Siempre con las riendas tensas

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/672/460x390/0/3AE87E33-AE3B-4D8F-92F7-B9AE18DAB612.jpeg

Estoy obligado a expresar la gratitud que me embarga por el homenaje  del que me hizo objeto el viernes la comunidad académica del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), conjuntamente con cuatro de los mejores colegios secundarios de esta capital, y al que se sumaron tantos colegas y amigos para satisfacción de mi familia allí presente.

 El reconocimiento fue tan cálido e intenso que arrancó lágrimas a muchos de los presentes durante su largo discurrir de casi cuatro horas, especialmente por las representaciones teatrales y artísticas de alumnos de los colegios Santa Teresita, Babeque Secundario, Triumphare y Lux Mundi, elaboradas a partir de entrevistas de apenas hora y media, conversaciones con familiares y amigos y consultas de artículos.

 Lo más impresionante fue cómo me interpretaron teatralmente, cómo captaron las esencias de mis orígenes y vida personal y profesional, así como criterios esenciales introduciendo la música de los bateyes de donde provengo, con la indumentaria de los guloyas y hasta de las desafortunadas Estrellas Orientales que tanto me han enseñado a persistir en la batalla por los “sueños utópicos” labradores de progreso. Incluyeron poemas y canciones preferidas, salteadas de testimonios de compañeros y familiares.

 Tengo que dar crédito al histrionismo humano y teatral de esos muchachos y muchachas, y por supuesto a los directores de sus grupos que son conocidas figuras de las tablas nacionales, así como a directores y profesores de esos centros docentes que tomaron con tanto entusiasmo el “Día del INTEC con Juan Bolívar Díaz”, en la XVII celebración de un programa que persigue el “reconocimiento y promoción de las acciones y los valores más enaltecedores, encarnados por destacadas personalidades del quehacer intelectual, artístico, científico, tecnológico y empresarial”.

 Mi gratitud al Consejo Académico, al Rector Rolando M. Guzmán, a la decana de Ciencias Sociales y Humanidades Migdalia Martínez y a profesores y estudiantes que hicieron posible este homenaje que ellos motivaron en lo que estiman “significativo aporte al periodismo nacional de radio, prensa y televisión, así como al desarrollo de la sociedad civil, los valores de la democracia y los derechos humanos en el país”.

También agradezco a los comunicadores que se asociaron al homenaje, en particular a los que participaron en un panel testimonial: Lidia Ariza, Silvio Herasme Peña, Ramón Emilio Colombo y Rafael Toribio.

 Si bien este reconocimiento pudo haber sido extemporáneo, puesto que sigo activo y en plenitud de salud y decisión de continuidad, me alienta y reafirma el compromiso con los valores esenciales que pautan la comunicación y la hipoteca social del periodismo. Por de pronto me hizo de nuevo habitante del tiempo ido, de caminos y sueños compartidos y de esos “tantos hermanos que no los puedo contar, en la loma y el llano, en el campo y la ciudad”.

 Me gratificaron hasta niveles inmerecidos y me hicieron recordar a Goytisolo en sus palabras para Julia, cuando nos dice que “un hombre solo, una mujer, así tomados de uno en uno, son como polvo, no son nada”. Muchachas y muchachos rescataron mi devoción por León Felipe al recordar que “la cuna del hombre la mecen con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, me han dormido con todos los cuentos y sé todos los cuentos”, mientras abrían armónicamente los paraguas amarillos del 4 por ciento del PIB para la educación.

 De nuevo volví  a enarbolar el testamento leónfelipiano que convertimos en afiche en los días gloriosos del diario El Sol, al final de los setenta, cuando obligamos a la Gulf and Western a devolver 38 millones de dólares que correspondían al pueblo dominicano: “voy con las riendas tensas y refrenando el vuelo, que lo que importa no es llegar solo y de prisa, sino con todos y a tiempo”.

Un significativo reconocimiento

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/598/460x390/0/E88AD8CE-D3DB-40B4-B22E-4AC4288C1B88.jpeg

Con frecuencia doy gracias a Dios, a la vida y a cuantas personas me han impulsado y sostenido por los múltiples reconocimientos que he recibido a consecuencia del ejercicio de la profesión del periodismo, pero ninguno ha sido tan significativo como el que me ofreció esta semana la Unión de Trabajadores de la Caña, que agrupa a unos 50 mil obreros de los cañaverales de todo el país, entre los cuales hay 2 mil 700 que esperan ser pensionados.

Se trata de hombres y mujeres abandonados a su suerte como el bagazo de la caña después de  décadas abonando con el sudor y la sangre lo que durante más de un siglo fuera la principal empresa del asombroso crecimiento nacional, el mismo que ha convertido a Santo Domingo en una metrópoli que dispara el orgullo de muchos.

Más de un centenar de cañeros provenientes de decenas de bateyes se hicieron presentes en el auditorio del Colegio de Periodistas, muchos de ellos con más espíritu que cuerpo, arrastrando mutilaciones, encorvados y con la mirada perdida, implorando la atención de la sociedad a cuya riqueza contribuyeron.

Lo que originó el reconocimiento fue el “Réquiem por Andrés Charles” que escribí en HOY el 9 de agosto del 2009, despidiendo a “un perdido enamorado de la caña, aristócrata del sudor bajo el ardiente sol de los cañaverales”, quien acababa de morir tras un postgrado itinerante por los bateyes del Este, del Norte y del Centro del país. Luego de 59 años de labores, sin que hubiese tarea a la que le sacara el cuerpo, murió en la espantosa miseria, tras un accidente laboral, pues nunca pudo conseguir la pensión para la que había cotizado al Instituto Dominicano de Seguros Sociales.

Como este adalid del trabajo hay más de 18 mil antiguos cotizantes del IDSS que reclaman una pensión para la cual no aparecen los recursos, aunque el Gobierno y los empresarios, con la complicidad pagada de sindicalistas, se acaban de apropiar diez mil millones de pesos “excedentes” de los fondos de riesgos laborales. A pesar de que el mayor riesgo laboral en el país es el abandono en la vejez.

Justo el día antes del reconocimiento de los cañeros pudimos compartir con los dirigentes de la Federación de Asociaciones de Trabajadores Pensionados en el Almuerzo Semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio, y escuchar de ellos las precariedades en que sobreviven más de 80 mil pensionados del Estado que reciben 5 mil 117 pesos por mes, equivalentes a 170 pesos por día, que en gran proporción apenas alcanzan para las medicinas que requieren sus cuerpos cansados.

Se trata de maestras, enfermeras, médicos, trabajadores eléctricos y de todos los oficios y profesiones, para quienes no alcanza el nuevo régimen de seguridad social. También de choferes  y obreros de la construcción a quienes empresarios y funcionarios han robado los fondos que por ley están destinados a asistirlos en el tramo final de la productividad.

Mucho más grave es la situación de un número de trabajadores municipales, que no pudieron precisar, con pensiones de mil y mil quinientos pesos al mes.

El reverendo Emilio López, presidente de la Federación, sostuvo que cada mes mueren alrededor de 100 pensionados, muchos de ellos literalmente de hambre, lo que dramáticamente permite que otros que esperan ser pensionados logren el objetivo, ya que el Ministerio de Hacienda lo único que hace es llenar las plazas vacantes que dejan quienes se cansan de la vida.

Por todos ellos fueron las lágrimas que me atacaron al encuentro  con los  cañeros, arrastrando sus miserias y congojas. Me retro llevaron a Doña Ana, Realidad, El Salto, Margarita, Alejandro Bass y Consuelito, los bateyes en que discurrieron mi infancia y adolescencia. Por eso fue tan significativo el reconocimiento, pues me renovó el compromiso con la justicia social y la dignidad humana.

Justificada preocupación sobre la libre expresión

Por Juan Bolívar Díaz

La rapidez con que 180 comunicadores sociales se manifestaron contra el cierre del semanario Clave y de Clave Digital revela las crecientes preocupaciones por las presiones que cada vez con más frecuencia se vienen manifestando contra el ejercicio del periodismo investigativo y crítico, tendiendo a reducir su espacio libertario.

A nadie debe quedar dudas de que la desaparición de esos dos importantes medios no fue determinada por dificultades económicas, por las que pasan muchos otros, sino que son fruto de años de presiones para reducir las denuncias de la corrupción y la falta de transparencia, del narcotráfico y el recurrente autoritarismo.

Periodismo comprometido.  El hecho objetivo de que el cierre de los dos medios coincidiera con denuncias de presiones y amenazas hasta contra la integridad física de su director Fausto Rosario, revela que la decisión fue fruto de algo más que las dificultades económicas por las que atravesaba que, por cierto, son comunes a muchas otras empresas de la comunicación.

Las precariedades institucionales dominicanas han determinado que en las últimas décadas grupos económicos hayan optado por mantener medios de comunicación propios, como instrumentos para su autodefensa, para promover sus propios intereses y en algunos casos también para contribuir al fortalecimiento integral de la nación.

Cuando el Grupo Abrisa, encabezado por Abraham Hazoury se asoció con los emprendedores periodistas que durante un año habían sostenido el fenómeno del periodismo de Internet que fuera Clave Digital, sabía que no estaba haciendo una inversión rentable. Menos cuando comenzó a editar el semanario Clave y tampoco cuando adquirió una rotativa y comenzó a levantar un edificio para convertirlo en diario.

El contenido investigativo y peleador por las mejores causas del extraordinario grupo de periodistas y articulistas que levantaron Clave Digital constituyó a ese medio en un referente en su género. Fue su impacto lo que determinó el interés de los inversionistas que tal vez no previeron el nivel de dificultades que  les generaría. Sus investigaciones y denuncias sobre los fraudes bancarios que quebraron la economía nacional entre 2003 y 2004 y el seguimiento a sus procesos judiciales, las denuncias de corrupción y de la delincuencia en sus múltiples expresiones y el compromiso con el fortalecimiento de la institucionalidad democrática generaron muchos enemigos abiertos y solapados.

Propietarios y directivos de los dos medios tuvieron que enfrentar más de una veintena de demandas judiciales aventureras, que en su mayor parte ni siquiera fueron aceptadas por los tribunales y otras llevaron muchos meses de comparecencias y diligencias judiciales, restando energías y generando temores. El objetivo era intimidar, sobre todo a  inversionistas con muchos negocios que perder. Todos los observadores del proceso dominicano saben que a consecuencia de ello en los últimos dos años esos medios fueron reduciendo su “atrevimiento”, se le escaseó la publicidad y disminuyó el entusiasmo de sus propietarios, conllevando reducción de personal.

Atrevida publicación

Si el cierre hubiese sido determinado por lo económico, sólo habría afectado el semanario impreso, que era lo más costoso, dejando el periódico digital original, o la empresa hubiese sido vendida, ya que ha trascendido que le interesaba a más de un inversionista, o su razón social hubiese sido ofertada a los periodistas fundadores para que preservaran Clave Digital.

El análisis de las circunstancias indica que la abrupta clausura fue determinada por la esencia de la edición 229 del pasado 29 de julio, que fue la publicación, con despliegue gráfico en primera página, del interrogatorio de autoridades investigativas a la joven Ruth Sánchez Vargas, novia del hijo del español Arturo del Tiempo, quien tenía grandes inversiones en el país, como la famosa torre Atiemar y sólidos nexos con autoridades civiles y policiales, pero tuvo la “mala fortuna” de ser  atrapado en Valencia con un cargamento de 1,120 kilos de cocaína. Otro similar había sido interceptado en el puerto dominicano de Boca Chica en noviembre pasado, dirigido al mismo destino y por la misma exportadora, pero aquí no hubo consecuencias, aunque en el primer momento se dijo que “habían peces gordos involucrados”. Obviamente tenían muchos pesos y euros.

El agravante del reportaje es que la joven interrogada confirmó lo que era un secreto a voces que los del Tiempo tenían “una estrecha relación” con el jefe de la Policía Nacional, general Rafael Guillermo Guzmán Fermín, cuando ya se había publicado que entre los adquirientes de los apartamentos de la lujosa torre Atiemar, valorados entre uno y dos millones de dólares, figura su homónimo padre, quien también fuera comandante de la misma institución en los años setenta.

Tremenda coincidencia.  El editorial de la última edición del semanario publicada el jueves 5 explica el cierre en razones económicas, pero en su página dos un recuadro recoge las denuncias sobre la inseguridad de su director. Versiones extraoficiales aducen que las presiones a sus propietarios fueron graves.

Lo que sella el carácter del cierre de los Clave es que coincidió con confidencias de que la vida de su director estaba en peligro. Se le recomendó hasta irse del país cuando le confiaron que el intento de asesinato del médico Sergio Rafael Rojas Soriano baleado el martes 3 cuando caminaba en el perímetro del parque botánico “había sido un error” porque lo confundieron con él. Coincidencialmente Fausto Rosario también acostumbraba caminar, aunque dentro del parque, aproximadamente a la misma hora. Para colmo, la contextura física, la cabeza y el pelo de ambos guardan similitud. La misma versión fue confiada también a un veterano reportero de un diario, quien la transmitió oportunamente a través del autor de este trabajo.

No es fácil establecer la veracidad de la versión ni la fuente de origen en caso de que realmente se intentara matar a Rosario Adames. Los nexos de oficiales policiales y militares y personajes civiles con el narcotráfico y el crimen y las rivalidades y temores en el seno de los organismos de seguridad sugieren variadas hipótesis que fueron analizadas por Fausto, y sus colegas Fernando Hasbún, Jean Michel Caroit y Juan Bolívar Díaz, primero junto a otro núcleo de comunicadores y más tarde con el presidente Leonel Fernández en una reunión la noche del miércoles 4, que se extendió de 10.30 a 12.30 de la noche.

El mandatario respondió en cuestión de minutos una llamada telefónica pidiendo la cita y escuchó con atención intercambiando múltiples preocupaciones sobre la seguridad ciudadana. En la segunda mitad del encuentro hizo comparecer al propio Jefe de la Policía Nacional, a quien comprometió en la seguridad personal del periodista. El oficial coincidió en algunas de las hipótesis, dando “plenas seguridades” de que es consciente de que un crimen como ese “sería una locura” que lo afectaría a él y al Gobierno. También empeñó su esfuerzo en esclarecer el asesinato del doctor Rojas Soriano, lo que hasta ayer sábado seguía en el misterio, ya que no le robaron y hasta ahora no se explican las causas.

Justificada preocupación

La  preocupación y alerta que expresan periodistas y articulistas de gran diversidad de medios incluyendo directivos, se pueden dimensionar por el hecho de que en tres horas del jueves 180 de ellos firmaron una declaración que se transmitió por medios electrónicos para hacerla pública la tarde del jueves 5. Decenas más se adhirieron después de distribuida.

No sólo se deplora la desaparición de dos de los medios informativos que más han contribuido en los últimos años al periodismo de investigación y que deja en el desempleo a 102 personas, y la inseguridad que  afecta a Fausto Rosario, sino que también “se llama la atención de la opinión pública y las instituciones sociales, especialmente de las que agrupan a los comunicadores y medios de comunicación, para que rechacen con vigor todo género de presiones sobre el libre ejercicio de la libertad de expresión en todas sus manifestaciones”.

Las preocupaciones son mayores por una serie de acontecimientos de los últimos meses que han implicado el intento de  asesinato del abogado y comentarista televisivo Jordi Veras, amenazas contra periodistas como Marino Zapete, agresiones al equipo investigativo de Nuria Piera, la reciente aventurera intimación de alguacil contra los anunciantes de los programas de Alicia Ortega por un alto funcionario, así como cierre de programas y medios electrónicos y amenazas a los periodistas de provincia.

Se generaliza la convicción de que de lo que se trata es de reducir el contenido investigativo y las denuncias de la desbordada corrupción, la falta de transparencia, del narcotráfico y la delincuencia que incluso han alcanzado relevantemente a los organismos de seguridad del Estado, como ha quedado de manifiesto en los últimos dos años.

A nadie debe quedar dudas de que las presiones y acciones manifiestas impactan sobre la mayoría de los comunicadores, medios y propietarios tendiendo a reducir las dimensiones libertarias que han tenido en las últimas décadas.-

 

 

Aquellos tiempos del liceo nocturno

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/500/460x390/0/AF1759B5-0F2E-4861-A8BA-5E9921DF4B22.jpeg

Nunca había sentido tanta nostalgia por aquellos años en que recibíamos la educación secundaria en el Liceo Eugenio María de Hostos, que entonces era el único que en Santo Domingo ofrecía una alternativa a los muchachos y jóvenes pobres para que siguieran el proceso educativo en las noches, ya que las precariedades familiares los obligaban a trabajar durante el día.

Ignoro si en Santiago o en alguna otra ciudad ya los trabajadores tenían derecho a completar la formación secundaria, pero aquí en la calle Juan Isidro Pérez, entre Duarte y Hostos, donde durante el día operaba el Liceo Intermedio Argentina, seguía la fiesta educativa de 6 a 10 de la noche. Y éramos más de medio centenar los privilegiados que disfrutábamos de aquella oportunidad. La mayoría bajábamos  de “la parte alta” de la ciudad, caminando a pies desde el barrio “Mejoramiento Social”, a veces con mi hermano Arismendi, pero casi siempre con mi inolvidable enllave Ismael Cotes Morales.

Por el rendimiento que han tenido muchos de sus alumnos en la sociedad no parece que la educación del Hostos fuera deficiente. En realidad rendían las cuatro horas y parece que los matriculados eran conscientes de que tenían que fajarse para igualarse con los de los liceos diurnos que impartían entre cinco y seis horas diarias.

Pero es que además teníamos un cuerpo profesoral de primera categoría, donde resaltaban Ivelisse Prats Ramírez (de las más críticas, a pesar de su padre) Darío Solano y Juanita Gómez, José del Carmen Ramírez, Octavio Ramírez Duval, Dolores Jiménez, Francisco Méndez, Delfina Pérez, Guarín Pérez, Pedro Flores, Trigo Fondeur, José Calasanz, Villalona  y José Miguel Vendrel, entre otros.

Corrían los finales de los cincuenta y el país era sacudido por la masiva inmolación de los héroes de Maimón, Estero Hondo y Constanza,  la cual repercutió en nuestro liceo a pesar de que hasta militares y policías eran parte del alumnado. Desde antes de la gesta corrían en los pasillos y aulas referencias libertarias como las de Hostos, José Ingenieros, Pablo Neruda y hasta Miguel Hernández diciéndonos desde su apresurada tumba que para la libertad sangro, lucho y pervivo.

La fiebre antitrujillista que se incubaba en el liceo se convirtió en festival cuando a mediados de 1960 los López Molina y un puñado de intrépidos se atrevieron a montar el local, con altoparlantes incluidos, del Movimiento Popular Dominicano al lado del Cine Max en la Duarte, con el Jefe vivito y coleando. Aquella provocación estaba a sólo cuatro cuadras del liceo, hasta donde a veces llegaban los gritos de “1961: año de la libertad o de la muerte”.

Nunca la Librería De la Rosa, en la acera de enfrente del MPD, había tenido tanta clientela. Gastábamos tiempo “hojeando” libros, como recurso para disimular el frenesí con que recibíamos los mensajes libertarios. Llegamos a sabernos de memoria los títulos y el orden de los libros de aquel templo difusor de sabiduría.

Algunos de nuestros profesores fueron de los primeros que dieron pasos al frente y el liceo hizo aportes a las luchas libertarias de aquel glorioso 1961. Aunque, lo recordamos con tristeza, tuvimos el destape del profesor Jerez Cruz, quien impactó en la muchachada cuando apareció entre los dirigentes del MPD para luego causar tremenda decepción cuando se supo que había sido un infiltrado calié trujillista.

Las memorias del Hostos revolotean en mi cabeza desde que escuché recientemente que se contempla cerrar los liceos nocturnos porque sólo logran impartir un promedio de hora y media de docencia por día, a causa de los apagones. Entre las alternativas se baraja que comiencen en las tardes o hacerlos semi presenciales sábado y domingo.

De alguna manera hay que salvar la educación nocturna que hoy se imparte en 183 locales de todo el país, con 197 mil 885 alumnos, según las estadísticas del Ministerio de Educación, aunque tengamos que comprar una planta eléctrica para cada uno. ¡Oh Dos! Más de medio siglo después que anotamos tantas carreras en el inolvidable liceo nocturno Eugenio María de Hostos y en pleno gobierno de la postmodernidad, de la sociedad del  conocimiento y de la superación de la brecha digital. Definitivamente “hoy me habitan distancias y caminos.”…

 

A 30 años de un histórico libro

Por Juan Bolívar Díaz

http://hoy.com.do/image/article/491/460x390/0/8B914105-A408-48A4-9F8E-2160A75AB00D.jpeg

Un día como mañana, 16 de febrero de 2010, se cumplirán treinta años de la primera edición del libro testimonial “Caracoles; la guerrilla de Caamaño”. Cuando se publicó, habían transcurrido apenas siete años de los acontecimientos que se describen en esa obra.

Los que habían gobernado en 1973 mantenían vigencia en el poder político de la nación, tal como lo hacen todavía. Joaquín Balaguer estaba entonces en una pausa de su oficio de Presidente de la República y los genocidas ostentaban impunidad y riquezas como si nada hubiera pasado. Marcaba ese libro la primera vez que se publicaba en República Dominicana el testimonio de un guerrillero sobreviviente en el que acusaba y condenaba a los autores de tanto crimen y corrupción. Evidentemente era, para ese momento, un reto audaz al poder político predominante en el país y al sistema de represión creado y patrocinado por Estados Unidos.

Las funciones editoriales fueron asumidas por la Editora El País, empresa que publicaba el periódico El Sol, dirigido por Juan Bolívar Díaz. Dadas las limitaciones tecnológicas, las portadas del libro se imprimirían en la Editora Alfa & Omega, encabezada por Miguel Cocco. Debe reconocerse al paso del tiempo la lectura previa de la obra por Arnulfo Reyes Gómez. Ellos, junto al autor, superaron grandes obstáculos, así como neutralizaron los temores de algunos vacilantes que consideraban el contenido de esa obra como innecesaria provocación a los sanguinarios personajes de “los doce años” de Balaguer. Se desarrolló entonces una campaña periodística de expectativa coordinada por Quiterio Cedeño con imágenes fotográficas tomadas por Pedrito Guzmán a lugares y personajes vinculados con la insurrección guerrillera. Así se preparó al pueblo dominicano para recibir las vivencias y percepciones de uno de los sobrevivientes de la gesta encabezada por el Presidente de la República en armas, Francisco Caamaño Deñó.

La tirada en formato de revista fue de ochenta mil ejemplares que se vendieron al precio de un peso dominicano cada uno. Un record editorial nunca alcanzado por otra obra escrita en nuestro país. En aquellos momentos, la moneda nacional equivalía casi a un dólar de Estados Unidos. Esa enorme edición se agotó en apenas nueve días. Las instalaciones del periódico El Sol fueron protegidas por guardianes ante el masivo reclamo. Así lo exigían las intenciones de compra simultánea de parte de miles de personas.

“Caracoles…” fue, también, el primer libro vendido al pregón. En las principales intersecciones de avenidas de Santo Domingo, aquellas donde habitualmente se vendían periódicos, los canillitas voceaban el libro con provocadoras referencias a Balaguer y a sus Generales. Los transeúntes compraban la obra en cantidades, dado el bajo precio establecido. La ultraderecha, con Bonillita a la cabeza, se desgañitaba gritando que esa obra había sido patrocinada por Fidel Castro. Su argumento era la imposibilidad de que alguien publicara un libro tan extenso al precio de un peso dominicano. Para la tradicional ultra derecha golpista, no podía producirse obra alguna en la que no se obtuvieran ganancias económicas. La memoria histórica para ellos nada vale como tampoco daban importancia al deseo del autor de que perviviera para siempre el esfuerzo realizado por un reducido grupo de patriotas que prefirieron arriesgar su vida antes que soportar el oprobio balaguerista.

Treinta años después de la primera edición, ese testimonio escrito del movimiento insurreccional se mantiene incólume como referencia veraz y obligada de los sucesos acontecidos a principios de 1973, contra el régimen despótico y criminal de Joaquín Balaguer que el Gobierno actual mantiene como arquetipo.

Es un homenaje a los combatientes Francisco Alberto Caamaño Deñó, Mario Nelson Galán Durán, Ramón Euclides Holguín Marte, Eberto Geordano Lalane José, José Ramón Payero Ulloa y Alfredo Pérez Vargas, quienes dieron su vida luchando por construir un país mejor. Preservar la memoria histórica y continuar con el empeño tenaz de estos compañeros es una tarea que Claudio Caamaño Grullón y yo, como sobrevivientes de aquella gesta, hemos asumido cual misión de vida.

Vaya este recordatorio de la primera edición de “Caracoles; la guerrilla de Caamaño” para recordar que, aunque nos gobiernen personas sin decoro, hay siempre otros muchos que tienen el decoro que a aquellos les falta.