El dulce encanto del barrilito

Por Juan Bolívar Díaz

La mala fama del barrilito de los senadores es tan fuerte que se le han pegado las denuncias de nepotismo y otras serias irregularidades formuladas por la valiosa colega Alicia Ortrega en su magnífico programa de esta semana. Después de todo, eso nos ha permitido volver sobre el “dulce encanto” de este abuso de los recursos del Estado por parte precisamente de quienes están llamados a regularlos y supervisarlos.

Primero que nada precisemos los diversos capítulos de ingresos y pagos que tiene cada senador, en base a la información disponible: sueldo básico de 150 mil pesos, 50 mil para gastos de representación, 25 mil para viáticos, y 25 mil por hospedaje, lo que totaliza 250 mil pesos al mes. Además 3 mil 500 pesos por sesión a la que asisten y dos mil 400 por  reunión de comisiones, con lo que podrían elevar sus ingresos a unos 300 mil pesos.

Segundo: a cada senador se le pagan empleados en dos oficinas, en la sede central y  en su provincia. En la primera son 13, que incluyen un “asesor de imagen”, dos asistentes, dos secretarias, cuatro encargados de seguridad (aparte de varios militares que los cuidan), dos choferes y apenas un asesor de proyectos. Antes del último incremento salarial del 15 por ciento, el costo de estos era de 289 mil al mes. El salario máximo era de 45 mil pesos. En la provincial tenían otros 142 mil 500, para pagar 11 empleados más, con un salario máximo de 25 mil. Aunque la suma da 431,500, tenían un tope de 470 mil pesos.

Cada oficina es equipada con muebles, computadoras, nevera, equipos de música, aire acondicionado, inversor  y vehículos. Para pagos de servicios, alquiler y combustible tienen una asignación de 190 mil pesos mensuales.

Tercero: aquí viene el barrilito o cofrecito, que es una partida que va de un mínimo de 400 mil a un máximo de 900 mil pesos por mes, atendiendo a la población representada. Se estimó un vil peso por habitante. El promedio mensual de los 32 senadores es 598 mil 750 pesos. Su nombre oficial es “Fondo Mensual para la Gestión Provincial, Asistencia Social e Institucional de la Oficina Senatorial”.

Sumando todos los capítulos de gastos arriba indicados, cada senador sale por un mínimo de un millón 558,750 pesos al mes, que totaliza 18 millones 705 mil al año, y 19 millones 375 mil si le sumamos 670 mil pesos por el sueldo navideño (el básico) del legislador y los empleados de las dos oficinas. Antes del último incremento salarial el costo anual era de 620 millones de pesos.

Las denuncias fundamentales del reportaje de Alicia Ortega se refirieron al capítulo de las oficinas provinciales y se resume en que han rebasado los topes de sueldos y gastos, algunas casi al doble,  y se los han pagado, y que muchos emplean familiares, desde esposas y padres, hasta hermanos, primos y cuñados. El caso más relevante, el de Mao, Valverde, que puso en la nómina con 20 mil mensuales a una trabajadora doméstica a la que sólo pagaba 5 mil, la cual declaró en cámaras no sabía que era “empleada del Senado”.

En cuanto al barrilito, la acuciosa colega pidió los informes de gastos que según lo establecido debe ofrecer cada senador. El primer día sólo llegó a revisar diez, y cuando volvió ya le negaron el resto. De los que pudo ver había también asignaciones fijas a familiares y gastos de hasta 50 mil pesos en bebidas alcohólicas.

La generalidad de los que vieron el reportaje quedó abrumada y escandalizada. En cualquier país de mediana intensidad democrática muchos irían a los tribunales, y por lo menos ya se estarían auditando todos esos gastos, que salen de las costillas de un pueblo pobre, sin suficiente agua, electricidad y servicios educativos y sanitarios.

Hay que adicionar que cada legislador recibe dos exoneraciones para vehículos, que la mayoría vende para que se importen autos de lujo de hasta 496 mil dólares, como aparece en una lista de la Cámara de Diputados, que circula por Internet.

El encanto del barrilito, sin justificación legal ni constitucional,  quedará más al desnudo pronto cuando la mayoría de los actuales senadores decidan repostularse. Algunos habrán repartido en 45 meses más de 40 millones de pesos. Aparte recibirán ellos y sus partidos financiamiento del presupuesto nacional para su campaña electoral. Tremenda ventaja frente a quienes compitan con ellos primero en sus propios partidos por la candidatura, y luego en la elección misma. Peor si el que los reta es de un partido minoritario o emergente sin financiamiento oficial. Vaya democracia la que nos gastamos. Ese barrilito es una inmoralidad.