al poder tras uno o más períodos de alternabilidad.

Muy pocas reelecciones.  Cuando se pasa balance al proceso político latinoamericano de las últimas cuatro décadas se comprueba que, contrario al planteamiento nacional de que el poder no se abandona, las reelecciones presidenciales han sido mas bien excepciones que norma, y sólo República Dominicana y Brasil y Perú registran más de dos.

De dieciocho países latinoamericanos, excluyendo a Cuba, donde no ha habido comicios con más de un partido, sólo en seis se han producido reelecciones de los presidentes, ninguna de ellas en las naciones centroamericanas, donde más de 50 mandatarios se han retirado tras cumplir períodos de cuatro años de gobierno.

La República Dominicana es la líder en el reeleccionismo latinoamericano de las últimas cuatro décadas, cuando se ha fortalecido la tendencia a elegir sus gobernantes, aunque varios países, particularmente sudamericanos, pasaron por regímenes militares, el más prolongado en Chile donde se extendió por 17 años.

Joaquín Balaguer encabeza con amplia ventaja la lista de los gobernantes que han sido reelectos en esos 40 años, habiéndolo logrado en dos etapas, la primera en 1970 y 1974, y tras un intervalo de 8 años fuera del poder, nuevamente en 1990 y 1994. A esas cuatro hay que sumar la conseguida en el 2008 por el presidente Leonel Fernández, para totalizar cinco, que son el 36 por ciento de las 14 reelecciones ocurridas en la región.

Brasil y Perú son los otros países de la región donde se han registrado más de una reelección. En el primer caso por los presidentes Fernando Henrique Cardoso, que gobernó entre 1995 y 2003, y Luiz Inácio Lula da Silva, quien el año próximo concluye el período iniciado en el 2003. El peruano Alberto Fujimori es, aparte de Balaguer, el único que ha conseguido dos reelecciones consecutivas, aunque no pudo concluir su tercer mandato, habiendo gobernado del 1990 al 2001.

Los otros cinco presidentes que consiguieron una segunda elección consecutiva (una sola reelección) fueron Raúl Menem en Argentina (1989-99), Álvaro Uribe en Colombia (2002-10), Evo Morales en Bolivia (2005-15), Rafael Correa de Ecuador (2007-13) y  Hugo Chávez en Venezuela (1999-2013). Este tiene en realidad tres elecciones consecutivas, porque acortó su primer período a dos años tras una nueva Constitución.

Los que regresaron.   Son apenas diez los presidentes latinoamericanos que han logrado retornar al poder entre el 1970 y el 2010, después de por lo menos un período de intervalo. El primero en lograrlo fue Juan Domingo Perón, en Argentina,  el que más tiempo tardó en volver, del 1955 en que fue derrocado al 1973, pero para morir un año después. Le siguieron los venezolanos Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera, quienes iniciaron sus segundos períodos en 1989 y 1994. Habían concluido sus primeras gestiones en 1979 y 1974, respectivamente.

Oscar Arias, de Costa Rica, retornó en el 2006, tras haber gobernado entre 1986 y 1990. El peruano Alan García salió del poder en 1990 para retornar en el 2006 y Daniel Ortega salió también en 1990 y volvió en el 2007. En Bolivia Gonzalo Sánchez de Lozada fue presidente entre 1993 y 97 y volvió a ser electo en el 2002, pero fue desplazado al año siguientes  por una asonada popular. Jean Bertrand Aristide y René Préval, en Haití,  también registran dos elecciones con intervalos cada uno, el primero en 1991 y 2001 y el otro en 1996 y 2006. El décimo que volvió fue Leonel Fernández, quien lo consiguió sólo 4 años después de haber salido del poder en el 2000.

Durante las cuatro décadas indicadas la República Dominicana, Colombia, Guatemala y Costa Rica son de los que más elecciones con intervalos regulares han tenido, 11 en cada caso. México y Venezuela registran menos porque sus períodos presidenciales han sido de 6 años en el primer caso, y de 5 y ahora 6 en el segundo.

Han sido muy escasos los que han fracasado en el intento de volver tras un intervalo fuera del poder. Más de un centenar se resignó a un solo período. Por ejemplo en los seis países de América Central, incluyendo a Panamá,  ha habido 53 presidentes electos y sólo Arias y Ortega se repostularon y volvieron después de haber dejado el poder.

Puro providencialismo.   El continuismo que hasta mediados del siglo pasado fue una epidemia política en América Latina, está fundado en el providencialismo. Comienza siempre proclamando imprescindible al gobernante de turno, que al principio se sonroja, luego deja correr la pelota y al final entra al juego, a menudo incentivado por temor a que su partido pierda el poder y le pasen cuenta por malversaciones y hasta crímenes.

El primer pretexto para alentar las ondas reeleccionistas es que si el mandatario se acoge a la Constitución y proclama que no se va a repostular, “lo dejan solo” y se debilita el gobierno. Eso obliga a sus partidarios a hacer el coro o por lo menos guardar discreto silencio para no caer en desgracia, mientras se prepara el escenario para la continuidad.

Cientistas sociales como Daniel Zavatto, quien ha venido múltiples veces al país, atribuyen el continuismo a las debilidades institucionales, la personalización de la política y al hiperpresidencialismo. Siempre tiene un costo institucional, democrático y hasta económico, pues se practica abusando de los recursos del Estado.

En el caso dominicano el continuismo invade todas las instituciones y los funcionarios y líderes no conciben el retiro. Don Antonio Guzmán no pudo pasar la prueba de la descompresión del poder y prefirió suicidarse. Hipólito Mejía intentó continuar en medio de una terrible crisis financiera cuando muy pocos lo veían posible, y ya está en ajetreos para retornar. Balaguer, ciego, quería volver a los 94 años, y Juan Bosch fue candidato con dificultades mentales y casi nonagenario.

Pero la renuencia al retiro supera la política y se constituye en una endemia cultural en el país. Por eso los actuales jueces de la Suprema Corte interpretaron que no se les puede aplicar la ley de carrera judicial que plantea su retiro a los 75 años, aún cuando le garantiza el 90 por ciento de su salario, como justa compensación. Tres extraordinarios directores de periódicos, Don Rafael Herrera, Germán Ornes y don Mario Álvarez, murieron en sus puestos de mando, pese a sufrir largas enfermedades. Y glorias del béisbol como Samuel Sosa y Pedro Martínez han rehuido proclamar su retiro.-

El tercero traumático

El planteamiento de que un tercer período de gobierno consecutivo es dañino se convierte en un axioma, a la luz de la historia latinoamericana. En el caso de Joaquín Balaguer desde su primera reelección en 1970 medió la fuerza militar y el abuso total del poder. Lo mismo ocurrió en 1974. Esas dos elecciones no catalogan como democráticas. Y la siguiente, en 1978, concluyó en derrota y una grave crisis política cuando intentó desconocer por la fuerza ese  resultado.

Lo mismo ocurriría en el segundo período de gobiernos balagueristas, con sus reelecciones  de 1990 y 1994, ésta última derivada en la peor crisis política nacional tras la guerra civil y la intervención norteamericana de 1965.

El caso de Alberto Fujimori en Perú es paradigmático. Logró una cómoda y fácil reelección en 1995, tras haber tenido suerte con la captura del líder de Sendero Luminoso Abimael Guzmán y con la estabilización de la economía que había encontrado maltrecha en 1990. Para repostularse la primera vez hubo de reformar una Constitución que la prohibía, instituyendo una reelección. Para buscar una segunda reelección sustituyó tres jueces del Tribunal Constitucional para conseguir una “Ley de interpretación auténtica”, según la cual con la nueva carta magna se contaba de nuevo y por tanto podía postular para un tercer período consecutivo. Es justamente lo que postulan aquí quienes plantean que las elecciones del presidente Leonel Fernández anteriores a la Constitución proclamada en enero no cuentan para la prohibición de la reelección inmediata que postula su artículo 124, lo que, según esa “interpretación auténtica”, le permite postularse de nuevo en el 2012.

Para lograr el tercer período consecutivo, Fujimori pervirtió no sólo el Tribunal Constitucional, sino muchas otras instancias democráticas, y Vladimiro Montesinos compró políticos, comunicadores y hasta empresarios y religiosos. Se impuso a todo costo, pero la explosión de los “Vladivideos”, desató una crisis política que lo obligó a huir del Perú cuatro meses después, en noviembre del 2000. Extraditado en el 2007 cumple condenas que suman 32 años de cárcel por latrocinio, matanzas, secuestros y abuso de autoridad.

 

¡Por Dios Narciso, no exageres!

Por Juan Bolívar Díaz

Perdóname que utilice este espacio público, Narciso, para expresar mi sorpresa y hasta indignación porque un hombre ya viejo como tú, abuelo por demás, tenga que apelar a la exageración, y posiblemente hasta la mentira, para desacreditar una de las instituciones fundamentales de nuestra sociedad, la Policía Nacional.

Deberías saber que es muy difícil que te creamos la absurda versión de  que un oficial policial ordenó que te agredieran a patadas, y menos aún que sea cierto que te rompieron tres costillas, cuando cometiste la imprudencia de sumarte a un par de cientos de jóvenes que intentaban marchar, armados de flores, hacia el Palacio de la Policía Nacional.

Oye Narciso, ni en los peores tiempos de la represión balaguerista, cuando llegamos a contar un asesinato político cada 28 horas, como ocurrió en 1970, a ningún policía se le ocurrió entrarte a patadas ni romperte costillas. Y mira que tú diste carpeta. Me consta porque en algunos de esos años me tocó ser reportero y dar especial seguimiento a la represión política.

Creo que tu exageración es más deplorable porque quien gobierna el país y es el comandante supremo de la PN es el doctor Leonel Fernández, que te ha distinguido y cuando te alcanza a ver en algún lugar público, se acerca para saludarte. Él no permitiría que quedara en la impunidad una agresión de esa naturaleza en tu contra.

Además, de haber sido cierto, hace rato que los editoriales de los diarios y los comentaristas de radio y televisión –y ahora si somos muchos Narciso, no como en aquellos tiempos- habrían exigido a unanimidad una reparación de tal iniquidad.

Como tampoco puede ser cierto que le entraran a macanazos a esos muchachos, bastante revoltosos, por cierto, que arman grupos de facinerosos con nombres tan descriptivos como La Revuelta, La Multitud, Forjando Patria, o Toy Jarto ya. Creían que porque llevaban flores en las manos tenían derecho a llegar hasta el palacio policial con un lema como “Policía no me mates, yo me paro pero en lo claro”. Todo un escándalo porque nuestros agentes del orden mataron a dos o tres imprudentes que no atendieron a tiempo la señal de pare en calles medio oscuras de tu ciudad.

No Narciso, no es fácil entender que un abuelo como tú se mezcle con esos muchachos para desafiar a las autoridades y que se resistan en vez de colaborar con la magnífica labor profiláctica que realiza nuestra PN al mando del mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín.

Si no lo sabías, en los tres años que este mes cumple nuestro Cirujano al mando de la PN han muerto más de mil doscientos antisociales en intercambios de disparos con los agentes del orden. En 2008 fueron oficialmente 457, tan sólo 1.3 por día. Y el año pasado parece que se produjo una reducción a sólo 1 cada día. En este año hemos perdido la cuenta, pero aunque son muchos, no se espera que supere el récord de hace dos años.

Fíjate Narciso que el reconocimiento a nuestro comandante policial es tan fuerte que el miércoles estuvo disertando nada menos que en el almuerzo mensual de la Cámara Americana de Comercio. Apuesto a que allí nadie le preguntó de dónde sacan sus agentes licencia para en este “Estado de derecho” fusilar a cientos de muchachos casi todos menores de 30 años, pobres pobladores de la marginalidad urbana, muchos de ellos aficionados al robo y el asalto. Aunque como en todo en la vida con frecuencia se cometen errores, que son “subsanados” con la destitución de los responsables.

Tienen los agentes tanta puntería que aunque de paso se han llevado muchachas y ancianos y hasta un sacerdote, todavía no se han equivocado en Naco o Piantini con el hijo de un tutumpote, como decía tu amigo Juan Bosch.

No Narzo, déjate de cuentos y de amenazas de demandar a la PN, que tú sabes que eso no llega a ningún lado. Tú lo que tienes que hacer es dar gracias a Dios, a Leonel, y al general Guzmán porque al fin de cuentas sólo te rompieron tres costillas. Después de casi medio siglo dando carpeta a las fuerzas defensoras de la civilización.

Y es más si tu denuncia fuera cierta, hasta yo estaría demandando una reparación. Caramba es que yo también soy abuelo y el tiempo no me ha encallecido el alma!

 

Por qué no da entrevistas Leonel

Por Juan Bolívar Díaz
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La pregunta volvieron a formularla esta semana varios comunicadores: por qué no da entrevistas el Presidente Leonel Fernández, sorprendidos por la contradicción de que siendo el mandatario tan buen comunicador, evada sistemáticamente el encuentro con los reporteros dominicanos.

Ruedas de prensa formales, como se acostumbra en el mundo democrático, son muy escasas las concedidas por el doctor Fernández en casi diez años de gobierno. Ninguna en este período que ya se acerca a su primera mitad.

En los últimos seis años  ha preferido convocar tres o cuatro almuerzos con directores de medios de comunicación para tratar temas que le interesaban.

A veces para intentar desvirtuar cuestionamientos de la opinión pública, cuando tomaban dimensión escándalos como el del contrato con la Sun Land para colocar bonos por 130 millones de dólares en el mercado internacional a espaldas del Congreso, o cuando se descubrieron las nominillas o pagos ilegales a 42 mil 434 dirigentes  de comités de base de su partido por un monto mensual de 143 millones 120 mil pesos.

Hay que convenir en que en esos esporádicos encuentros  el primer mandatario se servía con la cuchara grande del manjar comunicativo, dando verdaderos recitales demostrativos de su capacidad discursiva, y muy pocos consideraban el escenario apropiado para cuestionamientos de fondo.  Faltaba el atrevimiento de los buenos reporteros, y las crónicas que se desprendieron fueron generalmente superficiales.

No había cámaras para difundir contradicciones.

Muchos no han podido entender el muro de silencio que ha erigido el gobernante  que durante años fue profesor de comunicación social de la Universidad Autónoma, asesor jurídico del Colegio de Periodistas durante los dos años que me tocó presidirlo entre 1989 y 1981.

Lo hizo con mucha generosidad, ya que nunca cobró un centavo y jamás falló en una diligencia durante  la larga litis con la Asociación de Diarios por violación de la primera Ley de Profesionalización y Colegiación de los Periodistas.

Sin embargo, no parece tan difícil entender la opción preferencial. Si diera ruedas de prensa, ya hubiese tenido que informar, por ejemplo, quién ganó la licitación internacional convocada el 19 de octubre pasado para construir la segunda línea del Metro de Santo Domingo.

Él se comprometió en varios discursos y en la campaña del 2008 a que haría mediante concesión privada, ya que el Estado carecía de los recursos necesarios.

El plazo para cerrar la licitación vencía el 4 de diciembre pasado y casi siete meses después el gobierno ha considerado innecesario informar resultados, aunque la mayor inversión en la historia del país se está ejecutando a la velocidad de múltiples tramos, sin importar que  esté dislocando el tránsito en esta ciudad de por así caótica.

Si Leonel diera ruedas de prensa ya hace tiempo que a algún “loco reporterito” se le hubiese ocurrido preguntarle por qué no hace transparentes los ingresos y gastos de su fundación Global, como estaría obligado a hacer todo presidente de la democracia contemporánea que reclama transparencia y sanciona los conflictos de intereses..

El presidente prefiere hablar a los periodistas extranjeros porque a ellos los puede impresionar con su conceptualización sobre la era de la información y la sociedad del conocimiento y de la transparencia. Esos no podrán encararle que su gobierno se caracteriza por el ocultismo, por vivir de espaldas a la opinión pública, y por violar la mil veces concertada ley que destina a la educación un mínimo del 4 por ciento del producto interno, quedándose alrededor de la mitad, para poder hacer otras obras visibles, como Trujillo y Balaguer, no como predicó Juan Bosch.

El presidente Fernández no es sólo mudo, sino también sordo. Al final de su primer período de gobierno nos dijo, a tres periodistas amigos, que él no veía televisión nacional.

De esa manera ni se mortifica. Y nadie puede esperar que va a cambiar de rumbo, por más algarabía que se produzca.

Hay que convenir que al fin de cuentas le ha dado beneficios políticos, con buenos niveles de aceptación.

La cultura autoritaria, el presidencialismo y el lambonismo de esta sociedad lo auspician.

Y para colmo sus contrincantes políticos no logran crear ilusión de cambios anhelados.

Ya no hay Juan Bosch ni Peña Gómez.

 

El PRD se consume en su propia salsa

Por Juan Bolívar Díaz
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Los resultados de las recientes elecciones muestran que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) está en proceso de desgaste, pues perdió más de 8 puntos en los últimos seis años, y que debe su aplastante victoria a una amplia alianza que se nutre de la repartición del Gobierno y a un espectacular clientelismo.

 Mientras consumiéndose en su propia salsa y sumido en un mar de confusiones ideológicas y errores estratégicos, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) fue incapaz de capitalizar las insatisfacciones de la sociedad, cosechando su cuarta derrota electoral consecutiva.

El PLD en declive.  Aunque parezca contradictorio, a la luz de su aplastante victoria electoral, el PLD registra un proceso de reducción de su propia votación, lo que muestra un declive ante el electorado nacional, manteniendo apenas dos puntos de ventaja sobre su principal contrincante, el PRD, en el nivel congresual. De nuevo debe su poder a los votos aportados por sus aliados que esta vez fueron 13 partidos.

No puede pasar desapercibido que la votación obtenida por el partido de Gobierno ha venido declinando desde el 49.02% que obtuvo en las presidenciales del 2004, al 46.35% en las congresionales del 2006, al 44.94% en las presidenciales del 2008, y a sólo 40.82% en el nivel congresual el pasado día 16, lo que implica una caída del 8.2% desde que volvió al poder hace 6 años. Aún así todavía la votación peledeísta superó la del PRD en 2.37%.

La diferencia que marcó la barrida en 31 de las 32 provincias y en la mayoría de los municipios la aportaron por cuarta elección seguida sus aliados. La votación de la coalición del PLD fue 57.11 por ciento en el 2004, reducida al 52.31 en el 2006, para subir al 53.83% en el 2008 y ahora 54.62%. Como partido, el PLD perdió 422 mil 541 votos en seis años, a pesar de que los electores se incrementaron en 1 millón 95 mil 694.

En el mismo período de las últimas cuatro elecciones nacionales, el PRD tuvo un crecimiento casi inverso a la caída del PLD, del 7.78 por ciento, y ahora aumentó su votación en 162 mil 062 sufragios. Con sus aliados, el crecimiento fue del 8.24% pero aún así se mantuvo con 12.73% por debajo de la coalición oficialista.

Lo que indican estas cifras es que el incremento de los partidos aliados de 7 a 13, sumándose los votos del Partido Reformista Social Cristiano, es lo que le ha permitido al PLD mantener su hegemonía.

Tan amplia coalición se debe a las habilidades del presidente Leonel Fernández para sumarse votos, cediendo a cada grupo de apoyo una “cuota de poder”, que no es otra cosa que opción a empleos y recursos estatales a discreción.

El pacto con Leonel.  El pacto que firmó el 17 de mayo del 2009 con el presidente Fernández para viabilizar la aprobación de la Constitución del mandatario acabó de catapultar a Vargas a la presidencia del PRD, pero estaba llamado a constituirse en un tremendo fiasco estratégico de cara a sus expectativas de “avanzar en el 2010 para ganar en el 2012”. Él estaba en camino de lograrla, pero el pacto se la facilitó, siendo en definitiva el único beneficio que le reportó aquella manifestación de jinete solitario.

Vargas y el PRD quedarían atados a un pacto que los condujo a aprobar una Constitución de aspectos extremadamente conservadores que contradicen el liberalismo social demócrata como el artículo que declara inviolable la vida “desde la concepción”, planteamiento fundamentalista excluyente hasta del aborto terapéutico, o el que subordina a la propiedad privada el derecho de acceso a las playas y ríos, o el que hubiese privado a Peña Gómez del derecho a la nacionalidad dominicana.

Lo peor para el PRD es que el pacto acordado sacó de la Constitución la prohibición de volver a la presidencia de la República después de dos postulaciones consecutivas, prolongando la vida política del doctor Leonel Fernández, constituido en nuevo caudillo nacional, y permitiendo volver al ex presidente Hipólito Mejía, lo que fortaleció la  confrontación interna.

Hay quienes sostienen que Vargas Maldonado fue deslumbrado por el acto de magia política de Fernández, quien había fracasado al intentar el pacto con Hipólito Mejía, según había denunciado éste meses antes. Al firmar se conformó con “lograr” la restauración de la prohibición de la reelección consecutiva que el PRD de Mejía había liquidado miserablemente en el 2002. Semanas después y ante cuestionamientos internos y externos logró agregar al pacto la aprobación del proyecto de Ley de Partidos Políticos que pondría algún límite a los abusos de los recursos del Estado en las campañas que habían sido determinantes en la reelección de Fernández en el 2008. Pero el mandatario lo burló. Y cuando proclamó su nueva Constitución ni siquiera lo mencionó entre sus facilitadores, aunque el ya entonces presidente del PRD estaba en el acto.

Otros errores estratégicos.  El pacto Vargas-Leonel surtió el efecto de afianzar la subordinación del PLD al presidente Fernández, quien no tuvo que pactar a lo interno de su partido para viabilizar su Constitución. Y la entente bipersonal convertida fácilmente en bipartidaria  conllevó una drástica reducción del papel opositor del partido blanco, lo que a su vez subordinaba el del sector peledeista de  Danilo Medina.

Fernández Reyna imponía su reinado cuando los estrategas de Vargas Maldonado apostaban a que “será fácil ganar en el 2012 frente a un disminuido Medina a quien Leonel no apoyará”, o frente a cualquier otro candidato.

 Mientras se rodeaba progresivamente de nuevos dirigentes y cuadros que postulaban “un nuevo PRD”, la estrategia de Vargas alejó a esa organización de los sectores liberales y populares, dándole un nuevo perfil. Tomaron distancia de las protestas que en la primera mitad del 2008 agobiaban al Gobierno y bajaron la guardia frente a las denuncias de la corrupción gubernamental, relegadas a algunos y algunas comunicadores y comunicadoras y a un puñado de entidades sociales.

El otro error garrafal del “nuevo PRD” fue renegar de la elección democrática de la mayoría de sus candidatos para los recientes comicios, imponiéndolos en aras del afianzamiento de la candidatura presidencial de Vargas. No solamente impusieron candidatos sin base de apoyo local, sino que llevaron al paroxismo las luchas internas, lo que a su vez generaría divisiones, inhibiciones y pérdida de mística partidaria. Llegaron a la votación con muchos dirigentes locales y nacionales esperando ver pasar el cadáver del enemigo interno.

Todavía faltando un mes para los comicios el PRD estaba buscando acuerdos internos que nunca fraguarían suficientemente. Mientras tanto, al decir del empresario y dirigente perredeísta José Antonio Najri, el partido “desperdiciaba su capacidad de encantar” y no lograría captar el voto que había dado las espaldas al PLD y que se traduciría en 44% de real abstención.

Lo peor para el PRD es que la barrida electoral sufrida incrementa sus tensiones y luchas internas con perspectivas de extenderse y estallar en el proceso de elección del próximo candidato presidencial. Por de pronto Hipólito Mejía se lanza la próxima semana, mientras otros piden las cabezas de los derrotados.

Desgaste desperdiciado

Son claros los indicadores de que el  PLD se desgasta en el poder, perdiendo apoyo del electorado, pero sigue cosechando éxitos porque no ha habido un partido en capacidad de capitalizar el disgusto.

Absorbido el  PRSC por el presidente Fernández, la oportunidad quedaba en manos del PRD que la ha desperdiciado como nunca.   El 15 de noviembre del 2008, un análisis en HOY titulado “Los desvaríos del PRD” advertía sobre los riesgos del lanzamiento de Miguel Vargas Maldonado tras la presidencia del partido blanco, señalando que implicaba abrir la lucha por la candidatura presidencial del 2012 con tres años y medio de anticipación: “Los desvaríos del perredeísmo le impedirán aprovechar las debilidades y el desgaste del peledeísmo gobernante para restaurar la sintonía con la sociedad que malversaron en su última gestión de gobierno, sobre todo a partir de su oportunista reforma constitucional del 2002”.

Otro análisis en HOY del 22 de febrero del 2009 señalaba que “El PRD no puede ocuparse del país”, pues ya todas sus energías estaban concentradas en la lucha por controlar el partido para imponer las candidaturas del 2010 en una equivocada estrategia para la candidatura presidencial del 2012.

En junio del 2009 Vargas Maldonado logró alcanzar la presidencia del PRD  con la aquiescencia de sus principales competidores Hipólito Mejía y Rafael Abinader, pero en vez de lanzar una política de conciliación, prefirió una línea de exclusión, convencido de que tenía que domesticar y unificar el partido en torno a su candidatura para el 2012, tratando de ignorar que eso no lo pudieron lograr ni sus dos grandes líderes Juan Bosch y Francisco Peña Gómez.

 

Preservemos el derecho a soñar

Por Juan Bolívar Díaz
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El devastador realismo político que se nos ha impuesto en los últimos años está llegando al extremo de que se nos quiere privar hasta del derecho a soñar con una nación de fuertes instituciones democráticas y gobernantes que se dediquen a promover el desarrollo humano, en vez de su gloria personal forjada en cemento, al viejo estilo de Rafael Leonidas Trujillo y Joaquín Balaguer.

En este día en que estamos convocados una vez más a las urnas para elegir legisladores y autoridades municipales, conviene reflexionar sobre los esfuerzos de la sociedad dominicana por superar los lastres que le han impedido desplegar todas sus potencialidades para salir de los últimos escalones del desarrollo institucional y humano en el continente y el mundo.

En la década de los noventa, mientras llegaban a su fin los inspiradores y reformadores liderazgos políticos que encarnaron Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez, y se superaba la autocracia neotrujillista de Joaquín Balaguer, esta nación pareció entrar en una etapa de concertación, de renovación y mejoramiento institucional.

En una docena de años aprobamos tantas reformas que fuimos admiración del mundo. Los partidos políticos parecían empeñados en crear un nuevo liderazgo y la sociedad civil irrumpió en el escenario político con energía sin precedente, contribuyendo a crear un ambiente de renovación ética y ciudadana.

Pero de golpe, a partir de la infame reforma constitucional del 2002, pareciera que todo se derrumbó, y la corrupción, la anomia social, el narcotráfico y la violencia parecen ganarnos la partida. El nuevo liderazgo político se remite al pasado con el debilitamiento de las instituciones en aras del poder personal, y muchos  actores sociales son cooptados por el poder estatal y político que amplía inconmensurablemente su propio poder económico extraído de la malversación de la cosa pública y del lavado de dinero.

El salvaje pragmatismo político se ha apoderado del sistema partidista de una manera tan despampanante, con un vacío tan grande de discurso y de transparencia, que ofende la memoria de Bosch y Peña Gómez, forjadores de los partidos que dominan el escenario nacional.

El balance de la campaña electoral que culmina en esta votación es devastador para el sistema partidista. Primero el retroceso democrático en la elección de los candidatos, en su mayoría impuestos por las cúpulas partidarias, y con tantos despojos que obligó a la Cámara Contenciosa de la Junta Central Electoral a múltiples revocaciones. Luego el transfuguismo y el clientelismo en todo su esplendor. Y al final el despilfarro ofensivo, el abuso de los recursos del Estado, la repartición sin pudor del patrimonio público, la negativa a debatir propuestas, el acaparamiento de la comunicación y la irrupción del Presidente de la República con todo el poder del Estado en una campaña que pareció presidencial y que no dejó espacio a ningún proyecto alternativo.

Ganamos en menor violencia y en organización electoral, pero sin poder revertir este vacío ético, este arrasa con todo en que han convertido la política, hasta el punto que se quiere estigmatizar el derecho a soñar, convirtiendo en desadaptados y sospechosos a todos los que creen que la política es el quehacer de la construcción social.

La fecha es propicia para reafirmar los sueños de fortalecimiento institucional, de un Congreso que cumpla con su triple misión de representar, legislar y fiscalizar a los demás poderes del Estado, sin barrilitos ni cofrecitos. Y con unos municipios al servicio del desarrollo local, participativos. Soñar también en que pronto podamos votar por candidatos, no por paquetes partidistas recargados de traficantes.

Hay que revindicar el derecho a soñar con un régimen de transparencia, de rendición de cuentas, y hasta de revocación de mandatos cuando los elegidos se burlen abiertamente de sus electores.

 

Angel Miolán: un gran precursor

Por Juan Bolívar Díaz
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Con la partida de Angel Miolán al caer esta semana desaparece el último de la legión de líderes políticos que encarnaron las luchas contra la tiranía de Trujillo muy joven dentro del país y luego desde el exilio, y que sembraron la semilla de la  democracia dominicana en la primavera democrática de 1961.

Don Angel Miolán como todos los seres humanos tuvo virtudes y debilidades, aciertos y errores, pero la balanza se inclina grandemente a su favor y hay que reconocerlo como un gran precursor, no sólo de la libertad y la democracia, sino muy especialmente del desarrollo turístico dominicano.

 Fruto de sus andanzas por un largo exilio de 27 años, desde que retornó al lar nativo en 1961 estuvo convencido de las potencialidades turísticas del país, abogando por el desarrollo de esa industria. Director de Turismo en los finales de los sesenta y principios de los 70, estableció las bases para lo que hoy es una de las actividades productivas fundamentales. Todavía resuenan las burlas cuando impulsaba la celebración del Festival del Merengue y le preguntaban “y los turistas dónde están”, para responder: “en la mente de Miolán”.

Pero por más relevante que fuera su promoción del turismo, a don Angel habrá que recordarlo principalmente como un político de cuerpo entero y tiempo completo. Baste recordar que contaba apenas dos décadas de haber nacido en 1912 en Dajabón, cuando llegó a Santiago y se involucró en los primeros movimientos de resistencia a la incipiente tiranía de Trujillo. Tras una conspiración en 1934 tuvo que huir a Haití y de ahí al exilio que lo llevó a Cuba, México, Venezuela y Costa Rica.

Junto a Juan Bosch, Juan Isidro Jiménez Grullón, Cotubanamá Henríquez y Nicolás Silfa, le correspondió fundar en La Habana en 1939 el Partido Revolucionario Dominicano, la más duradera de las instituciones políticas nacionales que sería un instrumento fundamental en las luchas por la libertad y la democracia.

Cuando tras el ajusticiamiento de Trujillo en 1961 se discutió en el exilio si desafiaban a sus familiares y seguidores que pretendían mantener el régimen, Miolán fue de los que no dudó y se puso al frente de aquella comisión que llegó al país 35 días después. Ese mismo día cayeron las cortinas oscurantistas que dramáticamente  habían desgarrado durante un año los bravos del Movimiento Popular Dominicano encabezados por don Máximo López Molina.

Angel Miolán no sólo era un hombre valiente, sino un político inteligente, graduado en las fraguas de aquellas décadas de luchas contra las tiranías que azolaban la región, un gran estratega y organizador que se movió en el filo de la navaja de los remanentes del trujillismo sin darle oportunidad a que aplastaran la alborada democrática, siendo objeto de incomprensiones y sospechas porque dejaba a otros las actitudes radicales.

Todos los que tuvimos la oportunidad de verlo de cerca en aquellos días, lo recordamos sereno y confiado, insuflando optimismo, como buen maestro que fue, enseñando a cultivar el árbol de la libertad, descubriendo y promoviendo nuevos líderes.

Luego Don Angel tuvo sus vaivenes políticos, como casi todos los de su generación, en una democracia aún hoy adolescente, pero fue miembro distinguido de una generación de líderes que cultivaban la honestidad, que se adscribían a corrientes ideológicas, que apostaban al devenir de una nación mejor organizada y con justicia social.

De recia estirpe fue sindicalista y periodista, senador, diplomático y sirvió al Estado durante muchos años, hasta morir casi en la pobreza, sin nunca haber acumulado riquezas, que no las pretendió.

Su vida frugal y ordenada le premió con casi 98 años sin perder la lucidez. Hace sólo tres años fue ofendido cuando le regatearon una modesta pensión que le aprobó la Cámara de Diputados, con sobrados méritos por haber desempeñado múltiples y altos cargos públicos durante más de 30 años, cuando se han otorgado centenares por montos muy superiores a personas que nunca fueron servidores públicos, incluyendo a personas ricas y muchos que no la necesitan.

¡Salve don Angel Miolán! Precursor de libertades y del turismo nacional, que siempre conservó la humildad, la honestidad y la fraternidad, cuya memoria nos permite reivindicar la política, esa actividad tan vituperada en nuestros tiempos.