Gran desilusión en clase media en estas elecciones

Por Juan Bolívar Díaz
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Aunque suman 6 millones 116 mil 397 las ciudadanas y ciudadanos empadronados  para votar, se puede esperar que alrededor de 3.5 millones serán quienes elegirán hoy a los 4 mil 36 funcionarios municipales y legisladores, que representan un incremento de cargos del 66 por ciento y esta vez para un período extendido a seis años.

Los resultados de estos comicios podrían ser importantes para el proceso de institucionalización democrática de la nación, debido a que los legisladores serán decisivos en la elección de los nuevos Tribunal Constitucional y Tribunal Superior Electoral, además del Consejo Nacional de la Magistratura que deberá renovar la Suprema Corte de Justicia.

Participación tentativa

El promedio de votos válidos sobre el padrón electoral en las tres elecciones congresuales y municipales separadas de las presidenciales a partir de 1998 es del 52.23 por ciento, el menor en el 2002 cuando se registró 49.16 ptor ciento, y el mayor en el 2006, que ascendió al 56.23 por ciento. Hace cuatro años la abstención fue del 41 por ciento y los votos nulos 3 por ciento. En 1998 la votación fue 50.77 por ciento. En las elecciones presidenciales el promedio de participantes válidos es del 72 por ciento, entre los más altos de la región.

Si hoy se diera el promedio de las legislativas, sobre un padrón de 6 millones 116 mil 397, los votos válidos serían 3 millones 183 mil. Si se repitiera el 56.23 por ciento de hace cuatro años, entonces llegarían a 3 millones 439 mil. Empero, los funcionarios electorales esperan que la ampliación de los funcionarios a ser electos, con los 229 distritos municipales, incentive la participación. De alcanzar un 60 por ciento los votos validos llegarían a 3 millones 666 mil.

Apatía y desilusión

La proporción de los abstencionistas dependerán en grado significativo de la participación de las clases medias urbanas, concentradas en el Distrito Nacional y las provincias Santo Domingo, Santiago, San Cristóbal, La Vega, Duarte, Puerto Plata, San Pedro, Espaillat y San Juan que representan el 70 por ciento del padrón electoral.

La percepción de los analistas sociales es de una creciente insatisfacción con el sistema político en las clases medias y medias altas, donde a la tradicional apatía se les suma una “tremenda desilusión” por la corrupción, el clientelismo, el transfuguismo y la falta de discurso que afectan a todo el sistema político nacional y no sólo al partido hegemónico.

Una motivación de última hora podría empujar a una proporción de los electores a acudir a las urnas buscando evitar una mayor concentración del poder, a lo que podrían contribuir las crecientes denuncias de abusos de los recursos estatales en la campaña electoral, así como la saturación publicitaria del partido gobernante que acaparó los medios de comunicación electrónicos en gran parte del país en los últimos dos días.

Un factor de creciente influencia en la participación electoral es el alto número de dominicanos que tiene subsidios del Estado, que ya sobre pasa el millón 441 mil personas, de los cuales hay 525 mil en el programa “Comer es Primero”, mediante el cual se les otorga 700 pesos mensuales. Otros 200 mil son beneficiarios de programas de incentivo escolar y de asistencia a la vejez. Además de unos 800 mil incorporados al programa bono gas. La circunstancia de que dependan de una tarjeta, que se les puede quitar, los hace más vulnerables a las presiones políticas para votar.

Ofertas por paquetes

La persistencia de un sistema de votación que cultiva el arrastre, dejando pocas opciones de escogencia a los electores es un factor que desalienta la participación de los sectores más educados y críticos de la sociedad. Aunque desde el 2002 se instituyó el voto preferencial por los diputados, todavía no hay posibilidad de votar por el senador de un partido diferente. En la boleta municipal es peor porque el voto por el síndico arrastra a todos los regidores.

 Este año los cargos electivos son 1,538 más,  65.6 por ciento de incremento sobre los 2,438 de 2006, para totalizar 4,036. El voto en la boleta A para el Congreso, se lleva ahora no sólo a los 32 senadores y los 178 diputados por circunscripciones, sino que también arrastra a los 20 representantes e igual número de suplentes al Parlamento Centroamericano y los cinco diputados nacionales  por acumulación de votos. El sufragio por el alcalde arrastra ya no sólo a los regidores, sino también a los directores y subdirectores y a los vocales de los Distritos Municipales, a ser electos por primera vez.

La elección de 155 alcaldes y vicealcaldes evidencia el mini fraccionamiento territorial dominicano, pues en 1998 eran sólo 103, lo que marcan un incremento del 50 por ciento.

Las escasas posibilidades de elección desalientan la participación de los sectores más críticos de la sociedad que tienen escrúpulos por votar en paquetes que mezclan a buenos candidatos con la escoria del sistema político.

La conformación de dos grandes coaliciones sin mayores compromisos programáticos es otro factor que desincentiva y genera cuestionamientos a un sistema político donde tradicionalmente las alianzas terminan con la repartición de cargos. Esta vez el Partido de la Liberación Dominicana lleva 14 partidos reconocidos como aliados, conformando la mayor coalición de la historia nacional. El Partido Revolucionario Dominicano se sumó como aliados a otros 7 partidos. Sólo el Partido Revolucionario Social Demócrata, el Partido Revolucionario independiente y Dominicanos por el Cambio llevan boletas separadas y no en todas las circunscripciones.

Incremento

Es razonable esperar algún incremento por la elección de directores, subdirectores y vocales de los distritos municipales que suman mil 173, pero hay que tener en cuenta que  en las provincias más pobres y de menor población, donde tienen mayor incidencia, la votación generalmente supera el promedio de las presidenciales. Por ejemplo en Independencia, Dajabón, Elías Piña y Santiago Rodríguez, sobrepasó el 72 por ciento hace 4 años. En cambio en las grandes concentraciones urbanas, como Santo Domingo, Distrito Nacional y Santiago la votación válida quedó por debajo del 51 por ciento. Hay diez distritos electorales que registran apenas entre 610 y mil 237 electores.

En la medida en que el padrón electoral envejece, y el vigente se puso en vigor en los comicios presidenciales del 2000, crece la proporción de los abstencionistas forzados por los movimientos migratorios dentro y hacia fuera del país. También por el subregistro de los fallecidos, parte de los cuales permanecen en el padrón pero no podrán votar.

Importancia de esta elección

La circunstancia de que hoy se elige por seis años es una de las determinantes de la alta proporción de candidatos que buscan ser reelectos, 27 de los 32 senadores, para un 84 por ciento, 131 de los 178 diputados, equivalentes al 74 por ciento, y 90 de 155 alcaldes, para un 58 por ciento.

El nuevo congreso tendrá la misión de revisar decenas de leyes en virtud de la  Constitución proclamada en enero, y aprobar muchas otras nuevas. Pero también tendrá incidencia en la constitución de nuevas instituciones como el Tribunal Constitucional, el Tribunal Superior Electoral y el Defensor del Pueblo y en la renovación de la Junta Central Electoral y la Cámara de Cuentas. Con la mitad de los miembros del  Consejo Nacional de la Magistratura influirá en la reestructuración de la Suprema Corte de Justicia.

Las perspectivas apuntan a un afianzamiento de un bipartidismo, por el progresivo debilitamiento del Partido Reformista Social Cristiano que seguiría siendo absorbido por el Partido de la Liberación Dominicana. Al mismo tiempo podría darse una inclinación mayor de la balanza a favor de éste, por causa de la dispersión que afecta al Partido Revolucionario Dominicano llamada a incrementarse si decrece su representación.

En ese escenario saldría fortalecida una nueva tendencia caudillista-autoritaria representada por el presidente Leonel Fernández, quien tendría todas las posibilidades de conformar los nuevos órganos de control constitucional, judicial y electoral, a la medida de sus particulares intereses, dentro de los cuales resalta eternizarse en el control político de la nación, al viejo estilo de Joaquín Balaguer, sin ni siquiera responder a los cuestionamientos de la opinión pública.

Una mayor concentración del poder municipal en el partido de gobierno tampoco contribuiría a la descentralización ni a la equidad en la inversión pública propugnada en la Ley 176-07 del DN  y los Municipios.-