Es política la ofensiva de Interior y Policía

Por Juan Bolívar Díaz

La ofensiva desatada por la secretaría de Interior y Policía contra los ayuntamientos, en su gran mayoría controlados por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), tiene una obvia intencionalidad política, aunque en algún caso pueda ser justificada en el interés de mejorar el ordenamiento institucional de la nación.

Pudiera tener justificación y hasta base jurídica la decisión de desmantelar las policías municipales, al prohibirle el uso de uniformes, insignias y armas, pero constituye una agresión el despojo a los ayuntamientos de equipos pesados suministrados por el pasado gobierno, y un exceso el desarme de los legendarios alcaldes pedáneos.

En cualquier caso, las decisiones de Interior y Policía han provocado el primer enfrentamiento político de este período gubernamental, el cual podría resultar en una reactivación del principal partido de la oposición necesitado de incentivos externos que le permitan situar en segundo plano sus problemas internos.

UN EMPEÑO LEGÍTIMO

La gestión del doctor Franklin Almeyda como titular de la secretaría de Interior y Policía se ha caracterizado por un empeño en asumir las funciones que corresponden a esa dependencia, según su ley orgánica, especialmente en cuanto a la Policía Nacional, y en la gestión para prevenir y combatir la creciente delincuencia.

Como demostración de su visión sobre el papel de Interior y Policía, el destacado dirigente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se presentó al almuerzo semanal de los medios de comunicación Corripio acompañado del jefe de la Policía Nacional y del director general de Migración. Y allí abundó sobre la responsabilidad de esa secretaría en el mantenimiento del orden y la seguridad interna del país.

En ese marco se debería inscribir la resolución que prohibe el uso de uniformes, insignias y armas por las policías municipales, cuya existencia no está específicamente pautada por ley alguna, aunque pudieran basarse en las facultades de los ayuntamientos y salas capitulares para organizar y regular las actividades comunitarias.

Pero Almeyda fue unilateral y radical, y no consultó para nada a los ayuntamientos que tienen policías municipales, algunos como los de Santo Domingo y Santiago, desde finales de los años 80, sin que esos cuerpos se hayan constituido en factores de perturbación ni preocupación.

De hecho esos cuerpos sólo existen en 47 de los 130 municipios. Y los integran apenas unas decenas de miembros, en misión casi simbólica, pues su presencia se limita a los locales municipales y parques. Se afirma que el más numeroso, el del Distrito Nacional, cuenta con 150 agentes. La mayoría entre 12 y 25 miembros.

Hay argumentos para justificar la policía municipal, como para aducir que carecen de fundamento jurídico, lo que no se puede discutir es que datan de dos décadas y que tienen precedente en muchas partes del mundo, donde los municipios controlan todos los cuerpos policiales. De hecho la tendencia moderna es a la “policía comunitaria”, para acercarla más a la unidad fundamental del cuerpo social.

De un diálogo entre las autoridades de Interior y Policía y las municipales podría salir un acuerdo que salve el interés regulador de la secretaría y la autonomía de los municipios. Como argumento a favor de estos está el que si cualquier empresa puede crear su cuerpo de vigilantes, uniformarlos y armarlos, con más razón pudieran hacerlo los ayuntamientos. La secretaría de Interior puede regularlos, como hace con los vigilantes privados.

EL DESPOJO DE EQUIPOS

Lo que no resiste análisis alguno es la política de despojar a decenas de ayuntamientos de los equipos pesados que les suministró el gobierno de Hipólito Mejía, puesta en vigencia sin ninguna resolución previa, de facto, y en algunos casos con violencia.

Por lo menos en San Francisco de Macorís, el 12 de octubre, y en Hato Mayor el 1 de noviembre, se ha producido violencia cuando autoridades municipales, respaldadas por pobladores, han resistido la disposición de incautar camiones tanques, palas mecánicas y otros equipos pesados. En el primer caso murió un agente policial en medio de un tiroteo, en el segundo fue baleado un agente municipal. En otros lugares ha habido tensión especialmente cuando la incautación fue decisión de gobernadores y activistas políticos gubernamentales.

Primero se dijo que era a los gobernadores provinciales a quienes correspondía el uso de esos equipos, porque así lo había dispuesto en principio el pasado gobierno, que en sus últimas semanas los habría transferido a los cabildos, dado que el PRD controla más de un centenar de los 130. Posteriormente el doctor Franklin Almeyda alegó que es a los consejos provinciales de desarrollo a quien corresponden los equipos y a quienes se les están transfiriendo.

Es cierto que en muchos casos se trata de equipos que en principio el gobierno de Mejía destinó a las gobernaciones provinciales, con claras intenciones políticas, tan sectarias que desconocían autoridades municipales de su propio partido.

Se trataba de una política que conspiraba contra la institucionalidad municipal. Fracasado el proyecto reeleccionista, también por razones políticas, el gobierno rectificó y destinó los equipos a donde debieron ir desde el primer momento, a los ayuntamientos. Sería una rectificación interesada y tardía, pero en la dirección correcta.

Sobre esa base no se puede ahora justificar que esos equipos vuelvan al destino equivocado, porque implicaría avalar aquella decisión política con otra de la misma catadura. Con el agravante de que aquella vez fue un traspaso que ningún gobernador protestó ni la opinión pública registró. Ahora es un despojo.

¿CONSEJOS PROVINCIALES?

Cuando Almeyda dijo que es a los consejos provinciales de desarrollo a quienes están destinando los equipos pesados incautados a los ayuntamientos, estaba dando vida a una instancia natimuerta, que sólo ha tenido existencia en la letra del decreto 685-00 emitido por el presidente Hipólito Mejía el 1 de septiembre del 2000.

Ese decreto fue concebido dentro de una visión de descentralización del gobierno que rescataba el viejo Consejo Nacional de Desarrollo, al que el presidente Joaquín Balaguer dio vida en los años sesenta y setenta. Y lo ampliaba a consejos de Desarrollo Regionales, Provinciales, Municipales y Sectoriales. Pero fue obvio que los progenitores no pusieron empeño en poner en vigencia todas esas instancias participativas que apenas se ensayaron en tres o cuatro provincias y una decena de municipios. Todos esos consejos tienen una función normativa, de planificación, consulta y seguimiento. Son instancias participativas, a ser integradas por autoridades y dirigentes sociales. Solo los Consejos Municipales, a ser integrados en torno a los ayuntamientos, tienen como misión “Ejecutar los proyectos que integran su programa anual de inversiones públicas”.

El artículo 39 del decreto señala específicamente las atribuciones de los Consejos Provinciales de Desarrollo, en 9 acápites y ninguno habla de realizar ni ejecutar obras. Sí de discutir y analizar estrategias de desarrollo, promover la participación comunitaria, identificar y señalar prioridad a los proyectos provinciales, fomentar planes reguladores y proyectos de desarrollo, y dar seguimiento a su ejecución, presentar informes y coordinar actividades.

Como está bien claro que los gobernadores provinciales nunca han manejado tractores ni palas mecánicas, se ha dado vida artificial a los Consejos Provinciales de Desarrollo, pero aparte de que tampoco tienen esa misión, en la práctica no existen.

La ofensiva de Interior y Policía muestra también su sello político cuando dispone desarmar a los alcaldes pedáneos que datan casi desde la fundación de la República, medida que podría haberse justificado si estuviera fundada, por ejemplo, en que esas armas eran ingrediente importante de la creciente delincuencia.

UNA AYUDITA AL PRD

La ofensiva contra los ayuntamientos, a la que se suman rumores de intenciones de desprenderles los cuerpos de bomberos y los letreros que han aparecido pidiendo la disolución del Congreso Nacional han tenido en los últimos días el efecto de poner en pie de lucha al perredeismo.

Dirigentes de diversos niveles, los presidentes de las cámaras legislativas, senadores y diputados del PRD han salido a la palestra para denunciar planes políticos en su contra y advertir su disposición de lucha.

Eso en momentos en que el partido blanco tendría que evaluar y discutir los resultados de la amplia consulta realizada el mes pasado entre sus militantes para conocer su criterio sobre la derrota electoral de este año y sobre los fundamentos ideológicos y programáticos.

Al PRD le vendría como anillo al dedo una profundización del enfrenamiento con el gobierno, especialmente si las posiciones de éste no tienen fundamento válido, porque de esa forma se declara víctima y concentra su atención en el adversario externo, pasando por encima de las divergencias internas que le afectan.

En ámbitos políticos se ha recordado en estos días la ofensiva peledeísta de 1998-99 para reducir el poder legislativo y municipal del PRD, que incluyó el asalto a la Liga Municipal Dominicana, que sólo sirvió para fortalecer el caciquismo de Amable Aristy Castro y que contribuyó a dinamizar al entonces, como ahora, principal partido de oposición.

Los días por venir permitirían determinar si la ofensiva contra los municipios se incrementa o se reduce. Hay quienes creen que el PLD no tropezará dos veces consecutivas con la misma piedra. Pero otros estiman que el sentimiento de rechazo al perredeísmo está en los tuétanos del peledeísmo y genera autoritarismos y errores políticos.-

Leonel constituye “un gobierno viejo”

Por Juan Bolívar Díaz
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El presidente Leonel Fernández agota su tercera semana en el Poder Ejecutivo completando la nómina de los altos funcionarios casi todos los mismos que le acompañaron en el período l996-2000, incluyendo a los que fueron procesados por irregularidades administrativas, tanto que para muchos parece un gobierno viejo.

Lo más positivo ha sido una revaloración del peso superior al diez por ciento y el mejoramiento del servicio de electricidad y del suministro de gas propano, lo que ha despertado expectativas de recuperación de la economía nacional.

Pero el arranque de este período gubernamental guarda asombrosas similitudes con el de hace 4 años, resaltando como entonces una masiva sustitución de empleados públicos en medio de las presiones de miles de militantes y simpatizantes que aspiran a un asiento  en el tren administrativo del Estado.

UN ARRANQUE LENTO

Casi al concluir la tercera semana de gobierno todavía el presidente Leonel Fernández está emitiendo decretos con designación de los altos funcionarios y miembros del servicio consular y de los consejos de administración de las entidades autónomas del Estado.

Lo más resaltante del equipo seleccionado es que es una repetición del que le acompañó en la mayor parte de su anterior período, hasta el punto de que en los ambientes políticos se estima que se trata de “un gobierno viejo”.

La variante más significativa es que ahora se incluyó desde el principio a dos reformistas en el gabinete, Carlos Morales Troncoso y Amílcar Romero, y varios más, como Leonardo Matos Berrido y Arístides Fernández Zucco en otros importantes cargos gubernamentales. En 1996 la cancillería que ahora se encargó a Morales Troncoso, fue puesta en manos del politólogo independiente Eduardo Latorre, fallecido hace dos años.

En esencia, el gobierno está constituido por altos dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), muchos de ellos en la misma posición que ocuparon antes, indicativo de que el presidente Fernández ha preferido aprovechar la experiencia que acumularon en 4 años. Fuera de contados cambios de una posición a otra, todos agotaron el período que concluyó en el año 2000.

La mayor crítica que se ha formulado al equipo de gobierno es que haya incluido a todos los que fueron acusados de irregularidades administrativas, especialmente los que tienen un proceso pendiente por el manejo de más de mil cuatrocientos millones de pesos en el clandestino Programa Eventual Mínimo de Empleo (PEME).

Se reconocen muchos aciertos en la selección de los funcionarios, pero también ha originado críticas y desconcierto la constitución de la Junta Monetaria, donde se incluyó a dos que dejaron muchos cuestionamientos en el manejo del estatal Banco de Reservas, a dos involucrados en las quiebras de dos bancos y a un empresario, honesto y reconocido, pero vinculado a una compañía aseguradora.

El hecho de que el presidente Fernández pasara buena parte del período de transición en el exterior, es señalado como causa de que agotara tres semanas en la designación de los altos funcionarios. Todavía quedan algunos por nombrar, incluyendo a los embajadores cuyo proceso es normalmente lento por requerir el beneplácito de los gobiernos donde son destinados.

DESPIDOS MASIVOS

Los despidos masivos que se verifican en los organismos del gobierno central y las instituciones descentralizadas no pueden ser sorprendentes dada la tradición y la debilidad institucional del Estado dominicano.

En cambio sí ha causado sorpresa la presión ejercida por miles de militantes y simpatizantes del PLD que en diferentes instituciones gubernamentales han protagonizado tumultos reclamando un asiento en la administración estatal, y en algunos casos llegando a desafiar las designaciones.

Los extremos de esas presiones se dieron esta semana en San Cristóbal, donde grupos progubernamentales asaltaron autobuses de la Autoridad Aeroportuaria, mientras en Barahona, Santiago y otras ciudades del interior se cuestionaba designaciones y algunos militantes llegaban a ocupar puestos sin ser designados.

Dirigentes peledeistas han cuestionado la distribución de los empleos públicos, a la cabeza de los cuales se ha situado el senador del Distrito Nacional, José Tomás Pérez, quien en dos ocasiones ha denunciado favoritismo y grupismo. Mientras los seguidores del exvicepresidente Jaime David Fernández se consideran excluidos del gobierno.

Los despidos han incluido un centenar de generales de las Fuerzas Armadas y una treintena de la Policía Nacional, entre ellos muchos menores de 50 años, aduciéndose violación de las leyes orgánicas de esas instituciones, especialmente de la 96-04 de la Policía Nacional, promulgada este mismo año. Sesenta y seis han sido ascendidos al generalato.

Una situación inédita, fruto evidente de la democratización nacional, es que por lo menos tres generales despedidos de la Policía Nacional han iniciado recursos de reclamo, tras argumentar que en sus casos y los de muchos otros se violaron los procedimientos y condiciones establecidas en su ley orgánica.

Aunque el Poder Ejecutivo puso en retiro a altos oficiales irregularmente reincorporados a las Fuerzas Armadas por el anterior gobierno, ya ha incurrido en la misma práctica, por lo menos en unos 8 casos.

La designación de 5 vicecónsules en Miami y de numerosos subsecretarios de Estado en Interior y Policía, Turismo y Deportes, por lo menos, ha sido señalado como contradictorio con el discurso inaugural del presidente Fernández y sus promesas de reducir la nómina pública.

ASOMBROSAS SIMILITUDES

Las masivas sustituciones de empleados públicos, el retiro de generales y las denuncias de irregularidades atribuidas a los funcionarios del período recién concluido guardan una asombrosa similitud con lo ocurrido hace cuatro años al inicio del gobierno perredeista.

En el 2000 también hubo una desaforada presión de los perredeístas por subirse al tren gubernamental. Tanta que la vicepresidenta y secretaria de Educación, Milagros Ortiz Bosch y el entonces Procurador General de la República, Virgilio Bello Rosa, llegaron a reclamar públicamente que los dejaran trabajar.

Esa vez hubo un ingrediente adicional, las confrontaciones originadas en la fórmula del “dos por dos”, mediante la cual numerosos legisladores, síndicos y regidores tenían el compromiso de renunciar a los dos años para dejar la curul a otros compañeros, lo que entonces se negaban a cumplir a no ser que les dieran un puesto en la administración.  Eso paralizó durante diez días los trabajos de la Cámara de Diputados y los ayuntamientos de Baní y Barahona.

El 11 de septiembre del 2000 el Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, Guido Gómez Mazara, entregaba al Departamento de Prevención de la Corrupción de la Procuraduría General un cajón de documentos que constituirían parte del expediente del PEME que llegaría a la justicia el 24 de noviembre de ese año.

Al igual que ahora abundaban entonces las acusaciones de irregularidades como de cuentas sobregiradas, repartos de tierras estatales, y déficits generalizados, hasta en la Lotería Nacional. El 21 de agosto el presidente Hipólito Mejía había denunciado que en los últimos tres días del gobierno peledeista se emitieron cheques por mil 600 millones de pesos, de los cuales habían parado el pago de 500 millones. Ahora el secretario de Finanzas dijo que habían dispuesto paralizar pagos de cheques emitidos en los últimos días del gobierno perredeista.

En los primeros días de septiembre del 2000 Gómez Mazara anunciaba para “las próximas horas” un decreto que nunca llegó a ser emitido, para eliminar la factura consular, posteriormente reformulada. Al mismo tiempo adelantaba que enviarían al Congreso un proyecto de ley para “regular los salarios de los cónsules”. Este proyecto nunca apareció y  en su discurso inaugural de agosto pasado el presidente Fernández formuló una promesa similar.

Hace 4 años, el 23 de septiembre, el secretario general del PLD, José Tomás Pérez rechazaba el retiro de altos oficiales jóvenes, citando el caso del general José de los Santos, sustituido como director de la Defensa Civil y puesto en retiro, lo mismo que acaba de ocurrir ahora al vicealmirante Radhamés Lora Salcedo.

Pérez también denunció las cancelaciones masivas en la administración pública, incluyendo -como ahora- hasta a empleados con más de diez años de servicio, en lo que denominó como “un verdadero huracán batatero”.

EL PLD NO ESPERÓ 30 DÍAS

Agitado por las denuncias de corrupción, el PLD no esperó los 100 días para abrir la oposición al gobierno de Mejía. A los 25 días, el 11 de septiembre, tras una reunión de su Comité Central, el partido morado emitió un comunicado en que criticaba el aumento de precio de la gasolina y el gasoil, que el presidente Fernández se negó a ejecutar. Para entonces el petróleo se cotizaba en 34 dólares el barril.

También criticaba un reajuste de la tasa cambiaria elevada de 16.05 a 16.40 pesos por dólar. Así mismo el PLD demandaba el mantenimiento del subsidio al gas propano que ahora desmonta y la reducción del recargo cambiario del 5 por ciento en que lo dejaron a 1.75 por ciento.

El comunicado también exigía el pago de prestaciones laborales a todos los empleados públicos despedidos por los perredeístas y un reajuste salarial para los empleados públicos y los pensionados del Estado. PRD y PLD sostienen ahora posiciones inversas en cuanto a los salarios.

Esta vez los perredeístas han prometido observar la tegua siquiera de 100 días frente al nuevo gobierno, y dicen favorecer su proyecto de reformas tributarias, aunque en días pasados ya su presidente Vicente Sánchez Baret dejó entredicho que  podría reducirse si siguen los ataques contra los exfuncionarios.

Al igual que ocurrió en esta semana con el huracán Frances, el 23 de agosto del 2000 pasó por la misma ruta de la costa este y norte el huracán Debby que obligó a adoptar previsiones, pero sólo dejó fuertes ráfagas de viento y algunas lluvias que beneficiaron a la agricultura.-

Un discurso promisorio que amerita concreción

  Por Juan Bolívar Díaz

El discurso inaugural del presidente Leonel Fernández ha sido bien acogido pero se espera que sea completado con una serie de normativas específicas                                            

            El presidente Leonel Fernández pasó con éxito su primera prueba con un discurso de juramentación que despertó esperanzas, al invocar las mejores energías de los diversos sectores sociales, aunque varias de las medidas anunciadas para hacer integral la reforma fiscal están pendientes de concretización.

            El nuevo gobierno agota su primera semana integrando su equipo ejecutivo, extraído de la militancia del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y los grupos políticos que le respaldaron en los comicios presidenciales el cual puede ser considerado una repetición del que rigió la nación en el período 1996-2000.

            Mientras tanto las primeras ejecutorias están encaminadas a dar un respiro a la ciudadanía con un mejoramiento de la oferta energética y la superación de la escasez de gas propano, las dos mayores expresiones del deterioro con que concluyó el gobierno del presidente Hipólito Mejía.

Buena acogida al discurso

            El discurso inaugural del presidente Fernández fue acogido como positivo y esperanzador por la generalidad de la ciudadanía y el liderazgo político y social, incluyendo a dirigentes de los partidos de oposición.

            La ausencia de agrias recriminaciones al gobierno saliente, sin que faltara un crudo balance de la crisis financiera heredada, y el tono grandilocuente del nuevo mandatario magnificaron la pieza oratoria de una hora ante la Asamblea Nacional y una decena de gobernantes de diversas naciones del continente.

            Aunque algunos analistas y dirigentes políticos estimaron que varias de las políticas formuladas por Fernández tendrán que ser concretadas mediante decretos y otras disposiciones administrativas, la generalidad coincidió en dar un voto de confianza al gobierno que se inicia.

            El balance fue positivo, estimándose que el discurso tiende a generar confianza en los diversos actores nacionales y en la representación de la comunidad internacional, lo que se expresó en la ratificación de la tendencia a la baja en la tasa cambiaria sostenida durante las últimas semanas. El jueves el dólar llegó a cotizarse a 40 pesos, dos y medio menos que al cierre del pasado período gubernamental.

            Es relevante que el descenso se mantuvo a pesar de que el precio del petróleo siguió su alocada carrera alcista, aproximándose a los 50 dólares el barril, y aún cuando se acudía al mercado cambiario para la compra del combustible llamado a reactivar la producción energética, que llegó a sus niveles más críticos en el período de transición del gobierno.

            El tono del discurso presidencial y la apelación al conjunto de los dominicanos y dominicanas para echar el país hacia delante y la propuesta de un “Gobierno de Unidad Nacional”, se correspondió con el informe presentado por el presidente Hipólito Mejía el jueves 12, en el cual se manifestó conciliador prometiendo colaboración con las nuevas autoridades en aras del interés nacional.

            Independientemente de las acciones judiciales que pudieran derivarse de las ejecutorias de las autoridades salientes, el presidente Fernández dejó abiertas las puertas a la concertación con los partidos de oposición, al advertir que no alberga ánimo alguno de venganza o de retaliación y que nadie será perseguido por razones de revancha política.

            Lo esencial del discurso se centró en la necesidad de concertar esfuerzos para superar la crisis económica que afecta al país para lo cual esbozó una serie de políticas.

Medidas complementarias

            En la opinión pública nacional se sintió el empeño de alentar al nuevo gobierno y de resaltar las políticas anunciadas, pero con la expectativa de que puedan ser concretizadas en breve plazo, mediante disposiciones administrativas.

            Eso rige en primer lugar para la constitución del “Gobierno de Unidad Nacional que integre en un Consejo Económico y Social a los representantes del sector empresarial, del sector laboral, de la sociedad civil y de las iglesias”.

            Lo mismo cuenta para la planteada reestructuración del gabinete social y la implementación de las políticas sociales. Pareció tímido el inicio con 25 mil familias del programa “Comer es Primero”, destinado a la población que vive en la extrema pobreza.

            Pero donde más se requiere una rápida definición que genere credibilidad es en el programa de austeridad enunciado por el presidente Fernández, llamado a complementar la reforma fiscal propuesta al Congreso Nacional.

            Llamó la atención que no hubo nada concreto frente al reclamo de reducción de la nómina pública, más allá de limitar los subsecretarios de estado a los contemplados en las leyes orgánicas de los ministerios.

            Los propósitos de limitar las compras estatales a lo imprescindible, y de limitar el gasto en pipetas, teléfono, viáticos y dietas y de eliminar los gastos superfluos, tienen que ser concretados en normas específicas si se les quiere convertir en realidad. Igual para evitar el endeudamiento de las instituciones estatales y para suprimir los desproporcionados ingresos de los cónsules.

            Diversos gobiernos, incluyendo a los dos pasados, han planteado políticas de austeridad como la enunciada en el discurso de Fernández, y en los mejores casos han tenido una aplicación muy efímera. Han sido más bien planteamientos destinados a calmar los reclamos de la opinión pública.

            La decisión más importante en orden a la austeridad y la reducción de la corrupción no fue ni siquiera prometida en el discurso presidencial del lunes 16: el establecimiento de una política firme de licitaciones y concursos públicos para las compras y contrataciones de obras del Estado.

            Con esa sola política, que puede adoptarse hasta por decreto, el gobierno se ahorraría mucho más dinero que con todas las medidas de austeridad anunciadas. Además de que operaría como mecanismo de contención de una de las más graves formas de corrupción de la administración nacional.

            Hasta altos funcionarios del nuevo gobierno entienden que en los próximos días el presidente Fernández tendría que concretar en decretos y resoluciones administrativas la política de austeridad, o no pasará de un recurso oratorio para despertar falsas expectativas.

Un equipo repetido  

            El presidente Fernández vuelve al poder con el mismo equipo que lo acompañó en su gestión anterior. En el gabinete la única novedad es la presencia del ingeniero Carlos Morales Troncoso en la secretaría de Relaciones Exteriores. Los demás repiten, muchos de ellos en los mismos cargos. Igual ocurre en las direcciones generales y otros organismos estatales.

            Para no dejar fuera a ninguno de los anteriores, el exsecretario de Obras Públicas Diandino Peña quedó designado en un cargo inorgánico, como Gerente General de un proyectado Metro de Santo Domingo, con rango de secretario de Estado.

            No quedaron fuera ni siquiera los procesados por el Programa de Empleo Mínimo (PEME), con un grueso y pesado expediente de mil 400 millones de pesos, que en casi cuatro años apenas ha pasado de la fase de instrucción, encabezados por Luis Incháusti, designado recetario sin cartera honorífico. Otro, Simón Lizardo, vuelve al cargo de Contralor General.

            Ha llamado la atención la ausencia del exvicepresidente Jaime David Fernández y de sus seguidores. Apenas uno, Haivanjoe Ng Cortiñas, fue designado en un cargo secundario, el de Superintendente de Valores.

            En cambio los reformistas tienen dos representantes en el gabinete, Morales Troncoso y Amílcar Romero, este como secretario de Agricultura, además de Arístide Fernández Zucco, presidente de la Refinería de Petróleo.

            De los partidos aliados resalta la designación de Max Puig, como secretario de Medio Ambiente y de Onofre Rojas para administrar los Fondos Europeos de Desarrollo, ambos de la Alianza por la Democracia. José Francisco Peña Guaba, cabeza del Bloque Institucional Socialdemócrata, fue encargado del Instituto Nacional de Estabilización de Precios. De la Fuerza Nacional Progresista no se había designado a nadie hasta la noche del jueves.

            Entre los nombramientos más ponderados figura el del licenciado Francisco Domínguez Brito como Procurador General, el vicealmirante Sigfrido Pared Pérez como secretario de las Fuerzas Armadas, y el general Manuel de Jesús Pérez Sánchez en la jefatura de la Policía Nacional.

Parches de emergencia

            Desde el primer día de gestión, el gobierno ha tenido que concentrar esfuerzo para poner parches de emergencia en dos de los problemas más acuciantes dejados por la administración precedente: la crisis energética y el suministro de gas propano.

            Con un préstamo de 65 millones de dólares para combustible alentaron a los generadores de electricidad a encender sus plantas, lo que de inmediato se tradujo en una reducción considerable de los apagones. También se incentivó a importadores privados de gas propano a aumentar el suministro, esperándose que en pocos días pueda ser superado el desabastecimiento.

            Lo del préstamo para energía eléctrica es un verdadero parche sobre uno de los problemas más complejos de la nación, que el propio presidente Fernández dijo que pierde entre 20 y 25 millones de dólares cada mes. Eso significa que el paliativo podría tener efecto para apenas unos tres meses, cuando habrá que buscar más recursos, porque se descarta que el enorme enredo energético pueda ser resuelto en corto plazo.

            Pero la mitigación de esos dos problemas ha sido una sabia decisión gubernamental llamada a alentar confianza y mejorar el estado de ánimo de la población que tendrá que ser mejor preparada para que asimile el paquete impositivo en manos del Congreso Nacional, el cual despierta polémicas por carecer de los menores elementos compensatorios de la inflación y recesión de que es contentivo.

            El balance de la primera semana podría sintetizarse en discreta esperanza en la nueva gestión gubernamental.-

 

Los grandes retos del nuevo gobierno

Por Juan Bolívar Díaz

El discurso de juramentación de Leonel Fernández es clave para completar el proyecto de reforma fiscal con la política de gasto y compensación social

             Las expectativas nacionales están centradas en el discurso del doctor Leonel Fernández Reyna cuando se juramente el próximo lunes como presidente de la República, en el que deberá definir las políticas del gasto público y de compensación social que complementen el proyecto de ley de reforma fiscal que cursa en el Congreso Nacional.

            El nuevo gobernante deberá convocar a todos los sectores nacionales a un esfuerzo conjunto que permita iniciar la tarea de superación de la grave crisis financiera por la que atraviesa el país, consciente de que inicia una gestión gubernamental con una minoría en las cámaras legislativas.

            Nadie debe esperar ni menos reclamar milagros ni rápida solución a los déficits fiscal y cuasifiscal como tampoco a la madeja de problemas que constituyen la crisis energética fruto de muchos años de desaciertos e imprevisiones, por lo que esta vez el período de tolerancia y comprensión tiene que ir mucho más allá de los clásicos 100 días.

La segunda oportunidad

            Para el doctor Leonel Fernández y su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) el período gubernamental a iniciarse el lunes 16 será una segunda oportunidad para realizar una gestión que genere satisfacción, con posibilidades de afianzarse como primera fuerza política, dadas las dificultades por las que atraviesan los otros dos grandes partidos del sistema.

            Al igual que en 1996, el peledeísmo llega al Poder Ejecutivo con la desventaja de ser minoría en el Congreso Nacional y el Poder Municipal, lo que lo obliga a una inteligente política de intercolaboración que no lo vuelva a dejar aislado en corto tiempo como ocurrió en su primera oportunidad.

            Ahora tiene la ventaja objetiva y subjetiva de no deberle el poder a otro de los grandes partidos, de disponer de una maquinaria política de cientos de miles de militantes, a diferencia de hace 8 años, cuando era un partido basado en 14 mil miembros, más la experiencia de haber gobernado.

            La gran desventaja es que esta vez Fernández encuentra el país sumido en una grave crisis financiera, con el petróleo sobre 44 dólares el barril y con severa recesión llamada a agudizarse con la reforma fiscal a que obligan las circunstancias. En 1996 la economía llevaba varios años de estabilidad y crecía al 5 por ciento, mientras este año se espera un descrecimiento del 1 por ciento y el pesado fardo nacional del petróleo ronda los 44 dólares por barril.

            La reforma fiscal que se frustró hace 8 años perseguía aumentar la capacidad del gobierno para invertir y encaminar políticas sociales de rescate de las mayorías preteridas, mientras ahora el objetivo inmediato consiste en cubrir déficits para restablecer el equilibrio macroeconómico y retomar el crecimiento.

            Aunque tanto el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) como el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) son más débiles que en 1996, ello mismo conlleva una mayor dificultad para la gobernabilidad puesto que no disponen de los liderazgos unificadores y políticamente racionales de José Francisco Peña Gómez y Joaquín Balaguer.

            Hace 8 años Leonel Fernández y su partido no tuvieron suficientes habilidades o disposición para negociar y conseguir la colaboración de esos líderes. Factor fundamental en contra fue que el PRD salió de las elecciones con el 48 por ciento del sufragio y con un liderazgo unificador que despertaba esperanza en casi la mitad de la población.

            El desconcierto en que ahora concluye el gobierno perredeísta, dejando el país sumido en una de sus peores crisis económica y con el partido fraccionado y desacreditado ante dos tercios de la población y sin rumbo institucional firme, abre mayores posibilidades de afianzamiento para el PLD y su nuevo ejercicio gubernamental.

Expectativas limitadas

            El doctor Fernández Reyna llega de nuevo al poder con expectativas más limitadas que las de 1996, porque hay amplia conciencia de la crítica situación que hereda, cuya simple superación a corto o mediano plazo sería ganancia política aunque no conlleve crecimiento espectacular.

            Las expectativas son menores también porque el PLD llegó al gobierno la primera vez con una gran virginidad política que perdió en corto plazo causando decepciones que generaron las frustraciones electorales de 1998 y el 2000.

            Pero esas cortas expectativas derivadas del creciente descreimiento en el sistema de partido, de la persistente impunidad de la grave corrupción pública y privada que ha hundido la economía nacional y un notable ambiente de frustración podrían convertirse en un lastre para una gestión gubernamental que tropezará con serias dificultades para satisfacer las necesidades de las mayorías empobrecidas y hasta de las clases medias.

            Uno de los primeros desafíos del nuevo gobierno será poner alguna distancia de los responsables de las quiebras bancarias, permitiendo que sigan su curso los procesos judiciales abiertos. Importantes dirigentes del PLD reconocen que algunos de los abogados de los banqueros procesados tienen “acciones” en el nuevo gobierno. Y se dice que también los mismos acusados.

            Al respecto la primera prueba será si la nueva gerencia del Banco Central mantendrá el equipo de abogados que lleva los procesos judiciales contra los acusados de las quiebras fraudulentas de los tres bancos. La designación del ministerio público, especialmente del Procurador general y el clave fiscal del Distrito Nacional, podría enviar señales de la actitud frente a la corrupción denunciada y la que pueda encontrarse entre los funcionarios salientes. Un sociólogo dirigente de la Sociedad Civil estimó en una reciente reunión que una señal de impunidad “sería un incentivo a la desesperanza y la rebeldía social”.

            Mientras un comunicado suscrito por más de 130 ciudadanos y ciudadanas reconocidos advirtió al nuevo gobierno de los riesgos de negociar la justicia “por razones de compromisos, pragmatismo político o por una gobernabilidad cómplice”. Entonces “podrá tener como aliados a los responsables del fraude y de las anomalías que lo generaron, pero igualmente se habrá enajenado el apoyo ciudadano y la legitimidad, desmantelando lo poco que queda del Estado de Derecho”.

            Otro desafío para el gobierno peledeista será ampliar su respaldo en los grupos organizados de la sociedad civil, el cual perdió en su anterior ejercicio, cuando consideró perredeísta toda disensión o reclamo.

Reclamada reforma integral  

            El discurso de instalación del presidente Fernández tendrá que abordar la política de gasto, inversión y compensación social que los sectores más influyentes han reclamado para que el paquete fiscal sometido al Congreso adquiera la categoría de reforma integral.

            El proyecto ha sido bombardeado por todos sus flancos, por una variada muestra social, que va desde el empresariado y los profesionales de la economía, los partidos políticos y los grupos sindicales y populares.

            Sus efectos inflacionarios agravarán aún más la degradación del poder adquisitivo

de los sectores de ingresos fijos, no solo de los niveles populares, sino también de los segmentos medianos y bajos de las clases medias, con repercusiones recesivas, que deberán ser combatidas con algún reajuste salarial, aunque no sea tan significativo como el 40 por ciento de aumento general cuando la reforma para saldar la crisis que estalló en 1990.

            Para mantener el respaldo, en especial del sector empresarial, el nuevo presidente deberá anunciar una política de extrema austeridad, con un plan de reducción del empleo público, del gasto de representación, en vehículos y combustibles, en teléfonos y viajes.

            Esta semana el movimiento cívico Participación Ciudadana propuso al presidente Fernández “un compromiso ético para el ejercicio del poder, dirigido a fomentar una gestión pública moderna, transparente y confiable, que garantice los servicios públicos a la ciudadanía, elimine la corrupción y establezca un nuevo modelo de gobierno fundado en la eficiencia y la austeridad”.

            Al respecto señalaron diez decisiones dependientes del Poder Ejecutivo, como política racional de gasto, concursos para las compras y obras del Estado, suprimir el clientelismo en los consulados, seleccionar un ministerio público comprometido en la lucha contra la corrupción pública o privada, que no se amedrente ante el poder económico o la alcurnia de los inculpados, y hacer cumplir la ley sobre declaración jurada de bienes al inicio y al final de la gestión.

            También cesar las exoneraciones y facilidades arancelarias ilegales, velar por los mecanismos de control y supervisión en toda la administración pública, especialmente en los sectores financiero y eléctrico, procurar que los programas sociales lleguen a los sectores más pobres, sin discriminación, depurar la nómina gubernamental y disponer un ajuste general de salarios y velar por el cumplimiento de la ley sobre Servicio Civil y Carrera Administrativa.

            El documento de Participación Ciudadana recoge la mayoría de los reclamos que se han venido formulando desde diversas instancias sociales y políticas para que los nuevos sacrificios fiscales puedan ser asimilados.

            El presidente Fernández también ganaría respaldo si rescata todo un código anticorrupción acumulado en las gavetas del Congreso Nacional para prevenir y sancionar la corrupción en todas sus expresiones y demanda al Poder Legislativo su aprobación.

            Un compromiso presidencial de esa naturaleza y dimensión evitaría que los legisladores salgan a pescar en el disgusto y modifiquen a su antojo el proyecto de reformas fiscales propuesto por los técnicos del PLD.

            La experiencia de su anterior gobierno, debe advertir al PLD del peligro de solo atender los reclamos de los sectores de mayor poder, como ya ha ocurrido con el proyecto que cursa en el Congreso. El costo de los nuevos impuestos, casi todos al consumo, podría generar a corto plazo un disgusto popular peligroso no solo para el nuevo gobierno, sino también para la estabilidad democrática nacional.-

Una democracia electoral bajo cuestionamientos

Por Juan Bolívar Díaz
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 Los estudios de instituciones internacionales coinciden en que América Latina, Centroamérica y la República Dominicana han fortalecido el sistema electoral, con mayoritaria aceptación de la democracia como forma de gobierno, pero cada vez con más insatisfacciones.

El cuestionamiento es particularmente grave en relación a los partidos políticos, que aunque son considerados fundamento de la democracia, registran la más baja aceptación entre las instituciones y a los cuales se les percibe como maquinarias de corrupción, clientelismo y retribución de favores.

Tras más de dos décadas de afianzamiento formal de la democracia esta convive con una pobreza cada vez más generalizada sin haber podido garantizar los derechos civiles y sociales, lo que genera insatisfacciones que abren serios interrogantes para el futuro próximo.

[b]Avances democráticos, pero…[/b]

Dos importantes estudios sobre la democracia latinoamericana han sido publicados en las últimas semanas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y por el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización de Estados Americanos y el Instituto Internacional para la democracia y la Asistencia Electoral.

El del PNUD titulado “La Democracia en América Latina” se fundamenta en una encuesta de opinión que respondieron 18 mil 643 ciudadanos de 18 países y en entrevistas a 231 líderes latinoamericanos.

El patrocinado por el BID, la OEA e IDEA, conocido y discutido en un encuentro celebrado hace dos semanas en San José de Costa Rica, lleva por título “Un Desafío a la Democracia” y trata sobre los partidos políticos en Centroamérica, Panamá y República Dominicana. También se basa en encuestas y entrevistas.

Ambos estudios registran avances extraordinarios en la consolidación de un proceso de democratización formal en la región. El del PNUD indica que los 18 países considerados en su informe cumplen hoy los requisitos fundamentales del régimen democrático, pero de ellos sólo tres vivían en democracia hace 25 años.

“Sin embargo, al tiempo que las latinoamericanas y los latinoamericanos consolidan sus derechos políticos, se enfrentan a altos niveles de pobreza y a la desigualdad más alta del mundo. Así, se plantea que existen fuertes tensiones entre la expansión de la democracia y la economía, la búsqueda de la equidad y la superación de la pobreza”, indica el informe.

La debilidad del proceso democrático queda patente en el hecho de que el 54.7 por ciento de la población encuestada aceptaría un gobierno autoritario siempre que resuelva los problemas económicos. El 56 por ciento cree que el desarrollo económico es más importante que la democracia, y hasta un 58 por ciento avala el presidencialismo, al manifestarse de acuerdo con que el presidente vaya más allá de las leyes.

El estudio sobre América Central, Panamá y RD resalta que la región lleva más de dos décadas de construcción democrática y las mayorías piensan que la democracia es el ideal y la meta, pero la actitud de la población es de insatisfacción con el funcionamiento real del régimen, lo que se vincula a la situación económica.

“La problemática económica es más urgente e importante que la naturaleza de los regímenes políticos. Pero a mediano y largo plazo la consolidación de la legitimidad democrática requiere resultados, tanto en las condiciones de vida de la población como en el funcionamiento de las instituciones políticas”, indica.

El informe del PNUD plantea “la evolución de una democracia electoral, hoy plenamente vigente, a una democracia de ciudadanos, en la que la conquista de los derechos civiles y sociales estén a la par de los derechos políticos”. Identifica logros, límites y retos para formular una agenda de reformas para fortalecer el desarrollo de la democracia en la región.

[b]Los partidos en la picota[/b]

Si la insatisfacción con la democracia es alta, mucho peor se manifiesta frente a los partidos políticos, institución básica del ejercicio democrático. Según el Latinobarómetro entre 1996 y 2003 son los partidos las instituciones públicas que menos credibilidad tienen, habiendo alcanzado su peor tasa en 1997, con un 28 por ciento, que se redujo al 20 por ciento el año pasado, según se consigna en el estudio BID OEA IDEA.

La Iglesia y la televisión encabezan la tasa de confianza con 76 y 50 por ciento, respectivamente en el 2003. Seguidos por las Fuerzas Armadas, el Presidente, la banca, las grandes empresas, la municipalidad, Policía, Gobierno, el Sistema Judicial y en el penúltimo escalón quedó el Congreso con el 27 por ciento.

En Centroamérica, Panamá y RD apenas uno de cada diez personas expresa confianza en los partidos políticos. Mientras el 86 por ciento dice tenerles poca o ninguna confianza.

Las causas de la mala imagen de los partidos son la corrupción (56 por ciento), el incumplimiento de las promesas, la incompetencia, que solo se representan a sí mismos, no atienden a la gente o porque son víctimas de los medios de comunicación que los atacan, según el 17 por ciento.

Cuando se preguntó a las élites centroamericanas qué pasos se deben dar para fortalecer los partidos, las respuestas espontáneas fueron en un 36 por ciento, reformar las leyes sobre partidos, otro 35 por ciento señaló la reforma del financiamiento. El 25 por ciento se inclinó por la capacitación de los líderes y cuadros, 14 por ciento por la renovación de las cúpulas y dar mayor espacio a los jóvenes. La renovación de los programas fue la respuesta de otro 14 por ciento.

La desesperanza de la población centroamericana en la democracia y los partidos alcanza magnitudes preocupantes que abren interrogantes sobre el futuro inmediato. La mitad de la población aceptaría que llegara al poder un gobierno no democrático, si pudiera resolver los problemas económicos. Y las dos terceras partes consideran que “más que partidos y congreso, lo que nos hace falta es un líder decidido que se ponga a resolver los problemas”.

Desde luego, esas proposiciones no tienen en cuenta los fracasos de los presidentes que surgieron en la región en las últimas dos décadas como alternativa a los partidos tradicionales. Collor de Melo en Brasil, Alberto Fujimori en Perú, Jorge Serrano Elías en Guatemala, Jean Bertrand Aristide en Haití, y están en la picota Hugo Chávez en Venezuela y Alejandro Toledo en Perú.

El informe discutido en Costa Rica explica la desesperanza en el estancamiento económico de la región en los últimos años. Cita a la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de principios de este año, hablando de una “media década” adicional perdida para el desarrollo, que habría acentuado las preocupaciones económicas de la región. “la situación económica es prioritaria, las expectativas crecen, y las instituciones políticas (y los partidos en particular) no son capaces de satisfacerlas”.

Concluye en que la paradoja centroamericana es que hay más democracia que nunca antes, pero al mismo tiempo menos satisfacción con el régimen, con sus instituciones en general y con los partidos políticos en particular, aunque en las últimas dos décadas de la construcción democrática en la región se han encaminado reformas para aumentar la transparencia del financiamiento de los partidos, estimular la participación electoral y la libertad de elección, así como para fortalecer las instituciones de control, fomentar las instancias del diálogo y democratizar las fuerzas armadas.

[b]En la República Dominicana[/b]

Para el caso dominicano, el informe del BID OEA IDEA cita las encuestas Demos sobre Cultura Política, donde los partidos también aparecen en el último escalón en la confianza en las instituciones públicas. Aunque en el 2001 un 17 por ciento, casi el doble que el promedio de 9 por ciento en la región centroamericana, se manifestaba cercano o muy cercano a los partidos.

En el estudio del PNUD se afirma que “el país participa de una fuerte democracia electoral, pero sufre de un déficit en materia de ciudadanía, que se ha incrementado de manera notable en los últimos años pese a un crecimiento económico sostenido durante la década de los 90 y principios de la del 2000″.

Señala que RD ha oscilado con período de regímenes no democráticos (entre 1960 y 1977), intermedios (1990 95) y de máximo nivel de democracia a partir de 1996.

Los dominicanos y dominicanas prefieren más fuertemente la democracia como forma de gobierno que el promedio de América Latina. Pero también priorizan más que el promedio el desarrollo económico sobre el sistema democrático. El 48 por ciento declaró ser demócrata, 5 por ciento más que el promedio de la región. En el tema del clientelismo RD encabeza la lista de los 18 países latinoamericanos.

Resalta que en la República Dominicana el 77.5 por ciento de los encuestados dijeron que votan y de ellos el 46 por ciento (muy superior al promedio latinoamericano de 27 por ciento) dijo que tiene un partido y siempre vota por él. Pero la mayoría de la población estima que los partidos no cumplen su papel.

En general los parámetros dominicanos son mejores que los del promedio latinoamericano, el 54 por ciento todavía cree en la eficacia del voto aunque se registra una creciente desconfianza en los partidos y las instituciones.

En el encuentro de Costa Rica, las mesas de discusión llegaron a la conclusión de que la crisis de los partidos políticos es de magnitud grave y amerita nuevas y profundas reformas, a la vez que vincularon la supervivencia de la reciente construcción democrática, a las respuestas a las expectativas de mejores condiciones de vida de la población. El caso dominicano no escapa de las conclusiones generales.

El proyecto de Ley de Lemas derrotado en primera vuelta

Por Juan Bolívar Díaz

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El proyecto de “Ley de Lemas” introducido al Congreso Nacional la semana pasada por el diputado Henry Sarraf fue derrotado en la primera vuelta con un rechazo tan contundente y generalizado que obligó a sus patrocinadores del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) a modificarlo, buscando hacerlo más potable.

Aún con la nueva versión que los perredeistas buscaban consensuar al caer la semana, persisten las objeciones básicas a un proyecto que además de inconstitucional y extemporáneo es calificado como una degeneración de la democracia a la medida de los intereses de un partido político incapaz de regirse a sí mismo.

En la opinión pública persiste la creencia de que el PRD podría imponer su mayoría mecánica en el Congreso Nacional, pero solitario, cada vez más aislado del resto de la sociedad, terminaría pagando un alto costo político que recalentaría la capilla ardiente en que se ha colocado por incapacidad para ejercer la democracia en su propio seno.

[b]UN RECHAZO GENERALIZADO[/b]

Lo que cosechó el proyecto encaminado a instituir la multiplicidad de candidatos por partido (hasta 5 en las presidenciales y tres para senadores) con sumatoria de votos fue una avalancha de rechazo por parte de la opinión pública, el liderazgo político y las instituciones de la sociedad civil.

Ni siquiera la generalidad de los perredeístas se han manifestado en apoyo al proyecto, ya que el senador Ramón Alburquerque se pronunció en contra, mientras el precandidato Emmanuel Esquea guardaba un generoso silencio, a petición de sus aliados Milagros Ortiz Bosch y Rafael Suberví Bonilla, que le pidieron no pronunciarse en contra como se proponía a principios de la semana.

En el resto de la comunidad partidista el proyecto no ha tenido la mínima acogida. Hay quienes, como el presidente del Partido Reformista Social Cristiano, Rafael Bello Andino, han evadido rechazarlo, pero su candidato presidencial, Eduardo Estrella, el secretario político Johnny Jones, como Federico Antún, Jacinto Peynado y la generalidad de los legisladores se han manifestado en contra.

En los ámbitos de la sociedad civil el rechazo ha sido contundente, incluyendo al siempre precavido mediador Monseñor Agripino Núñez Collado, la Comisión de Seguimiento a la Junta Central Electoral instituida por el Diálogo Nacional, las organizaciones empresariales encabezadas por el Consejo Nacional de la Empresa Privada, la Fundación Institucionalidad y justicia, el movimiento Participación Ciudadana y diversos sectores religiosos y sociales.

El proyecto llevó al Embajador de la Unión Europea, Miguel Amado, a renovar públicamente sus preocupaciones por el proceso electoral en marcha. Mientras en la Junta Central Electoral, su presidente Luis Arias, y el presidente de la Cámara Administrativa, Nelson Gómez, manifestaban su preocupación por las dificultades que implicaría un cambio sustancial en el sistema electoral a 4 meses de los comicios presidenciales.

Similares y mayores aprehensiones se expresaron en editoriales de los medios de comunicación y en numerosos artículos publicados en los diarios, la generalidad de los cuales estimó inconstitucional el proyecto que pretende multiplicidad de candidatos con sumatoria de votos. Hubo excepciones como la del Listín Diario, bajo control del gobierno, el cual dio su bendición al cambio en el sistema electoral.

[b]OBJECIONES FUNDAMENTALES[/b]

La generalidad de los pronunciamientos cuestionaron la constitucionalidad de una legislación que implicaría que la ciudadanía no sepa de antemano dónde irá a parar su voto, contrariando los artículos 49 y 91 de la Constitución que establecen el voto directo tanto para la elección de presidente como de los legisladores.

Fundado en esa y otras objeciones tanto la Fundación Institucionalidad y Justicia como Participación Ciudadana advirtieron que si el proyecto se convertido en ley, elevarían una instancia ante la Suprema Corte de Justicia para que la declare inconstitucional. En el mismo sentido se pronunciaron dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y de otros sectores políticos.

En lo que hubo consenso absoluto entre los objetores del proyecto fue en considerar que es imposible aplicarlo para las elecciones de mayo próximo, de la que distan apenas 4 meses y una semana. Ello obligaría a la JCE a cambiar la reglamentación electoral para reconocimiento de candidaturas, en la presentación de la boleta de votación, para los delegados a las mesas electorales, el cómputo, la transmisión y el procesamiento de los resultados. Aparte de una nueva e intensa campaña para que los electores y electoras asimilaran los cambios.

Arriba de eso está el hecho de que ya por lo menos cinco partidos (PLD, PRSC, PRI, PNVC y Nueva Alternativa) han electo candidatos presidenciales con el sistema tradicional. Por la irretroactividad de la ley no pueden volver atrás para permitir múltiples candidatos. Y estarían en desventajas frente a un privilegiado que ocuparía hasta cinco casillas de la boleta presidencial.

Ha sido factor de irritación el que los perredeístas hayan proclamado que ese sistema es su última oportunidad para retener el poder, o para derrotar al PLD, o para mantener su unidad, lo que implica que están legislando para su propio beneficio grupal, en contradicción con el principio de igualdad que establece el artículo 100 de la Constitución.

Algo que también ha generado irritación es la persistencia con que los auspiciadores del proyecto, incluyendo al presidente de la República en tres ocasiones, han dicho que la ley de lemas equivale al voto preferencial por los diputados que entró en vigencia en los comicios congresionales del 2002.

Fue exactamente lo contrario, pues ese voto preferencial devolvió a los electores la facultad de señalar directamente su candidato preferido, sin implicar la transferencia de votos de un candidato a otro. Antes la elección dependía del orden en que los partidos colocaran los candidatos.

[b]ALTO COSTO POLÍTICO[/b]

En la opinión pública existe la convicción de que el PRD podría aprobar la ley de lemas con o sin la modificación que se planea introducirle, aunque terminaría pagando un alto costo político, pues estimularía un frente de oposición y acentuaría la polarización con el PLD, a quien ya hace tiempo las encuestas le otorgan la posibilidad de ganar en primera vuelta.

En el Senado el perredeísmo reúne votos de sobra, hasta para la reforma constitucional. En la Cámara de Diputados le falta un puñado para la mayoría absoluta, pero los conseguiría de sobra con los recursos del poder, incluso a través de los “enllaves” que el gobierno mantiene en el reformismo.

Pero el PRD está en un proceso de descrédito y descalabro que han mostrado las encuestas y que se siente hasta en círculos cercanos a ese partido. Una imposición de esa naturaleza y calibre, contra todo el resto de la sociedad política y civil solo serviría para recalentar la capilla ardiente en que se advierte al partido blanco.

El presidente Hipólito Mejía declaró el jueves en el telediario El Día del Canal 11 que “si hay que imponer esa ley se hace, porque el poder es para ejercerlo”. Aunque adujo que el proyecto de ley de lemas no es de su grupo, sino de sus opositores antirreeleccionsitas, Milagros Ortiz Bosch y Rafael Suberví Bonilla.

Al lanzar el proyecto, los perredeístas parecían contar con que amplios sectores reformistas lo harían propio, dadas las divisiones que afectan también al partido colorado. Pero el tiro parece haber salido por la culata, generando más bien un fuerte rechazo.

A ello ha contribuido el que Jacinto Peynado, el principal objetor de la candidatura de Eduardo Estrella, siga en Miami buscando recuperar la salud perdida. Y se afirma que no podría retornar antes de marzo. Al Ingeniero Carlos Morales Troncoso, el otro reformista con significativas posibilidades presidenciales, se le atribuye haber dicho que no va a caer en ese gancho. Estima que si se llega a aprobar la multiplicidad de candidatos ya no tendría tiempo para iniciar una campaña que compita con éxito dentro y fuera del partido.

[b]PREPARAN LA SEGUNDA VUELTA [/b]

El miércoles 7 ya el proyecto de Sarraf parecía liquidado y se iniciaron los preparativos para una segunda vuelta. Tirso Mejía Ricart presentó una modificación que amortigua en parte la inconstitucionalidad de la pieza. Y se le dio el visto bueno, en principio, en la reunión que sostuvo el presidente Mejía con los precandidatos Ortiz Bosch, Suberví y Esquea.

El jueves y todavía en la mañana de ayer viernes delegados del presidente y los tres precandidatos aliados seguían discutiendo un acuerdo que involucraría no sólo la reforma del proyecto, sino también la convención convocada para el 18 de enero, objetada por los tres aliados.

En la segunda versión el proyecto pasa a llamarse del “Voto preferencial para Presidente”, lo que implicaría que la multiplicidad de candidaturas solo se aplicaría en la elección presidencial. Se mantiene también la sumatoria de votos.

El cambio fundamental es que en la nueva versión no es posible ganar en la primera vuelta a menos que un candidato obtenga por sí solo más de la mitad de los votos válidos, como está instituido hasta ahora. Es decir que la sumatoria de votos no da la presidencia, pero puede determinar quiénes van a la segunda vuelta.

De esa forma se pretende eliminar la objeción de que el sistema no garantiza la elección mediante voto directo, como establecen los artículos 49 y 91 de la Constitución.

De cualquier forma las posiciones de rechazo al proyecto van más allá de ese aspecto y están bien tomadas. Resultará difícil cambiarlas y el tiempo corre en cuenta. Si convocan el Diálogo Nacional como pidió el candidato presidencial del PLD, Leonel Fernández, allí se complicaría más el debate. Si no lo convocan, ese mecanismo sería dado por irrelevante.-

 

Ley de lemas es antidemocrática e inconstitucional

Por Juan Bolívar Díaz
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 Ante la manifiesta incapacidad para ponerse de acuerdo, importantes sectores del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) consideran la posibilidad de reproducir la antidemocrática Aley de lemas@, oriunda de Uruguay, que les permitiría postular múltiples candidatos a la presidencia, pero que choca con el principio constitucional del voto directo.

Confirmando pronósticos, los líderes perredeístas prolongaron hasta el 2004 su enfrentamiento por la candidatura presidencial y las perspectivas no apuntan a una rápida solución, sino más bien a progresiva complicación en medio de un panorama económico y político dramáticamente adverso.

La agonía del perredeísmo se prolonga indefinidamente y sus recursos legales ya traspasan el marco de la Junta Central Electoral para llegar a los tribunales ordinarios y posiblemente hasta la Suprema Corte de Justicia, en tanto el tiempo transcurre inexorable a cuatro meses y medio de las elecciones presidenciales.

La llegada del año nuevo no trajo la armonía a los ámbitos del perredeismo. Por el contrario, los diarios del último día del 2003 daban cuenta de que los tres precandidatos aliados (Milagros Ortiz Bosch, Rafael Suberví Bonilla y Emmanuel Esquea Guerrero) habían apelado a una cámara civil para que ordene la suspensión de los trabajos organizativos de la votación primaria convocada para el 18 de enero.

El trío también elevaba el tono jurídico de su cuestionamiento a la Cámara Contenciosa de la Junta Central Electoral a la que acusaron de haberse parcializado con un dictamen que en vez de propender a la unidad de su partido, lo condena a la división y por haberse sobrepasado al ordenar reabrir la inscripción de precandidatos para la convención perredeísta, algo que ninguna de las partes le había solicitado.

Cuestionada por tres de los cuatro precandidatos que la escogieron Ade consenso@, la comisión organizadora parecía dispuesta a seguir adelante con la preparación de la primaria, aunque entre varios de sus miembros y miembras cundía la convicción de que será otro ejercicio inútil que sólo servirá para profundizar la crisis.

Entre integrantes de esa comisión y hasta en el propio Proyecto Presidencial Hipólito (PPH) existe la convicción de que esa votación no agregará mucha legitimidad a la candidatura del presidente Mejía, aún cuando a última hora pueda inscribir un competidor comodín. Menos aún con la oposición militante de los tres aliados.

Es en ese marco que emerge la fórmula uruguaya, reproducida en Argentina y Honduras, originalmente llamada ley de lemas. El diputado Elías Sarraf anunció en el Congreso su disposición a someter un proyecto de ley para consagrar la posibilidad de que cada partido reconocido puede presentar múltiples candidatos presidenciales.

De inmediato Eligio Jáquez, el coordinador del PPH, adelantó su simpatía con la idea que el último día del 2003 estuvo bajo consideración en altos niveles partidarios, aparentemente propulsada por miembros de la misma comisión organizadora de la convención, convencidos de que es el único camino que podría impedir la disección del buey blanco.

La fórmula podría ser aceptable para el grupo de los tres, ya que ellos la promovieron e instituyeron para la elección del candidato perredeísta. Ortiz, Suberví y Esquea fueron aliados y sus votos se sumarían para atribuírselos todos al que entre ellos hubiese obtenido la mayor cantidad.

[b]SERÍA INCONSTITUCIONAL [/b]

Sin embargo, la fórmula que dentro de un partido puede ser válida, previo acuerdo entre las partes, puede ser atacada e invalidada a nivel nacional por opositores que en este caso tendrían argumentos para considerarla inconstitucional. También iría contra aspectos esenciales de la democracia y en vez de promover la unidad de los partidos, la socava a mediano y largo plazo.

La idea es recurrente desde hace varios años en el país siempre que el PRD ha tenido que escoger candidato presidencial, lo que casi nunca ha sido fácil. Ahora se argumenta que beneficiaría también al Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), el cual también podría llevar más de un candidato Ay salvar su unidad en peligro@. De paso los promotores esperan que esto garantice que los diputados reformistas sumen sus votos a los perredeístas para la aprobación de la ley.

Pero el asunto es más complicado. El problema fundamental es que la sumatoria de votos no puede ejecutarse sin reformar la Constitución de la República, lo que implica mayores dificultades, ya que perredeístas y reformistas no suman los dos tercios precisos para las reformas constitucionales. Se cuenta por adelantado con una férrea oposición del PLD, de la opinión pública y la sociedad civil a una nueva reforma constitucional por puros intereses partidarios y ya en medio del proceso electoral.

Hábil, el presidente del Senado, Jesús Vásquez Martínez, se adelantó a expresar su oposición a una reforma constitucional en las actuales circunstancias, aunque sin descartar que la sumatoria se consagre por ley.

El artículo 49 de la constitución de la República es preciso al instituir que AEl Poder Ejecutivo se ejerce por el Presidente de la República, quien será elegido cada cuatro años por voto directo@

La sumatoria de sufragios por partidos implica votos indirectos. Por ejemplo, un ciudadano o ciudadana puede tener problemas de conciencia para votar por el candidato 1 de su partido y lo hace por el 2, pero su sufragio puede serle cargado al que él rechazaba.

Es obvio que cualquier interesado podría llevar el caso a la Suprema Corte de Justicia para que declare inconstitucional que su voto pueda ser transferido a otro candidato, aunque sea del partido por el que votó. Peor aún si no es miembro de esa agrupación política. Y hay cientos de miles que votan sin ser miembros de los partidos.

[b]IMPLICACIONES ANTIDEMOCRÁTICAS[/b]

Son varias las implicaciones antidemocráticas del proyecto de marras. Comenzando por el hecho de que sería una ley con nombres propios, para resolver los problemas internos de dos grupos particulares, aunque sean grandes. Más aún cuando uno de los partidos mayores, y el que en el último año encabeza las encuestas, el PLD, ya escogió su candidato presidencial con las normas vigentes.

Se argumenta que la ley de lemas dio resultado en Uruguay y Argentina, pero nadie puede decir que haya contribuido a mejorar la calidad de la democracia de esos países. Tiene implicaciones poco democráticas, como el hecho de que puede resultar electo un candidato que recibiera una minoría de los votos.

Si se asume que el PRD lleve tres o cuatro candidatos, podría darse el caso de que el más votado reciba un 25 por ciento del sufragio. El segundo un 15, el tercero 6 y el cuarto un 5. La sumatoria, 51, daría por electo en primera vuelta al candidato número 1. Pero el candidato del PLD, unido, fruto de un mejor ejercicio democrático, consigue un 45 por ciento de la votación. Se habría elegido a un presidente por el que sólo un 25 por ciento de la población sufragó, y perdería aquel que obtuvo casi el doble.

Argumentos para oposición hay de sobra, y hasta para el recurso de inconstitucionalidad. Lo que implica una gran debilidad para la fórmula de la sumatoria de votos con múltiples candidatos por partido. Eso en nada beneficiará al PRD en las actuales circunstancias, al menos de cara a la opinión pública que lo vería sumando un remiendo antidemocrático a su propia incapacidad para el ejercicio de la democracia.

Y aún cuando el ejercicio del poder y la sumatoria de intereses de dos partidos pueda dar paso a la fórmula, consumiría buena parte de los próximos meses en debates que sólo reflejarían la debilidad de los proponentes. Y sometería a otra institución, la Suprema Corte de Justicia, a la obligación de pronunciarse sobre un asunto de tantas implicaciones partidarias.

SOLUCIÓN MUY COYUNTURAL

La sumatoria de votos podría Aresolver@, más bien aplazar, las divisiones en el PRD y el PRSC, pero no las resuelve. En cualquier caso se trataría de una solución meramente coyuntural, y a mediano y largo plazo en vez de promover la unidad y fortaleza de los partidos, los debilitaría y fragmentaría, al consagrar el principio de que nadie pierde en las elecciones internas. En nada ayudaría a la unidad el que dos o tres, o no se sabe cuantos, candidatos de un mismo partido salgan a promoverse cada uno con su propio aparato propagandístico. )No sería legalizar la división?

Se elevaría notablemente el costo de las campañas electorales y habría que legislar para determinar cómo se distribuiría el financiamiento público a los partidos en las campañas de múltiples candidatos.

El asunto obligaría también a revisar numerosos artículos de la ley electoral vigente, como los que establecen que los dos candidatos más votados irían a una segunda vuelta. )Aún si fueren del mismo partido, como podría ocurrir?

Complicaría también las boletas electorales y la elección por parte de la ciudadanía menos instruida. Y lo mismo ocurriría con el cómputo y procesamiento de los resultados. La fragmentación induciría también el desinterés de la ciudadanía por las elecciones.

Por demás la reforma en consideración conspiraría contra la promoción de una cultura democrática. El que no puede perder dentro de su partido, tenderá con más razón a arrebatar afuera.

Los perredeístas deberían buscarse una solución más decorosa a sus interminables enfrentamientos y ambiciones. O resignarse a salir del Palacio Nacional el próximo 16 de agosto.-